Teresa Hermida, abogada de la víctima de la manada: «Es una chica muy fuerte y decidió que por ella y por todas las mujeres tenía que luchar»

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Este caso marcó un antes y un después en este país. Siete años más tarde, la letrada reconoce que su clienta todavía sigue a tratamiento. Hablamos de cómo está, cómo lo vivió y de la petición de uno de los condenados de rebajar su pena

12 feb 2023 . Actualizado a las 10:15 h.

Poco se imaginaba la abogada Teresa Hermida que cuando saltó la noticia de la violación a una joven de 18 años por parte de la manada el 7 de julio del 2016 durante los sanfermines, ella acabaría representando a la víctima y se acabaría involucrando en un caso que ha marcado un antes y un después en la historia de las agresiones sexuales en este país. Precisamente, esa indignación y la movilización de la gente por lo que consideraba una sentencia injusta, acabó provocando la creación de una ley para proteger a las víctimas. Pero la norma se dio de bruces con la realidad. Teresa nos explica por qué, cómo se encuentra su clienta y en qué situación está el caso. Pero llamándola de La Voz de Galicia, tampoco quiere dejar pasar por alto su vinculación con esta tierra y el cariño que nos tiene. «Veraneo todos los años en Cedeira en casa de unos amigos que son mi familia», dice.

—La ley del «solo sí es sí» surgió, precisamente, del caso de la manada.

—Efectivamente. Cuando la condena fue por abuso sexual, hubo ese clamor social solicitando que no fuera abuso, que fuera violación. A raíz de esas protestas para que se regulara el consentimiento, aparecieron ya los primeros esbozos de lo que iba a ser la ley del solo sí es sí.

—No sé qué más indignó: si la resolución de la sentencia o los comentarios de uno de los jueces...

—A mí cuando me preguntan por el voto particular, lo único que tengo que decir es que es particular. Punto.

—¿Ella cómo lo vivió?

—Pues con total desasosiego porque no se esperaba una sentencia de ese modo. En un momento en el que además estaba flojeando y decía: «Mira, pues ya da igual». Pero al final decidió que tenía que seguir luchando porque su verdad era la verdad. Y la verdad es que no había sido objeto de un abuso, sino de una agresión sexual en unas condiciones muy trágicas y muy violentas. Y no podía consentirlo.

—¿Hubo un momento en que casi tira la toalla?

—Es que no había ningún lugar en el que no se hablara de ella. No había ni un bar, ni una cafetería, ni en la cola del supermercado, ni en el metro, que no se hablara de ella. Y ella tenía que hacer su vida y eso lo vivía y lo escuchaba. Entonces se sentía mal y decía: «Es que ya no puedo más». Pero luego es una chica muy fuerte y decidió que por ella y por todas las mujeres que sufrieron lo que ella había sufrido tenía que luchar. Y decidió apelar.

—Esa sentencia indignó a todo el país.

—Indignó a todas y a todos. También a muchos hombres. Ella no se lo esperaba. Pero le apaciguaba el ánimo y le hacía sentirse bien y decía: «Me están demostrando que me creen». Y para ella era fundamental que la creyeran. Entonces, que las mujeres salieran a la calle le dio fuerzas. Pero ya te digo que es una chica muy fuerte, aunque era muy joven.

—¿Por qué una ley que se supone que tiene que proteger a las víctimas beneficia a los agresores?

—El espíritu de la ley, el corazón de la ley, es muy bueno porque lo que hace no solo es garantizar el derecho de la víctima, sino fortalecer ese derecho. El problema es que en esa ley había una brecha, que había que haber solucionado y no se solucionó. En un momento determinado se dijo que no era necesario solucionarlo, que el problema lo tenían otros, y resultó ser que, efectivamente, como ahora están viendo, había que solucionarlo. No sé si habrá que modificarla, derogarla, cambiarla por una nueva... pero lo que está claro es que esa brecha, por la que se escapa el derecho de la víctima para que sea aprovechado por el delincuente agresor, hay que cerrarla. Ahora parece que el Gobierno se está dando cuenta de que la ley hay que reformularla. Pero esto lo llevo diciendo desde hace cuatro meses. Desde el momento en el que salió y que ya veíamos que eso podía ocurrir.

—¿Crees que responde a un tema político?

—No lo sé ni me interesa. Porque el dolor de una víctima, el sentimiento de una víctima, no tiene color político.

—Son más de 400 los agresores sexuales que se han beneficiado de esta ley con rebajas en sus penas. Y eso ya es inamovible.

—Efectivamente. Ahí ya no podemos hacer nada. Ni tampoco con todos los que vayan saliendo por la demora en la modificación de la ley. Por eso, lo que quiero es que se modifique cuanto antes, que le den una solución ya.

—¿Cómo ha vivido tu clienta esta rebaja masiva de penas?

—Con mucho desasosiego y con mucho desamparo porque no entendía esta situación. Para ella que se cumpla la sentencia es fundamental porque para eso ha luchado. Para que fuera considerado una agresión, no un abuso. Y para que si la condena es de quince años, que sean quince años. No puede ser que por un error se vea reducida la pena de los que a ella la agredieron.

—¿Alguno de ellos ya ha solicitado la rebaja de la pena acogiéndose a esta ley?

—Sí, Ángel Boza.

—¿Y esto puede provocar una reacción en cadena del resto?

—En principio, las condiciones se daban en este. Pero no sé si los demás lo van a pedir.

—Entiendo que si se lo conceden, recurriréis.

—Él ha hecho una solicitud y nosotros nos hemos opuesto a esa solicitud. Ahora la Audiencia de Navarra tiene que resolverlo. Y lo que diga la Audiencia es objeto de recurso, tanto si rebaja la pena como si no. Si es que no, entiendo que recurrirá la otra parte, y si es que sí, recurriremos nosotros al Supremo. Pero, la resolución que dicte la Audiencia será ya importante. [Días antes de la publicación de esta entrevista la Audiencia Provincial de Navarra rechazó rebajarle la pena a Ángel Boza].

—También lograsteis condenar a un portal web por revelar datos privados de tu clienta.

—Conseguimos una condena para un foro de internet como responsable subsidiario por la filtración de determinados datos de la víctima. Esta fue una sentencia pionera, por eso es importante. Y es la primera vez que se castiga por responsabilidad civil a un foro de Internet en lo que se llama violencia digital contra la mujer.

—¿Y como abogada, cómo has vivido este caso?

—No soy solo la abogada de la víctima de la manada. Me dedico además a otras cosas y lo hago bastante bien [se ríe]. Quiero decir que tengo mi profesión, llevo muchísimos casos, algunos con más trascendencia que otros, y tengo mi cargo como vicepresidenta del Consejo de Abogacía de Castilla-La Mancha, soy profesora de universidad...

—Pero entiendo que ha supuesto un reto.

—Este tema no lo llevé de inicio, pero en el primer momento que vi esta noticia en televisión, creí a la chica. Y me solidaricé con ella. Y he ido a muerte con ella y, para adelante. Y todo lo que hemos conseguido ha sido por la fortaleza que ella me ha dado a mí.

—¿La repercusión también te ha sobrepasado?

—En mi familia y en mi entorno nadie sabía que yo era la abogada de la víctima. Y salía a cenar con amigos o iba a una cafetería o a una reunión y tenía que oír barbaridades. No podía manifestar lo que sentía y lo pasaba realmente mal. Cuando ella decidió mandar la carta de agradecimiento a El programa de Ana Rosa, ya ahí me liberé porque todo el mundo supo lo que estaba haciendo. Ni mi hijo lo sabía. Recuerdo que me escribió un mensaje y me dijo: «Mamá, flipo». Solo me dijo eso.

—Querías preservar su intimidad a toda costa.

—Y la sigo queriendo preservar. Solo me verás hablar de ella de lo fuerte y lo maravillosa que es y de todo lo que nos está demostrando a todos. Es una jabata y una magnífica persona. Y sigo preservando su identidad porque se lo merece. No deseo que sea revictimizada más, porque ya tiene bastante.

—¿Alguna vez saldrá hablando abiertamente?

—No lo sé. Por ahora, no. Estamos recibiendo todo tipo de ofertas, pero no. Todos estamos preservando su identidad. Y ella no va a salir hablando. Cuando se cure, lo mismo hace como Nevenka en su momento.

—Por lo que dices, entiendo que aún no lo ha superado.

—No, no. Está a tratamiento todavía y está mal. Y sí que pido que, por favor, no saquéis los datos de los agresores o las caras; o el vídeo en el que aparecen vestidos con la camiseta blanca y el pañuelo de San Fermín; o la cara de ella pixelada en la plaza del Castillo... Porque ella está en un determinado sitio viendo la televisión y se nos viene abajo otra vez. Y no puede ser. Cada cosa o cada sentencia que hay, otra vez volvemos al 7 de julio. Ella no está curada todavía. Pero siempre dice que está tomando el timón de su vida. Lo está intentando.

—Cuéntame esa conexión gallega que tienes.

—Conocí a mis amigos gallegos en un viaje a Tenerife hace 31 años. Y desde entonces somos inseparables. Ella es de As Pontes y él de Vilalba. Y vamos de vacaciones todos los veranos a su casa en Cedeira. Luego, tengo otros amigos en Santiago que también son como familia. Siempre digo que tengo familia gallega.

—Parece que te sientes como en casa.

—Sí, sí. Es mi casa. Cuando hice el Camino de Santiago y llegué al mojón que ponía Galicia, dije: «Ya huele a Galicia». Y me emocioné. Es mi segunda patria.