La orgía purificadora de cada 16 de agosto

Antonio Garrido Viñas
antonio garrido VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

MONICA IRAGO

Música, diversión, sonrisas y alguna lágrima compusieron el guion de la mejor fiesta del mundo conocido

17 ago 2019 . Actualizado a las 10:50 h.

Cuentan quienes lo vivieron que la procesión matinal de San Roque era la de los rojos. A fin de cuentas se trataba de que el pueblo robara la imagen de la iglesia y se la llevara hacia su barrio. En resumidas cuentas, que era una suerte de secreta venganza en unos momentos en los que vengarse con la retranca como argumento era la mejor, o la única posible, de las venganzas.

El asunto es que aquella diversión de unos pocos rojos, y de muchos cristianos convencidos por supuesto, se ha convertido en una auténtica orgía acuática. Vayamos a la definición de orgía: «Festín en que se come y bebe inmoderadamente y se cometen otros excesos». Para lo de comer, y sobre todo beber, no hace más falta que echar un vistazo a cómo estuvieron durante muchas horas los establecimientos hosteleros de Vilagarcía para constatar que la definición le viene como anillo al dedo. En cuanto a lo de otros excesos, el avezado lector de papel no tiene más que pasar la página para constatar que algunos hubo. Muchos menos, probablemente y a tenor de los datos oficiales, de lo que se podría esperar de una celebración que acoge cada 16 de agosto a miles de personas, en una orgía purificadora que transforma la ciudad.

La cosa fue como siempre, y en este caso tuvo en Lorenzo un invitado (de lujo, tal y como va el verano) que hizo que todo fuera miel sobre hojuelas.

La juerga comenzó con el ocaso del día 15, cuando las hordas de adolescentes, y no tanto, comenzaron a llegar por todos los medios posibles. Vinieron en tren, veinte mil plazas dispuso Renfe para estos días, en bus, con empresas especializadas organizando desplazamientos en autocar de norte a sur de Galicia y, por supuesto, en coche. Aparcar era tan complicado que hubo quien se encontró con su plaza de garaje ocupada y con una nota pidiendo disculpas y adjuntando un número de teléfono para solventar la situación.

La recuperación del festival H2O contribuyó a elevar la afluencia y a rebajar la media de edad de quienes llegaron a Vilagarcía. Explicarles que la fiesta de agua no se celebra por la noche, sino unas horas más tarde ya es otra tarea. Doctores tiene Ravella. En cualquier caso, lo cierto es que Lorenzo, con su presencia (y bien que lo echaremos de menos hoy) e insistencia ayudó a que muchos alargaran la noche y pudieran disfrutar del desparrame acuático de cada 16 de agosto. Ellos y, por supuesto, quienes entienden que la esencia está en la versión matinal del despiporre.

Fueron muchos. La procesión matinal, la previa a la apertura oficial de la celebración acuática, tuvo una concurrencia probablemente superior a otros años. Y con un respeto a las normas que sorprende. Ni una gota de agua se lanzó durante la vertiente religiosa de la celebración. Todo lo contrario, las serpentinas, el confeti e incluso los globos fueron quienes jalonaron el traslado de la imagen hacia su capilla. Luego, tras la interpretación del himno gallego por la banda y el discurso del pregonero, empezó el desparrame.

No estuvo mal. Era un día ideal. Carlos Guerrero, uno de quienes disfrutan la fiesta al máximo, seguía al pie del tambor a las cuatro de la tarde. Él es el termómetro perfecto para constatar que todo fue tan bien como siempre.