En abril fueron noticia cuando les contamos que todas se habían quedado embarazadas ¡en una sola calle!, la carretera que cruza el lugar donde residen. Ese misterio acaba de cobrar vida: todas han dado a luz a sus hijos
23 nov 2021 . Actualizado a las 22:41 h.Hace seis meses que nos vimos por última vez y en este tiempo son otras mujeres. Solo hay que verlas con sus bebés en el colo. Todas fueron noticia en abril porque nos dieron un bombazo: 14 chicas de Baio se habían quedado embarazadas a la vez y todas vivían a escasos metros. Así que en esa recta que cruza Baio, en el municipio de Zas, nos avanzaron un titular sorprendente: «¡Once embarazos en una sola calle!». Entonces publicamos en YES la foto de once porque tres de ellas no pudieron sumarse al encuentro el día que quedamos en abril. Sin embargo, en esta ocasión dos de las que faltaron -Vanessa y Alejandra- han podido acercarse a las Torres do Allo donde las reunimos el pasado domingo. Es cierto que nos falta Katy, pero sabemos que como todas estas mujeres cumple con este curioso misterio que se ha dado en la zona. Porque, a ver, normal, normal no es que en un lugar con 1.000 habitantes, y tal y como está de envejecida Galicia, nos topemos con esta magnífica sorpresa de 14 bebés a la vez. En la foto de hoy, repito, posan las treces con sus hijos, todos deseadísimos y queridísimos que han coincidido en el tiempo «por puro azar», aunque desde que salieron en YES no son pocas las coñas que les han hecho con el elixir de la maternidad que hay en Baio. Sus parejas son todos de la misma localidad, porque en esta casualidad, estos bebés han nacido de parejas heterosexuales, pero el protagonismo, con el permiso de ellos, se lo damos hoy a las madres.
La más joven es Natalia, que a los 25 ha tenido a su primer hijo, Izan, hace solo un mes. Ella dio a luz en Cee y cuenta que la experiencia fue «bastante mala», porque después de 24 horas de contracciones y sufrimiento, el niño terminó naciendo por cesárea. De momento está en esa nube de felicidad y no se plantea el futuro, si bien en su horizonte está la guardería, tal vez cuando cumpla un año, y después de que el padre y ella se incorporen a sus trabajos.
La guardería es una reclamación de todas en una localidad en la que no existe, pero tampoco cuentan con muchas opciones por las poquísimas plazas de la escuela de Zas. «Por favor que poñan máis, é moi triste que na zona rural non teñamos garderías para os nenos que hai. Así como imos conciliar!», reclama en nombre de todas Berta, que a sus 41 ha sido madre por primera vez de Mariña. «Pensei que a maternidade ía ser un cambio máis grande, pero non foi tan drástico. Para min non supuxo un choque emocional tan enorme, a miña parella e mais eu seguimos facendo as actividades que nos gustaban antes, como o deporte ou quedar con amigos, ela vén connosco, pero por suposto respectando os seus horarios», dice Berta, que dio a luz también en Cee, en un parto estupendo sin epidural y en el que no necesitó ni un solo punto.
Nada que ver con el de Sandra, que con 33 años sufrió un buen susto, tras la dura experiencia de una cesárea para que naciera Ismael, que tiene 4 meses. «Deume reacción a epidural e quedei paralizada durante uns días, o burato por onde me pincharon perdía líquido e tiven que volver a quirófano para que mo tapasen», afirma sin quitarle una pizca de alegría a su nueva situación: «Estou feliz, cambioume moito a vida, pero para mellor, deulle máis sentido a todo, os problemas que antes me parecían graves agora son pequenos. Vívese mellor con fillos», anima al resto de mujeres. Eso lo sabe bien Pamela, que acaba de tener a Liam, su segundo hijo, que ha cumplido los 6 meses y se lleva solo trece con su hermano mayor, Tiago. «Tiñamos pensado ter dous, e mira, chegaron moi seguidiños, pero é unha marabilla. O neno ten paixón polo seu irmán, que acaba de empezar a gardería en Zas. A Liam penso que lle tocará en febreiro, porque polo momento conciliamos coa axuda do pai», cuenta Pamela, que no duda en destacar la implicación de su marido. «Éncheseme a boca falando del, como coida aos nenos, é un gran papá!; desde que decidimos que eu me incorporaría a traballar, el asumiu toda a carga na casa, estou moi contenta».
Liam es buenísimo, como todos estos bebés que no protestan ni un segundo durante este encuentro cariñoso. En general, comen y duermen bien, por lo que ninguna de las madres de Baio se queja en este sentido, aunque muchas sí lo hacen de las pocas ayudas que han recibido o que no les han llegado. «É como o da tarxeta Benvida que dá a Xunta, a moitas de nós non nola concederon por un tema de renda, cando somos todas familias traballadoras e suponse que é unha benvida aos nenos para favorecer a natalidade. Pois pouco van estimular que nazan rapaces así!», se lamentan.
«UN ANO EN CASA»
«Esta é unha experiencia incrible, pero se resistimos os pais!», dice Noelia, que a los 41 acaba de ser madre de Martiño, que tiene un hermano, Roque, 15 meses mayor. «A maternidade é moi bonita e moi cansa a partes iguais», avanza Noelia sin negar que todo se sostiene gracias también al apoyo de los abuelos, porque todas coinciden en que desarían que sus bebés estuvieran al menos un año sin ir a la guardería. «Non temos máis remedio que mandalos, pero o mellor sería telos connosco e contar co tempo necesario para crialos na casa, pero polos traballos é imposible, así que sen prazas de gardería, dinos como imos facer!», reclaman todas. «Eu nunca tiven instinto, pero non podiamos esperar moito pola miña idade, -apunta Vanessa, de 40 años-, alongamos todo o que puidemos a nosa liberdade, pero había que decidirse e estamos felices con Sabela, aínda que recoñezo que a maternidade supón un freazo en seco».
A su lado, Alejandra, que sostiene al mayor de todos estos bebés, Pablo, de 7 meses, lo confirma: «Es mi primer hijo y el último; yo tuve un embarazo horrible, nació prematuro por cesárea y terminé en la uci porque el útero no se me contraía, así que con Pablo he cumplido. Lo bueno es que se está criando genial, le di el pecho hasta que me incorporé al trabajo y ahora va la guardería de Vimianzo», señala esta madre entregada, como María, que es de todas ellas las que tiene el bebé más pequeñito. Sara, su niña, nació hace solo 23 días y aún le dura el susto. «Para min foi unha experiencia desagradable, foi un parto difícil que rematou en cesárea, así que aínda que eu sempre pensei en ter dous, ten que pasarme o medo».
«A min cambioume a vida para mellor -resume Rosa, que tuvo hace 4 meses a Silvia-; desde que a teño todo é felicidade, érgome e xa se me pon o sorriso», cuenta mientras se deshace en mimos a su hija. Con esa ternura las dejamos cerrando este ciclo afortunado que en Baio casi se convierte en otra buena epidemia. ¡Bienvenidos estos bebés y que lleguen muchos más!