El artista actúa mañana con la coral Stella Maris en el Season Fest de Nigrán
03 ago 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Mientras el nieto, Izan Llunas, triunfa interpretando a Luis Miguel, el orgulloso abuelo, José Gómez Romero, Dyango para todo el mundo, no ha dejado de cantar. Mañana a las 21.00 horas se podrá comprobar en el Season Fest de Nigrán, donde la coral Stella Maris ofrece con él un concierto homenaje a su infinita trayectoria. La actuación es gratuita y la invitación se puede descargar en la web del evento.
-¿Cómo se encuentra tras más de medio siglo de carrera?
-Realmente estoy bien, muy bien. Con los años llega la vejez, pero Dios me ha respetado la voz. Sigue siendo la misma y el conocimiento, mayor, después de tantos años como artista. Tengo más experiencia.
-Menuda voz mantiene...
-La voz es la que uno tiene y, si le dura muchos años, mucho mejor, pero lo más importante de todo es el sentimiento que le pones a la música para cantar. Saber interpretar, creerte lo que estás diciendo, llegar al público que te está escuchando. Eso es fundamental. Y, mínimamente, una afinación.
-Después de tanto tiempo, ¿no se cansa de cantar lo mismo?
-Aunque cantes mil veces el mismo tema en mil sitios distintos, si vale la pena, la pasión siempre la vas a tener.
-Su manera de sentir...
-Sí, es especial. Para eso me acompaña muchísimo mi tipo de voz y, sobre todo, el haber estudiado música en el conservatorio. La música lo ha sido todo en mi vida y todo el mundo sabe que el instrumento más importante es la voz.
-¿Le trae recuerdos Galicia?
-¡Y tanto! La gente es maravillosa. Quizás es uno de los puntos de toda la Península donde me han querido más. Será que el sentimiento que ponemos el público y yo es muy similar.
-Aquí se recuerda el «Por ese hombre» con Pimpinela. ¿Se siguen llevando bien?
-¡Claro! Somos muy amigos, de los de verdad, no solo musicales. Aunque yo le robaba la novia a Joaquín, él se conformaba [ríe].
-Sus temas se siguen cantando.
-Es que son más jóvenes, aunque no lo parezcan [se ríe]. Y luego, tienen ese don de componer canciones que llegan a todo el mundo.
-Es muy fan...
-No, no, no, de Pimpinela, no. Joaquín canta muy mal, ella muy bien [se ríe].
-Entonces fan de la mitad.
-[Se vuelve a reír] Es que nos hacemos muchas bromas. A veces le he hecho alguna a Joaquín que se ha vuelto loco, y como se lo traga todo...
-¿Cuál recuerda?
-¡Muchas! Una vez estábamos mezclando en el estudio el tema que hicimos juntos y yo era el productor. Entonces, puse todo sensacional menos su voz, que la bajé, y avisé a todo el mundo de que estaba así. Y se pasó media hora cabreado diciendo que no se escuchaba [se ríe].
-Nunca ha dejado de ser divertido, ¿cómo se toma las parodias?
-Bien. Lo hacen aquí y en los países de América. Aunque mi voz les cuesta mucho, quizás es más fácil mi forma de interpretar y moverme en el escenario. Así que mejor [sonríe].
-¿En Galicia piensa darse un pequeño homenaje gastronómico?
-Si estoy cerca de alguna ostra, entonces sí. Por ejemplo, en el mercado de A Pedra, en Vigo, siempre que paso, tengo que parar. Me gusta todo el marisco. ¡Y más a mi mujer! Se vuelve loca.
-¿Cuánto tiempo queda para disfrutar a Dyango?
-¿Sabe cuántos años tengo?
-Dígamelo...
-¡Tengo 78 años! Estoy muy bien, muy fuerte y con ganas de hacer cosas. Quizás he trabajado demasiado en la vida, pero como estoy en forma y me gusta lo que hago, el arte en general, porque también pinto, creo que he sido tocado o bendecido por Dios por poder hacer todo lo que hago.