Un rayo de esperanza para la ría de O Burgo

Elena Silveira
Elena Silveira A CORUÑA

A CORUÑA

MARCOS MÍGUEZ

Si la Comisión Europea autoriza la reasignación de fondos estructurales las obras podrían comenzar en verano

16 ene 2019 . Actualizado a las 13:20 h.

El martes pasado fue un día histórico para la ría de O Burgo. Por primera vez se sentaron alrededor de la misma mesa representantes del Gobierno central, de la Xunta y de las cuatro Administraciones locales afectadas (A Coruña, Oleiros, Culleredo y Cambre) para hablar de dinero, concretamente de los 24 millones de euros que faltaban para poder ejecutar el proyecto de dragado del estuario. También fue histórico porque todas las partes vieron con buenos ojos la posibilidad planteada por la Xunta para conseguir la financiación que falta a través de los fondos europeos destinados a la construcción de la EDAR de Santiago y que se iban a perder por cambios constantes en el proyecto. Y esto se ha conseguido tras veinte años de espera y la visita de una comisión de investigación de parlamentarios europeos en el 2013. ¿Será el 2019 el año triunfante para la ría?

¿Por qué no avanza el plan para regenerar la ría?

Los Presupuestos Generales del Estado incluyeron en los últimos años partidas meramente simbólicas y destinadas a elaborar el proyecto de dragado. De hecho, en el 2018 se consignó un millón de euros que no se llegó a ejecutar. Para el 2019 el Gobierno central tiene previsto invertir 8 millones y, en el 2020, otros 15. Estas partidas suman en total 24 millones, justo la mitad de lo que se estima que podría costar la ejecución del proyecto: 48,6 millones. Precisamente, el mayor punto de conflicto siempre ha sido conseguir los 24 millones que faltan. El Estado intentó desde el primer momento la participación económica de la Xunta y los ayuntamientos pero estos siempre argumentaron que ya hicieron sus inversiones y que debe ser el Gobierno de Madrid quien ponga el dinero ya que la ría es una competencia estatal. Tras años de tira y afloja en este sentido, el miércoles, por fin, se abrió una puerta para conseguir el dinero. Así, a propuesta de la Xunta, el Ministerio de Transición Ecológica solicitará a la Comisión Europea que se reasignen los fondos europeos que ya no se podrán destinar a la nueva EDAR de Santiago para la ría de O Burgo. El proyecto de la estación depuradora tendría que estar ejecutada en el período 2014-2020, pero continuos cambios en el proyecto harán que se dilaten los trabajos hasta el 2027. Así parte de los 40 millones de euros que esta obra tenía consignados se podrán reasignar para la ría coruñesa.

¿En qué situación está el proyecto?

El 22 de octubre del 2013 se presentó en el antiguo Ministerio de Medio Ambiente el documento de inicio del proyecto de dragado de la ría de O Burgo. Tras un período de cuatro años en el que se realizaron consultas e informes a las distintas Administraciones, el Boletín Oficial del Estado (BOE) publicó en septiembre del 2017 la declaración de impacto ambiental positivo y se dio audiencia pública para la presentación de alegaciones. Dos años después, las respuestas a esas aportaciones todavía no se han publicado y, por lo tanto, tampoco el documento definitivo. En todo caso, el secretario de Estado de Medio Ambiente, Hugo Morán, confirmó que el proyecto está finiquitado y que no es necesario publicar las respuestas a las alegaciones. «El proyecto se podrá publicar cuando salgan las obras a licitación», aseguró.

¿Por qué es necesario dragar el estuario?

Por dos motivos. El primero, la fuerte contaminación de los sedimentos acumulados en la ría, que incluye metales pesados, policlorobifenilos e hidrocarburos en concentración alta o muy alta. El segundo, como consecuencia de esa situación, la constante merma en las capturas y la baja rentabilidad de los bancos marisqueros. En este sentido, según denuncian desde hace años los mariscadores, la capacidad productiva se ha desplomado hasta el 20 % haciendo la vida de estos profesionales precaria, con pérdidas de puestos de trabajo y capturas que ni siquiera rozan los topes. Así, en la última década se han perdido más de 80 puestos de trabajo. De hecho, en el 2007 había 139 mariscadores de a pie, y hoy en día son 56. Este colectivo dio la voz de alerta sobre el estado de la ría hace ya más de 15 años y que los retrasos acumulados para la regeneración de los bancos marisqueros ha hecho que el lodo se acumule en zonas antes limpias.

¿En qué consiste el proyecto de dragado?

El documento divide la ría en 19 sectores tomando como base la caracterización de los sedimentos. Los sedimentos más tóxicos tendrán que ser confinados en dos recintos integrados en los paseos marítimos de Oleiros y de Culleredo. Antes de las obras, los mariscadores deberán trasladar los bancos afectados y, una vez acabado el dragado, hacer la resiembra con semillas de viveros de las mismas especies extraídas. El secretario de Estado de Medio Ambiente, Hugo Morán, indicó que el proyecto afecta a unos 281.000 metros cúbicos en la zona interior de la ría y otros 273.000 en el canal principal. En los recintos se podrán confinar hasta 161.000 metros cúbicos de lodos contaminados y, los que tengan menos niveles de metales pesados, se llevarán a un punto de vertido mar adentro. Calcula que se podrá adjudicar entre marzo y julio para estar lista a finales del 2020.

Contaminación de lodos

La presencia de contaminación en la ría es consecuencia de varios factores. Uno de ellos es el vertido continuado al estuario de aguas fecales desde poblaciones próximas. Pero el más definitivo son las actividades pesadas que se asentaron en sus márgenes durante años, especialmente la industria de fertilizantes (las antiguas Cros y Bunge). Los estudios realizados en la ría de O Burgo confirman que hay zonas con importantes concentraciones de mercurio, cadmio, cobre, plomo y zinc y, en algunas estaciones, los PCB (sustancia química sintética presente en muchos aparatos eléctricos, revestimientos, tintas, adhesivos o pinturas). Se estima que cerca de 200.000 metros cuadrados del estuario, es decir, el 13 % de la superficie, está catalogados como categoría IIIa, es decir, que presentan concentraciones elevadas de contaminantes siendo necesario su aislamiento. El problema de estos sedimentos tóxicos, según confirma Ricardo Prego, responsable de Oceanografía Química del Instituto de Investigaciones Marinas del CSIC (Vigo) es que se incorporen a la cadena alimentaria. Algunos los incorporan los bivalvos y pasan a los peces y, a su vez, al ser humano. El envenenamiento por mercurio, por ejemplo, es acumulativo y su presencia afecta a las conexiones entre neuronas.