De iniciar su peregrinaje en Fisterra a ser recibida por el papa

Marta López CARBALLO / LA VOZ

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Carlota Valenzuela, granadina, ha hecho un alto en su camino a Jerusalén para reunirse en Roma con el pontífice. «Lo recordaré siempre», dice esta joven, que arrancó en enero un viaje de 6.000 kilómetros a pie hacia tierra santa

03 jun 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Algo más de 150 días después de iniciar en Fisterra la aventura de su vida, Carlota Valenzuela fue recibida en el Vaticano por el papa, a quien habló de ese largo peregrinaje que la llevará a recorrer 6.000 kilómetros a pie por media Europa hasta Jerusalén.

Esta granadina partió el 1 de enero desde el fin del mundo para caminar durante un año hasta tierra santa, pero antes de llegar hizo un pequeño desvío al alcanzar Italia para conocer Roma, otra de las cunas del catolicismo, y de paso saludar al papa Francisco. «Yo me había preparado un discurso en mi cabeza de lo que quería decirle, pero al llegar allí me puse súper nerviosa», relató la propia Carlota poco después del encuentro. Le habló de su aventura, de cómo llevaba recorridos 3.000 kilómetros y de que, antes de ir a ver a Jesús, «quería pasar a saludar a San Pedro». «Y él me contestó: ‘Muy bien que haces, hay que venir a saludar al portero'. Me pareció de muy buen rollo y nos reímos mucho los dos», relata la granadina, que pidió una excedencia en su empleo en recursos humanos para emprender este largo camino.

BASILIO BELLO

Después, le entregó como obsequio un pasaporte de peregrino en el que mes a mes la joven fue escribiendo reflexiones y pensamientos de su camino. «Se lo di y le dije: ‘Esto es un pasaporte de peregrino, pero tranquilo, porque yo haré los kilómetros por usted y por mí'. Lo ojeó, con mi letra y mis dibujillos, y no entendía que era para él [ríe]. Entonces, le mostré una nariz de payaso y le pedí que me la bendijese para poder llevar la alegría de Dios a todo el que me encuentre por el camino. Me la puse, me dio la mano y nos echamos a reír. Si algo resume lo sucedido [en ese pequeño encuentro] es la risa. Yo pensaba que me diría algo que recordaría por el resto de mi vida, pero fue mucho más simple que eso: compartir esa complicidad, ese momento de risa, esa sencillez de la alegría de sentirse querido por Dios», comenta Carlota, emocionada por «lo bonito que fue, lo bien que me lo pasé y lo mucho que lo recordaré el resto de mi vida», añadió.

Todavía le quedan muchos meses de peregrinaje, pues antes de llegar a Israel (a principios de diciembre), aún deberá atravesar Eslovenia, Croacia, Bosnia, Montenegro, Albania, Grecia y Chipre, desde donde tomará un barco para conocer tierra santa. A cuestas lleva una mochila de seis kilos con lo imprescindible para sobrevivir durante todo este año: un par de mudas, saco de dormir, botiquín, aparatos electrónicos, ropa para lluvia y víveres. Las zapatillas las cambia cada 1.500 kilómetros y sus aventuras las va narrando tanto en este blog como a través de su perfil de Instagram «Finisterre a Jerusalén».