Lo que se acaba y lo que empieza

Harry Dorial redac.carballo@lavoz.es

CARBALLO

22 jun 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Sí, se acaba el curso. Parece que empezó ayer, pero no, fue en septiembre. Esto funciona así, vuela. Los peques vuelven a casa. En algunos colegios los están despidiendo a lo grande. Como ayer, en el Fogar, que es grande en todos los sentidos. Incluido el de capacidad, 790 chavales entre infantil y primaria, el segundo de A Coruña, que dirige (me consta) un gran amante y conocedor de la Costa da Morte, Fernando Garea . Ayer disfrutaron de hinchables, toro mecánico, títeres, actuaciones musicales... Lo que seguramente querrían tener todo el año (hasta yo), pero las cosas no funcionan así. Y habrán disfrutado también de las notas. ¿O no? Música. La música no se acaba nunca. Nadie puede pararla, Nobody can't stop the music , cantaban los Village People , y ahora Rihanna , pues algo parecido. Claro que, viendo el macroconcierto de piano del domingo en el faro de Fisterra, con la misma pieza repetida 840 veces durante 18 horas, pues qué quieres que les diga. Es que si aún fuese Para Elisa , o Pavane , o... No sé. Pero la pieza elegida, Vexation , de Satie , para el optimismo no se compuso. Horas y horas sin parar, un hilo musical para el Cabo, que, seamos francos, más allá de la melodía, fue una experiencia extraordinaria. De esas que da gusto recordar. Uno de los pianistas, ya al caer la tarde, muy cerca del atardecer de la que sería la noche más corta del año, fue Fernando Fraga Traba , el director de la Escola Municipal de Música de Cee. Que, si no me equivoco, hoy también celebra su clausura. Cuando Fernando tocó, ya refrescaba. Y el día se acababa. Fue cuando el sol salió nació el Pindo, sobre las 6.00, el momento elegido para empezar el programa musical. Dieciocho horas de nada.

En efecto. Para acabar la página, estas son las que empiezan ahora. Ya lo han hecho, hemos visto ya unas cuentas, pero las que quedan no de cuentan con pocas manos. El sábado, sin ir más lejos, a escasa distancia y en el municipio de A Laracha, había dos. Una pulpada en San Román de Cabovilaño y una sardiñada en Caión. En estos casos, lo que realmente vale es la compañía, pasarlo bien y comer a gusto.