Vior, un alcalde de Ribadeo contra el que atentaron sucesores de Bengoechea

Martín Fernández

RIBADEO

Francisco Antonio de Bengoechea
Francisco Antonio de Bengoechea ARCHIVO MARTÍN FERNÁNDEZ

Al regidor de Viveiro lo mataron en 1914 y su sucesor se suicidó

16 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

A veces, la política fomenta la idiotez, el odio, la crueldad. “Botones que balbucean imperativos, efigies de caudillos, vivas y mueras prefijados, ceremonias unánimes, la disciplina usurpando el lugar de la lucidez”. Decía Borges que combatir esas tristes monotonías es uno de los deberes del escritor. En los inicios del siglo XX, la polarización social y el odio al discrepante eran -como hoy- frecuentes. Y en A Mariña, hubo alcaldes asesinados, con atentados o tiroteados. La política, a veces, divide familias, separa amigos, envenena el aire, mata. Conviene tomarla con distancia...

El 24 de septiembre de 1903, una gran detonación sacudió Ribadeo, alarmó a los vecinos y se escuchó a kilómetros de distancia. Alguien colocara una bomba en la ventana del despacho del alcalde, el médico Fermín Vior. No hubo daños personales pero la casa se resquebrajó. El pueblo “sin distinguir clases, edades ni personas” tributó al regidor una manifestación de gran simpatía y entusiasmo, lo que resaltó la ausencia de “ciertos elementos”. El corresponsal de La Voz de Galicia criticaba “la criminal perversidad de ciertas gentes perturbadoras de la santa paz y hermosa fraternidad que siempre reinó en esta muy culta villa”. Y elogiaba a Vior “persona dignísima, querida, de talento y saber poco comunes, que desempeña su cargo con exquisito tacto, acierto pleno y una acrisolada honradez y caballerosidad”.

Todas las sospechas recayeron “sobre el herrero Paco de Mingos, un desgraciado que, en más de una ocasión, fue instrumento ciego y servil de gente que figura en una bandería política que, guiada por pasiones indignas y mezquinas, viene dando espectáculos nada edificantes y envenenando el ambiente del pueblo”. El fiscal de la Audiencia de Lugo, Juan Antonio Hidalgo, dirigió en Ribadeo una investigación que pronto dio frutos: fueron detenidos, procesados y encarcelados, además de Paco de Mingos, que trabajaba en la casa de Sucesores de Martínez Bengoechea, el portero, el cajero y el apoderado de la misma empresa. El atentado obedeció a “incalificables venganzas políticas”. La casa de comercio Bengoechea, naviera y bancaria, fue fundada en Ribadeo por el vizcaíno Francisco Antonio de Bengoechea a comienzos del siglo XIX. Tras su muerte, en 1868, la heredó -por disposición testamentaria- su administrador, José M.ª Martínez Marzo, con la condición de que añadiera Bengoechea a su 2º apellido. Cuando este murió, en 1890, la firma pasó a llamarse Viuda e Hijo de José M.ª Martínez Bengoechea y - al morir su esposa Juliana González Santamarina y su hijo Francisco Martínez-Bengoechea y González el mismo año de 1900- la herencia se dividió entre su administrador, Bonifacio Torres de la Calle, y sus primos Ramón Bustelo González y Godofredo Álvarez-Cascos González.

Era casa de tradición liberal y los acusados del atentado fueron, además de Mingos, Bonifacio y sus amigos.

Al regidor de Viveiro lo mataron en 1914 y su sucesor se suicidó

En Viveiro, como en España, la Restauración Borbónica consagró el turnismo, la alternancia entre liberales y conservadores que también afectó a la representación en Cortes. Pero, a partir de 1901, el distrito viveirense se convirtió en uno de los enfeudados del bando liberal con Martínez Bande, el Marqués de Bayamo o Soto Reguera. En el Concello, los enfrentamientos en los plenos, las denuncias y polémicas, las represalias a fieles de uno u otro bando y las detenciones fueron habituales. Decretos y Reales Ordenes cambiaban alcaldes con frecuencia pero el panorama político, lejos de serenarse, se envenenaba a diario. Fruto de la tensión y la crispación se produjeron trágicos sucesos. Uno de ellos fue el asesinato en el Camiño da Arredoada, en Landrove, el 5 de noviembre de 1914 del alcalde Juan Muiño Cora por parte de los hermanos Manuel y Leandro López. Muiño Cora era persona de relieve entre los conservadores. Nombrado alcalde por RO en 1910, su enfrentamiento con el Gobierno Civil, en manos liberales, provocó su suspensión del cargo en 1911. La noche del 4 de noviembre de 1914, en plena campaña electoral, sus enemigos políticos -entre los que estaban los citados hermanos- le dieron en su casa una cencerrada, lo insultaron y ultrajaron. Al día siguiente, al salir de su domicilio, Muiño pasó por un campo donde trabajaban los López y estos lo insultaron de nuevo y agredieron por la espalda, con la culata de un revólver Leandro y con un sacho Manuel. El golpe le fracturó el cráneo y, a los dos días, falleció. Se dio la circunstancia de que quién lo sustituyó en el cargo de alcalde, José Marqués González, tuvo también trágico final. Fue presidente de la Sociedad de Obreros, vinculada al filántropo Melitón Cortiñas, y lo nombraron alcalde los liberales en 1912. Ejerció hasta la Dictadura de Primo de Rivera y el 10 de diciembre de 1923, se suicidó. Temía represalias o que fuera investigado su período de mandato y se pegó un tiro.

Un mandatario huido, otro condenado a pagar 346 pesetas a Las Riberas del Eo

Las turbulencias fueron de todo tipo. José Sánchez Marroquín, alcalde de Viveiro entre 1891 y 1893, fue detenido en Santiago en 1895 acusado de estafa. Marchó a la Argentina y fue directivo de Hijos del Partido de Vivero en 1909. En 1897, el alcalde de Ribadeo, Pascual Gardeta, se sintió ofendido por unos versos publicados en Las Riberas del Eo y llevó al periódico a los tribunales. Su fundador y director, José María Páez Cancio, fue condenado a pagarle 25 pesetas. Pero, en el mismo número en que Las Riberas dio cuenta, en un suelto, del fallo en su contra, el mandatario publicó -“como autoridad” y en base a la Ley de Imprenta- un largo comunicado. Y conforme a esa misma ley, Las Riberas le cobró 346 pesetas por el exceso de líneas que contenía su mensaje sobre las que tenía el suelto que pretendía rectificar. La notable cantidad, ratificada por ley, la destinó Páez al Hospital de Ribadeo. Y La Voz de Galicia decía: “nos place y celebramos que el bolsillo de don Pascual Garneta pague los ridículos enojos del alcalde de Ribadeo”.

De Alfoz, Vida Gallega daba cuenta que el regidor, Severino Mon Mel, cuando regresaba a su domicilio, al pasar por delante de la casa de Bernardino Villar Otero, en el campo da feira, oyó que este, desde la ventana, lo insultaba y vio que le disparó con una escopeta sin dar en el blanco... Mon repelió la agresión con su revólver Browing e hirió en el pecho a Villar Otero. Atilano Basanta, el médico municipal, calificó las heridas de Villar de “pronóstico reservado”. Severino Mon fue directivo del Partido Republicano Radical Socialista en la 2ª República y en el 36 sufrió represalias.