«En el ciclismo o eres paciente y tranquilo o te vuelves loco»

Pablo Gómez Cundíns
PABLO GÓMEZ ARTEIXO

A CORUÑA

Gonzalo Rabuñal posa para El Comarcal con dos de los elementos que han marcado su vida y su carácter: la bicicleta y los aperos de jardinería
Gonzalo Rabuñal posa para El Comarcal con dos de los elementos que han marcado su vida y su carácter: la bicicleta y los aperos de jardinería MARCOS MÍGUEZ

El polifacético deportista de Arteixo, Gonzalo Rabuñal, repasa su intensa trayectoria personal, sostenida en el «leitmotiv» del amor por la naturaleza

13 ene 2017 . Actualizado a las 01:14 h.

Tiene kilómetros suficientes como para protagonizar un libro. Entre tanto, compartirá sus vivencias en una entrevista. Esta. Gonzalo Rabuñal (O Galo, Barrañán, 1984) fue ciclista profesional en el Xacobeo, empleado en una tienda de bicicletas y en un centro comercial, modelo infantil, montador de escenarios, organizador y colaborador de eventos deportivos y fiestas, ayudante de realización, tutor en talleres infantiles, costalero e instalador de granjas de gallinas.

-Y ahora ejerce de jardinero.

-Sí, en Jardinería Arce. Esta profesión me sorprendió gratamente. Siempre hice labores agrícolas y ahora traslado la jardinería a mi casa y sigo en contacto con la naturaleza. Viajas de otro modo. A Japón hay que ir. Cuando estuve en Tailandia, los olores, colores, los árboles exóticos... todo se ve desde otra óptica. Dicen que es repetitivo, pero es como el ciclismo, hasta en el modo de soportar las inclemencias del tiempo. Hay que planificarse y disciplinarse: cortar, limpiar, podar, descansar, manejar los tiempos. Si solo te fijas en el asfalto, todo te parece igual. Pero si levantas la cabeza incluso ves que el cielo cambia.

-Ejerciendo de jardinero, encontró un cadáver en el río Bolaños.

-Estudié el ciclo superior de actividades deportivas y tengo el título de socorrista y primeros auxilios, pero una cosa es la teoría y otra... Siempre piensas que podías haber hecho más, porque llegué a ver al hombre con vida, pero me sorprendí por mi reacción inmediata. Analicé la situación en dos segundos y me lancé a por él.

-Después de tantas situaciones, ¿qué poso le dejó el ciclismo?

-Fue una afición e ilusión que se transformó en una forma de vida y un trabajo. Me hizo más disciplinado y metódico. O eres paciente y tranquilo o te vuelves loco. Buscas salidas razonables a situaciones problemáticas. Y asumes tu función.

-¿Cuál? Corrió Giro (2009) y Vuelta (2009, 2010) y ganó la montaña en la Vuelta a Turquía y al País Vasco.

-Me quedo con que fui un buen gregario. Quizás por eso no guardo malos recuerdos. No soy mucho de enemigos, tampoco. Simplemente, no hago caso. Me daba el aire en la cara y me tranquilizaba. Otros eran más nerviosos, se cabreaban más y también se caían más. Yo anduve mucho y me caí poco.

-Algún percance tuvo.

-Tuve que ser operado de clavícula y codo, y me empotré contra un coche que estaba en el arcén. Fue lo peor. Eso, y que el ciclismo se acabase tan pronto y de una manera que no fue la mejor para mí.

-¿El dopaje ha dañado la imagen del ciclismo?

-Más bien haber pasado del blanco al negro sin saber explicar bien las reglas o no tenerlas claras. Tramposos los hay en todos los ámbitos y el ciclista no es genéticamente tramposo.

-Ha dado charlas de educación vial. ¿La bici es un medio de transporte o un elemento de deporte en auge?

-Ambos han crecido mucho. Y no hay que mezclar. Hay mucho camino por andar todavía, porque se producen más accidentes, pero también hay más respeto que hace años. Y a mayor tráfico, mayor crispación. Todos tenemos que mejorar.

-¿Hay ciclistas urbanitas?

-Habrá. Pero a casi todos nos gusta la naturaleza. Los Dolomitas italianos son impresionantes, como las montañas de México, Turquía...

-¿Se queda con las personas o con los lugares?

-Me enganché de niño con Indurain y Pantani como ídolos. Con el paso del tiempo, me quedo con los lugares. Ahora siempre intento hacer una escapada que colme esas ansias de viajar que antes satisfacía el ciclismo. También me gustan las carreras de orientación, porque me permiten disfrutarlo de un modo diferente a cuando competía. Yo iba sufriendo la etapa, pero me daba tiempo a mirar e incluso comentar el paisaje. Como aquella vez en Alemania con Gustavo César Veloso y Ezequiel Mosquera, cuando nos sorprendimos con las enormes plantaciones de lúpulo pensando al principio que eran campos de habas.