Llanto por el Cúpula

Emilio Sanmamed
Emilio Sanmamed LIJA Y TERCIOPELO

RIBEIRA

27 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Ojalá fuese mentira. Lo escuché este lunes como quien escucha un «lo siento pero su perro ha sido atropellado». Un buen amigo me dijo que van a cerrar el Cúpula y no lo quiero creer. Negra pena, ¿qué haré ahora con el ceñido traje de perdedor que me ponía para ir allí a naufragar? Ya no soy el portaviones de antes, solo soy un viejo cascarón rehabilitándose en un astillero, pero siempre he pensado que los embravecidos mares del Cúpula estarían ahí para mí. Para surcarlos de nuevo, para hundirme entre sombras y cruzar su puerta mecido por el cariño de una madre sin brazos; sentarme amaneciendo en la acera de enfrente y renovar mis votos con el fracaso vital.

Llevo mucho sin ir por ahí, pero saber que existía me permitía soñar con ser un escritor torturado y tortuoso, incomprendido, maloliente y merecedor de un puñetazo cinco de cada tres noches. Su mera existencia llenaba el alma, ahorcada por rutinas, de oxígeno. Pensé que sería eterno como una nana del cosmos. Pero ahora que cierra… estoy vivo pero no estoy viviendo.

Echaré de menos hasta echarlo de menos, insomne conglomerado de los peores mejores beodos de Ribeira. Danzad, malditos. Allí brindé por la culpa, allí la luna se dejó el DNI en el baño, allí nacieron besos y divorcios, allí han pasado los años como puñaladas en el páncreas. Cierra el Cúpula, nunca seremos poetas. Cuando tu amor se vaya (y no vuelva) y te duela, ya no habrá dónde naufragar. Ya no habrá refugio cuando en tu ventrículo izquierdo solo quede la sensación de haber perdido el tiempo…. tratando de encontrarlo.