Beni y David, madre e hijo matrones: «El dolor te dice mejor que cualquier profesional cuál es la mejor postura para parir»

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Benita y David con un grupo de mujeres embarazadas a las que atienden en Viveiro.
Benita y David con un grupo de mujeres embarazadas a las que atienden en Viveiro. Xaime Ramallal

«Hay planes de parto que yo no firmaría ni con un cuchillo al cuello», dice la matrona, con 40 años de experiencia, que atiende actualmente en seis centros gallegos. Su hijo David sigue sus pasos en Lugo. ¿Se respeta el embarazo? ¿Qué avances hemos vivido en la atención al parto en los últimos años?, ¿Qué hospital es el referente en Galicia?

20 mar 2024 . Actualizado a las 18:12 h.

David González (Lugo, 1992) es una excepción, cada vez mayor, en un mundo de mujeres, la matronería. Él es uno de los once matrones no jubilados de las 367 personas en activo en esta profesión en Galicia, según los últimos datos del INE. «Mi madre es matrona, pero las profesiones heredadas son las menos», indica quien en bachillerato afrontó la gran pregunta: «¿A qué me quiero dedicar?». «Pensé: ‘¿A qué me quiero dedicar 40 años que pueda seguir disfrutando 40 años después?’», explica. Eligió atender a la mujer. «Hoy, si me toca la lotería, seguiría trabajando en esto», asegura David tras siete años de experiencia como matrón, profesión que ejerce en Lugo y en la que sigue los pasos de su madre, Benita Martínez (Cuenca, 1959), con más de 40 años de oficio, todos en Galicia. Digamos que la matrona que ella es nació aquí y aquí tuvo a sus dos hijos.

¿Acompañar un nacimiento es algo especial, por más que se haga a diario? «Sí —responde David—. A las matronas se nos reconoce por eso, pero hacemos más. Acompañamos a las mujeres durante toda su vida», responde alargando la o.

La pandemia fue una dura prueba para madre e hijo, como para el resto de los profesionales y sus pacientes. «Ni una sola mujer de mi consulta se contagió de covid, y eso que entraron acompañadas de sus parejas toda la pandemia», resume Benita, a la que llaman Beni. «Cuando nace un niño, nace un padre. Y hay estudios que concluyen que la potencia analgésica de un acompañante en el parto es casi comparable a la de la epidural», suma David. ¿Pero qué puede hacer la pareja para aliviar el dolor? «Yo lo planteo al revés: «Imagínate parir sola, sin tu pareja, sin nadie de tu familia al lado».

Madre e hijo son un equipo que nunca deja al margen la profesión. ¿Habláis de partos en la comida del domingo? «Es imposible no hablar de trabajo en reuniones familiares. A veces mi otro hijo nos dice: ‘Queda prohibido hablar de matronería’. Pero los dos amamos esta profesión y siempre tenemos experiencias que compartir», dice Beni, a la que en un momento dado su hijo David, tras acabar Enfermería en el 2014, hacer prácticas en el Psiquiátrico de Conxo y aprobar la oposición, puso en una encrucijada. «Yo tenía dudas entre la psiquiatría y la matronería», cuenta el matrón. «Y me puso en un brete. Un día me dijo: ‘Mamá, ¿tú esto de ser matrona cómo me lo venderías?’. Son pacientes sanas y esta es la especialidad más independiente», le contestó ella, que ya había sido convincente como ejemplo durante décadas, con esa «felicidad» que David vio en ella durante toda una vida como matrona.

¿Tenemos embarazos respetados?

Los dos subrayan que atienden pacientes sanas, pero vulnerables. «Hay que tener en cuenta la vulnerabilidad de la mujer» en momentos cruciales, como lo son un embarazo y un parto. «Si en ese momento en que eres manipulable, estás sola, vas a dejarte hacer lo que te quieran hacer. Lo que quieres es que tu hijo nazca bien, así que a cualquier cosa que te digan los profesionales vas a decir que sí. La pareja, además de darte apoyo, no tiene dolor en ese momento. Tu pareja sabe lo que quieres. Si es algo hablado previamente, tu pareja lo sabe y es tu apoyo. El parto respetado va de eso..., dice Beni.

EL REFERENTE EN GALICIA

Para hablar de parto respetado, advierte, hay que empezar por un «embarazo respetado». «Si una mujer te pide que la cites a las 8.00 porque como se enteren en su trabajo la van a echar, no es un embarazo respetado. A veces parece que, cuando te quedas embarazada, tu coeficiente intelectual disminuye, que pasas a tener 5 o 6 años. En un embarazo respetado, se debe informar de todo a la mujer. Y en algunos hospitales hay planes de parto que no firmaría ni con un cuchillo al cuello», revela. Pon a una mujer en la encrucijada de tener que elegir entre su trabajo y su hijo. Pero no todas pueden elegir. «Yo sé de mujeres que deben llevar pañal porque trabajan en una cadena y nos las dejan ir al baño. Si quieres ir al baño, en esas empresas te aguantas y te haces pis en el pañal. Esto tiene que saberse», señala la matrona.

¿Qué quieren las mujeres? ¿Pervive esa visión social y laboral de es una blanda la que coge una baja antes de lo estipulado porque, pongamos, teme coger el coche para ir a trabajar embarazada de 28 semanas? «No solo eso. De cualquier cosa se te va a culpar a ti. Piensa en una mujer que aborta. La mayoría de los abortos no se sabe por qué ocurren. La mujer muchas veces se echa la culpa: ‘¿Qué habré hecho?’. Y añádele eso de: ‘Bueno, mujer, venga, si aún eres joven...’. Una mujer embarazada va a hacer algo importante, lo más importante: traer una criatura al mundo. Si quieren que tengamos niños, nos tienen que cuidar ya en el embarazo, y respetarnos», reivindica Beni.

Grandes avances y cosas por hacer

En la profesionalización del parto «ha habido grandes avances», admite David. «No hay que irse muy atrás, solo hasta las abuelas, una época en la que el parto no estaba asistido, o lo estaba a veces por matronas formadas con un cuerpo de conocimientos propio. Pasamos de esto al parto hospitalario, en el que parece que cuanto más mano metas mejor. Vamos a pasar ya al modelo de ‘vosotras tenéis la información, tenéis el poder. Negociemos’», propone el matrón gallego.

Beni no olvida sus partos: «El primero fue en Lugo, con 26 años. Fue atendido por la matrona. Tengo la pena de que me separaron de mi bebé. ¿Cómo yo, siendo matrona, dejé que nos separaran? ¡Qué mal enseñadas estábamos las matronas entonces que permití eso! El segundo parto fue distinto. Lo tuve con 32 y el bebé estuvo conmigo todo el tiempo. Tengo el buen recuerdo de que todas mis compañeras en aquel momento vinieron en cuanto se enteraron de que estaba de parto. Fue especial, muy gratificante».

En 40 años, esta matrona gallega de adopción ha visto cambios muy buenos, como el hecho de no separar al bebé, en cuanto nace, de su madre; o el piel con piel con prematuros. «Esto se hace en el Hospital 12 de Octubre, pero no en ningún hospital gallego en el que yo he trabajado. En Galicia debemos seguir el ejemplo del 12 de Octubre en eso. Ahora hay otros avances, no se pone el enema ni das a luz boca arriba si tú no quieres. Hoy, hay camas articuladas para que puedas ir cambiando la postura», aprecia la matrona.

La mejor postura para dar a luz

«Está demostrado que los partos de lado tienen mejores resultados en el periné. Sabiendo esto, si la mujer quiere parir de pie o a cuatro patas, que lo haga. Su dolor le va a decir cuál es la mejor postura para parir mejor que cualquier profesional», añade David, que señala que uno de los problemas hoy es no dar información. «Tú no puedes hacerle nada a nadie sin que sepa lo que le haces y por qué. Si hay que romper la bolsa por el proceso de parto, tienes que explicarle a la mujer por qué lo debes hacer», afirma.

Pero «no hay disciplina que esté cambiando tanto como lo está haciendo la atención a las mujeres», valora.

¿Por qué muchas mujeres que quieren un parto respetado eligen el Hospital do Salnés? «Porque es el hospital donde más se respetan las decisiones de las mujeres de toda Galicia en parto y posparto», afirma Beni. Imitar este modelo, continúa, no es costoso, pero puede «herir egos». «Hay muchos intereses en torno a un parto», añade la matrona, que visibiliza la precariedad de su profesión. «Hay auxiliares de mi centro de salud que cobran igual el doble de lo que cobra mi hijo —plantea—. Tenemos cada vez más competencias. Las matronas seguimos luchando por las mujeres, cuando para poner una matrona en un centro de salud se ciñen a las de 15 a 64 años. ¿Las mujeres nos morimos a los 65? ¡Si supieran lo que les evitamos a las urgencias, cobraríamos el doble! Estamos velando por la salud de las mujeres, y es algo que no siempre se nos reconoce».

«Es mejor prevenir que curar. Nosotros, nosotras, encarnamos esta prevención», concluye David, que pone un ejemplo: «Estás con un grupo de mujeres que están ejercitando el suelo pélvico, es importante. ¿Sabes lo que vale una operación para colocar la vejiga en su sitio, lo que cuesta esterilizar un quirófano? ¿Sabes lo que ahorramos con ese grupo de mujeres que entrenan su suelo pélvico? Un sueldo mío de cinco años. Lo mejor para una enfermedad es lo que hacemos, prevenirla».

A David no se le ocurriría perderse el parto de un hijo: «¡Ni loco me lo perdería! Aunque igual estaría allí solo al 70 % como matrona. Hay una implicación emocional muy fuerte, pero no quiero renunciar a eso. Pocos padres tienen la oportunidad de asistir al nacimiento de sus hijos como puedo hacerlo yo por mi trabajo». 

Madre e hijo valoran, sobre todo, la cercanía con las mujeres, y no dejan la oportunidad de advertir del «grado alto de matronas que se jubilan, que el Sergas no va a reponer». «Pero me siento muy bien siendo parte de esta lucha activa desde la Asociación Galega de Matronas (Agam), estando en el barco por las mujeres y por sus familias», dice David, que es el actual tesorero de la asociación.

¿Hay brecha de género en esta profesión en la acodida de las pacientes, sentimos las mujeres que nos atienden mejor matronas que matrones? «Solo si presupones que la mujer que te atiende tiene un grado de empatía importante. Si te atiende una mujer que no es empática o que te da un argumento del tipo: ‘Como lo viví, yo te entiendo’, igual no te sientes tan bien atendida. Mi postura va a ser algo distinto, como: ‘Mira, no tengo ni idea de lo que duele, pero me imagino que un montón porque te veo afectada. No hace falta tener un cólico nefrítico para entender cuánto duele un riñón, ¿no? La experiencia ayuda, claro que sí. Pero tú puedes tener una experiencias, ¡yo tengo cientos de experiencias con todas las mujeres con las me cruzo a nivel profesional! Esos miles de mujeres me aportan mucho más conocimiento que mi propia experiencia. Dándole una vuelta de tuerca: ¿crees que alguien se mete a matrón porque sí? No. Tienes una predisposición al cuidado de la mujer; si no, te dedicarías a otra cosa».

¿Piensa Beni lo mismo que su hijo?  «Hasta hace poco en la profesión éramos todas mujeres, y si escuchas a las mujeres que han dado a luz durante todos estos años... muchas no están contentas con las matronas que las han atendido, y hemos sido todas mujeres», resuelve Beni. «Olvidamos que tenemos dos orejas y una sola boca, ¡dos orejas!, y muchas veces sacamos la lengua a paseo antes de escuchar. Muchas veces el primer problema es no escuchar. En esta profesión y otras muchas».

Laura y Cristian, matronas y padres de Lucas, que «tiene muchos titos y titas» en Lugo, entre las pacientes a las que atiende esta pareja de profesionales.
Laura y Cristian, matronas y padres de Lucas, que «tiene muchos titos y titas» en Lugo, entre las pacientes a las que atiende esta pareja de profesionales. ALBERTO LOPEZ

Cristian y Laura, pareja de matronas: «Cuando una mujer no disfruta su parto, lo vemos como un fracaso nuestro»

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Ana Abelenda

Nacer es algo tan común como extraordinario, sobre todo si todo va bien. Este 7 de junio se celebra el Día Mundial de los Derechos del Nacimiento, tras la Semana del Parto Respetado, un concepto que cada vez suena más, aunque no sepamos bien qué es. «Un parto respetado puede ser un parto por cesárea, como fue el mío. Porque también parimos por cesárea», comienza Laura, que forma con Cristian una pareja muy unida por dos amores, el suyo y el que sienten por un tercero: su profesión.

¿Matrones o matronas? «Siempre me presento como matrona porque estoy en una profesión eminentemente femenina», explica Cristian. «Cuando empezamos en esto, yo a él le llamaba matrón, y él me corregía: ‘No, ¡soy matrona!’. Somos matronas los dos», refuerza Laura.

Esta pareja que vive y trabaja en Lugo triunfa en redes como Matronas e Nais —que da nombre al centro que llevan en su ciudad, «un guiño a las madres y matronas que comparten el camino de la maternidad»— explicando qué es un plan de parto y de posparto, cómo facilitar la lactancia (o compaginarla, por ejemplo, con la menopausia) o qué expectativas son viables ante el parto.

Los dos son matronas, pero el de madre es un título exclusivo de Laura. «Cristian como padre y yo como madre formamos un equipo perfecto para la crianza de Baby Lucas, que es como llamamos a nuestro hijo», nos revela ella.

La vocación fue el flechazo, el cordón umbilical que los unió antes de la pandemia. «Nos conocimos en la residencia de matronas en Lugo en el 2017. Laura vino de Salamanca a formarse aquí. Cuando pasó a R2 (residente de segundo año), yo entré como R1 (residente de primer año)», cuenta él. Y sigue ella: «Yo vine a Lugo con billete de vuelta, en teoría... y me quedé. Lugo me acogió muy bien».

Cristian y Laura coincidieron como residentes un año de los dos que contempla la formación en la profesión, una especie de mir. «Pasamos juntos muchas horas. Coincides en talleres en el hospital, fuera tomando algo... El roce hace el cariño», sonríen. «En el primer parto que acompañé como matrona adjunta, coincidió que estaba Cristian de guardia como residente», revela Laura.

Tras sumar muchas horas de vuelo viendo nacimientos, ¿sigue habiendo algo mágico en este acontecimiento común? «Sí, parece que la descarga de oxitocina de la madre en el parto se contagia. Cada nacimiento es distinto, cada uno tiene su emotividad. Nos gustaría que todos los nacimientos fueran fantásticos, pero la realidad no siempre es esa. Y eso es lo más difícil de nuestro trabajo», desliza Cristian, que, como Laura, vive como un privilegio el hecho de acompañar a una mujer en todos los ciclos de su vida sexual y reproductiva.

«Parece que a las mujeres se les ha olvidado parir, y es algo inherente. A veces se les ha quitado el protagonismo con la medicalización del parto. Ahora, poco a poco, están cambiando las cosas», admite Cristian. «También las mujeres cada vez nos hacemos más conscientes de las etapas por las que pasamos. Cada vez más mujeres quieren información sobre anticoncepción, sobre cómo planificar un embarazo o sobre cómo vivirlo en las mejores condiciones», detalla Laura.

ALBERTO LOPEZ

OJO AL PLAN DE POSPARTO

«El mío fue un parto respetado y fue un parto por cesárea», subraya la matrona rompiendo el cliché. «Tenemos en mente que un parto respetado tiene que ser un parto vaginal, que lo que se sale del canon de lo natural ya no lo es. Mi parto no solo terminó en cesárea, sino que además hubo inducción. Parir por cesárea también es parir», remarca.

Un parto respetado es aquel «en el que la mujer y la familia están informadas y la mujer tiene la capacidad de tomar decisiones acompañada del equipo sanitario. Se le trata con respeto, sin infantilizarla. Se le explican alternativas», prosigue Laura, que dio a luz en el HULA, de Lugo, «disfrutando el parto de Lucas». Cristian asistió a él como padre. «Pero mi sombrero de matrona no me lo puedo quitar. Inconscientemente, miraba el monitor...», admite sin rubor.

En el parto respetado no hay violencia obstétrica, «que existe —explica Cristian— pero no son técnicas. Es decir, una episiotomía no es violencia obstétrica cuando está médicamente indicada y está informada. Violencia obstétrica es hacer una episiotomía sin informar a la mujer y sin indicación médica».

Para atender las preferencias de la madre es importante el plan de parto, un GPS para los profesionales en el proceso. «Si, en ese plan, la mujer especifica que no quiere la epidural, le preguntaré una sola vez si la ponemos», explica Cristian, «no más». ¿Qué otras maneras tenemos de aliviar el dolor? «La ducha, la bañera, la pelota, el rombo de Michaelis, el movimiento... Moverse es importante».

«¡Nosotros hasta bailamos en el parto de Lucas! Los bailes latinos ayudan a la dilatación», asegura Laura. «A las mujeres que atendemos les decimos que no vienen a prepararse para un parto vaginal sin puntos, sino para vivir el proceso desde una conciencia positiva, independientemente de cómo acabe», apunta Cristian. Parece que la manera válida de parir es un parto natural, y esta es una forma de presión. «Si alguien te vende un parto sin dolor, ¡huye de esos métodos! Hay mujeres que tienen el umbral del dolor muy alto, pero el dolor en el parto tiene un objetivo positivo, te ayuda a centrarte en ti, en dar a luz. Pero el dolor no es sufrimiento. A veces una se imagina un parto idílico y lo que sale de ahí es un motivo para sufrir», dice Laura. En ocasiones, llevadas por el deseo y esa prensa rosa de andar por casa que hay en torno a la maternidad, las mujeres «se confunden y hablan de objetivos como si fueran expectativas. El parto vaginal no es un objetivo, como no lo es el parir sin ventosa, porque eso no depende de la mujer. Es importante que las mujeres vayan al parto con objetivos claros que dependan de ellas, como: ‘Me voy a mover en el parto’», plantea Cristian.

¿Y EL POSPARTO QUÉ?

Hay todo un bosque que ver. «Ponemos nuestras miras en el parto. Y el parto es solo un momento en la carrera de fondo que es la maternidad —avisa Laura—. Lo intenso viene después, en el posparto. Con Baby Lucas nacimos como familia. Cuando nace un bebé, nace una familia. Tan importante como el plan de parto es el plan de posparto, hacerse poco a poco a todo lo que viene después».

Ser padres de Lucas a ellos les potenció la empatía y les hizo descubrir la intensidad del posparto. «Los peores pospartos vienen tras los peores partos. Una forma de cambiar estos pospartos es cambiar la forma de nacer», señala Cristian. ¿En qué? «Hay que devolverle el protagonismo a la mujer; unificar protocolos en base a la evidencia científica; no tiene sentido que en el hospital de Lugo se trabaje de una forma y en el de A Coruña de otra».

Lo mejor para esta pareja de matronas que se estrenaron el 18 de enero como papás es el cariño de las mujeres. «Lo peor, afrontar una muerte fetal, una pérdida gestacional. No se entiende; es algo con lo que nadie cuenta. Y un hándicap es que el sistema no te ayuda a crecer; no se premia la formación para dar asistencia de calidad a las mujeres, solo importa trabajar-trabajar hasta que a los 45 años puedes conseguir una plaza en la sanidad pública», lamenta Cristian.

«Las mujeres son increíbles, tienen un potencial bárbaro —concluyen los fundadores de Matronas e Nais—. Estamos los dos muy enamorados de la profesión. Aunque no todos los días son buenos, algunos cerrarías la maleta y te irías... Cuando ves que un parto no avanza, cuando una mujer no lo disfruta, lo vemos como un fracaso nuestro como profesionales. Te lo llevas a lo personal».

La vida. A veces duele, pero siempre nos cura el amor... ¡Y bailar!