Maestro de ferroviarios

VILAGARCÍA DE AROUSA

VITOR MEJUTO

Antonio Membrives fallecíó en Vilagarcía

21 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La noticia recorre las redes como una locomotora. «Cañete se nos ha ido». Aunque se llamaba Antonio Membrives, fue su segundo apellido el que le puso nombre. Nació en Córdoba, en 1937, y muy joven, con apenas 16 años, ingresó en la Renfe. Pertenecía a esa vieja estirpe de ferroviarios para los que su profesión, más que un trabajo, era una forma de vida que se legaba de padres a hijos. Llegó a Vilagarcía, en 1971, con su esposa, Carmen, y sus dos chavales, Antonio y Pepe. Vino para integrarse como profesor en los módulos de mecánica, electrónica y electricidad, desde los que enseñó a varias generaciones de hombres y mujeres del ferrocarril. Lo hizo en el centro de formación de Bamio, aquel lugar legendario que adiestró a sus alumnos para enviarlos a las cuatro esquinas de la piel de toro, a hacer funcionar la maquinaria del tren. Cañete era, explica su gente, un hombre bueno y conciliador. Eficiente y discreto.

Cuando la escuela de Bamio echó el cierre, en 1984, se convirtió en jefe de taller. Hasta que Renfe decidió acabar, allá por 1992, con la antigua actividad de sus naves en Vilagarcía. Desde entonces hasta el final de su vida laboral, Antonio, el maestro Cañete, trabajó en Valladolid. El tren, ya se sabe, no es lo que era. Sin él, un poco menos todavía.