El marido de Sonia Cámara (@mamaderizos) cumple su último deseo: «Cuando los niños echan de menos a su madre, le piden a Alexa que ponga vídeos»

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Una historia de amor de película que, de momento, ha tomado forma de libro. El que ella empezó a escribir, y que le hizo prometer a él que terminaría. Unas páginas para sus hijos, y para los que como ella lucharon contra el dolor sin dejar de sonreír
29 jun 2025 . Actualizado a las 12:44 h.El último sueño de Sonia Cámara se ha cumplido. Du, su marido, se ha encargado de ello, porque así se lo prometió en sus últimos días de vida. La enfermera y creadora de contenido navarra, conocida como @mamaderizos, falleció hace ahora justo un año debido a un cáncer. Y en sus últimos momentos le hizo prometerle a @papaderizos que terminaría el libro que ella había empezado a escribir contando su increíble historia de amor, Te encontré en Bisáu. Un romance de película que hace dos años y medio ya nos revelaron en esta revista. Completar esas páginas lo ha removido, porque ha tenido que volver a vivir los seis años que estuvieron juntos, recorrer cada minuto, cada detalle y «aceptar que eso no va a volver a pasar». «Duele mucho», dice Du, que ha encontrado en sus hijos Joel (5) y Nora (3) la fuerza necesaria para levantarse por las mañanas y seguir adelante. «Mi forma de vivir es darlo todo por esos niños».
Su historia fue corta, pero intensa. Fueron seis años, pero como si hubieran sido sesenta. Se conocieron en abril del 2018 cuando Sonia decidió dar un giro a su vida y embarcarse en una misión sanitaria internacional en Guinea-Bisáu. Pero lo que iba a ser una experiencia profesional se acabó convirtiendo en un viaje que transformó por completo su vida. Llegó con pareja, otro compañero que estaba en la misma misión, pero cuando Du se cruzó en su camino, él trabajaba en el proyecto como miembro local, poco duraron. Lo suyo fue un flechazo. Ella no podía quitárselo de la cabeza, y él no tuvo ninguna duda de que estaba ante la mujer de su vida. «Tenía pareja, y eso era un obstáculo, pero los obstáculos se superan. Desde que la vi, tuve la certeza de que era ella. Me enamoré en un minuto. Empecé, incluso, a sentir celos. Estábamos en una fiesta, ella estaba con su pareja, y me dije: ‘Aquí no puedo estar'. Si Sonia está con otro, me voy. Nunca había sentido eso antes».
Sus inicios fueron a escondidas, porque la oenegé para la que trabajaba Sonia prohibía mantener relaciones con las personas locales. Pero el amor se impuso. Se veía a distancia. La tía de Du lo supo en cuanto la vio entrar por la puerta con el resto de sus compañeros de trabajo. La misión llegaba a su fin, y tuvieron que decidir qué hacer con lo suyo: no hubo dudas de que querían un futuro juntos. Mientras Sonia hacía los trámites para que le prorrogaran la misión seis meses más, en octubre regresó a Pamplona, y en Navidades, Du se sumó para conocer a sus amigos y familia, y ver qué tal le iba en España. «Una relación entre un negro y una blanca siempre levanta sospechas, ella tenía esa preocupación de cómo iba a estar yo, de cómo me iba a integrar en su familia o en su entorno. Entre nosotros no había ninguna duda, ella sabía que yo era capaz de renunciar a todo por ella, y eso nos daba mucha fuerza para afrontar cualquier cosa. Sus padres tenían cierta inseguridad, a ver, no es que su hija haya venido con un novio de otro país, es que es de otro continente, de otra cultura.... Es un choque. Pero siempre la respetaron y nunca dijeron nada, y todo lo que he recibido por su parte son gestos de cariño. Cuando ya decidimos vivir aquí, su madre me preparaba un táper para llevar al trabajo».
Sorpresa
No habían concluido las «vacaciones» en España cuando le aprobaron la prórroga de la misión. Regresaron juntos a Bisáu en enero del 2019, y una vez allí se enteraron de que ella estaba embarazada. Les costó procesar la noticia, y además, no les quedó más remedio que hacerlo en silencio. Sin embargo, poco después, la relación trascendió y a Sonia la invitaron a irse. Regresó a España embarazada de casi tres meses para preparar la mudanza de Du, que llegó en junio. Los temores sobre cómo sus diferentes culturas se engranarían para criar a un hijo en común enseguida se disiparon, y en octubre vino al mundo Joel. «Nunca dijimos: ‘Vamos a tener un bebé', simplemente dejamos que las cosas fluyeran. Vivimos una locura pura, de manera natural y disfrutamos cada momento». Decidieron casarse, pero la pandemia obligó a dejar sus planes en standby. Y mientras llegó la fecha del enlace, se enteraron de que iban a ser padres de nuevo. «Hemos vivido muy intensamente, en tres años tuvimos dos niños y una boda. Hoy en día, cuando veo a esos niños, vuelvo a ver a Sonia. Se moría por ellos. Ha sido una gran madre y un gran ejemplo», explica Du, que cuenta que Sonia decidió abrir el blog para volcar toda su experiencia como enfermera y madre, y los retos a los que tuvo que enfrentarse por tener un hijo con una persona de otra raza.
Cuando disfrutaban de su familia de cuatro, y no podían estar más felices, un cáncer se cruzó en su camino. Durante un año y medio, Sonia mostró su lucha contra esta terrible enfermedad a la que se enfrentó con la mejor de sus versiones. Lo hizo hasta pocos días antes de fallecer en junio del 2024. La ausencia de Sonia está siendo muy difícil para los niños, «que son más conscientes de lo que podemos imaginar». «La recuerdan en cada detalle, pasamos por un sitio o si vamos comer a un restaurante dicen: ‘Aquí vinimos con mamá'. Sigue muy presente en nuestro día a día. En casa está todo como ella lo dejó. Si no necesitamos espacio, no vamos a mover sus zapatillas. En mi baño está su albornoz hasta hoy. Joel cuando echa de menos a su madre le dice a Alexa: ‘Pon un vídeo de mamá'».
El fallecimiento de Sonia cayó como un jarro de agua fría para sus seguidores que solo unos días antes la habían visto bailando. «Vivimos en una negación hasta el último momento. Además, el último ingreso no había sido de los más fuertes. Teníamos planes para la semana siguiente. Fue todo muy rápido. Las últimas 48 horas fueron muy duras. Ahí ella ya tomó conciencia de que no iba a salir. Hablamos muchísimo, me dejó un testamento de palabra. Muchas cosas para hacer y cumplir. Habló con sus padres, con sus amigas, incluso les dijo de hacerse un selfi. Me hizo prometerle que terminaría el libro, y, sobre todo, que no quería fiestas tristes. Me dijo: ‘Gracias, Du, estos seis años que he vivido contigo han sido lo mejor de mi vida. He vivido lo que yo quería vivir. Me voy tranquila. Quédate tranquilo y orgulloso'. Estamos obligados a ser felices, eso no quita el dolor», explica Du, que añade: «Todo lo que hablé con ella en esos momentos para mí es como una biblia». Se sigue despertando todos los días pensando en ella. Él emigró a España no por buscar mejores condiciones de vida ni un trabajo mejor, sino por vivir con la persona que amaba y crear un proyecto juntos, y, aunque ahora Sonia no está, tiene el propósito de cumplir con todo lo prometido. A Sonia le quedó pendiente llevar a los niños al lugar que le cambió la vida, y Du espera poder cumplir pronto el deseo. «Iremos de vacaciones o lo que sea. España es mi casa, pero no descarto nada, en Bisáu también está mi casa, mi tierra y mi gente», cuenta Du, que promete en breve retomar su actividad en redes y compartir su día a día con esa familia virtual que tanta fuerza le dio a Sonia.