El adiós a los talleres de Renfe en Vilagarcía

Antonio Garrido Viñas
antonio garrido VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

MARTINA MISER

En el feliz 92, aquel de los Juegos Olímpicos y la Expo de Sevilla, se puso el punto y final a más de cien años de historia cuando las instalaciones cerraron sus puertas entre manifestaciones y protestas

30 jun 2021 . Actualizado a las 21:14 h.

Sucedió en el feliz 1992. Aquel año de los Juegos Olímpicos de Barcelona, la Expo de Sevilla y las juergas varias. En aquella Expo andaluza es probable que no se contara que la primera línea de ferrocarril de Galicia había unido Santiago y Carril con el abuelo de un premio nobel de armadanzas. Ya se sabe que el asunto del ferrocarril, por lo que a Galicia corresponde, no se suele tener muy en cuenta, pero lo cierto es que aquellos talleres a los que en aquel feliz 92 se les dio boleto no eran los unos talleres cualquiera.

Los talleres se pusieron a andar después de que comenzase a funcionar la primera línea ferroviaria gallega. John Trulock, abuelo de Camilo José Cela, habilitó para aquella función unos edificios que servían de cochera y almacén. Lo contó el historiador Manuel Suárez, en la página web de la Asociación pola Defensa do Patrimonio de Vilagarcía. Ahí se explica también que el primer aldabonazo a los talleres llegó poco antes de la Guerra Civil. Fue en 1934 cuando su actividad fue trasladada a Vigo y, con ella, los 45 trabajadores que allí estaban.

Repescados en la Guerra Civil

Los talleres de Renfe fueron repescados durante la Guerra Civil y reanudaron su actividad en 1937. Ya bajo la dirección de Renfe, y a mediados de los años 50 del pasado siglo, vivieron su gran momento de esplendor. Los franquistas Rivero de Aguilar y Conde de Vallellano tenían residencias veraniegas en Arousa y eso ayudó a la explosión ferroviaria que vivió entonces Vilagarcía y a ambos para recibir la medalla de oro de la ciudad aprobada por la corporación que presidía Rey Daviña. Todos ellos siguen en el callejero vilagarciano, casi 50 años después de que el franquismo agonizase, pero eso es otra historia. El asunto es que entonces se inauguró una estación y se edificó el Bamio el Colegio de Huérfanos de Ferroviarios en lo que hoy es el colegio de formación del ISM.

Lo cierto es que los talleres funcionaban a todo tren, pero la crisis los atropelló. Y en el feliz 92 acabaron descarrilando. El 30 de junio de aquel año fue el último día de trabajo. Fue un cierre de aquella manera. Unos meses antes, a los trabajadores les dijeron que aquello llegaba a su final, pero desde abril, cuando los representantes de la empresa se desplazaron desde Madrid para informar a los trabajadores de sus planes, no habían vuelto a tener más noticias al respecto. El día de la fecha oficial del cierre el taller funcionó con total normalidad y un portavoz de Renfe en A Coruña apuntaba a La Voz que desconocía el futuro de las instalaciones. La situación no se producía únicamente en Vilagarcía. El del taller de Águilas, en Murcia, también estaba previsto para aquel día, pero allí sí que los trabajadores conocían su futuro. En las tierras arousanas, no. Y eso provocaba notables nervios, según contaban los afectados a La Voz, porque estaba pendiente tanto la vivienda como las matrículas de los niños.

Los primeros rumores

Una incertidumbre que había comenzando en diciembre de 1991, con la llegada de los primeros rumores. Fue entonces cuando comenzaron las manifestaciones, los paros y también el compromiso de la corporación vilagarciana de apoyar a los trabajadores.

Nada de eso funcionó. En noviembre de aquel 1992, el día 1, se cerraron definitivamente las instalaciones. Parte de su esqueleto quedó allí durante veintidós años. No fue hasta el 2014, aprovechando la presencia de las empresas auxiliares que estaban trabajando en las vía de alta velocidad, cuando el ministerio de Fomento procedió a desmontar parte de las vías que daban servicio a la instalación.

La herencia que queda de aquella pujanza ferroviaria es lo que aún se denomina como el colegio de Bamio, el centro del ISM que domina una de las entradas a Vilagarcía. Y, la aspiración de que la ciudad vuelva a recobrar protagonismo en esta pelea que se ha abierto porque la estación vilagarciana sea una de las paradas del nuevo tren que irá a Madrid.