Carmen Jonnes, «influencer» en fertilidad: «Si te relajas, te quedas embarazada, te dicen, y no es verdad»

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Carmen sabe lo que es desear un hijo que no llega. Hoy, tiene dos niños y 25.000 seguidores en Instagram, en una comunidad con mujeres y parejas de todo el mundo nacida para romper mitos y abordar en primera persona la infertilidad y la maternidad

07 sep 2021 . Actualizado a las 13:12 h.

Carmen lo peleó muy duro y al final logró ser madre por encima de sus expectativas. Fue una lucha consigo y con todos los falsos mitos y creencias y esa presión que, directa o sutilmente, entorpecen el camino de la maternidad. En el 2017, abrió en YouTube un canal para compartir su experiencia. Su objetivo era asomarse a una ventana para respirar y «dar voz a cientos de mujeres». Hoy, Carmen Jonnes tiene dos hijos, un libro (En busca de la fertilidad) y el deseo de seguir haciendo comunidad. «Desde que somos jóvenes, nos enseñan lo que es contracepción, pero no lo que es fertilidad. Hoy, la realidad es que nuestros cuerpos no evolucionan de la misma forma que evolucionamos a nivel social. Se está postergando la maternidad y con la edad vienen problemas para quedarte embarazada. Esto no te lo dicen», señala.

-O se dice y ofende. Se entiende que decir que retrasar la maternidad ocasiona problemas es como ir en contra de la libertad de la mujer.

-Exactamente. Cuando nos explican contracepción, deberían explicarnos también que el cuerpo humano funciona de una manera. No es que tengas que tener los hijos a una edad, pero la edad influye y la información es poder. Hay cientos de parejas desinformadas que se encuentran de golpe con un problema. Eso me pasó a mí.

-La tuya es una experiencia común.

-Sí. Lo primero es estudiar, viajar, tener un trabajo interesante, buscar una estabilidad... Vas dejando lo de tener hijos, pero el momento perfecto no existe. Eres joven y no piensas que puede haber un problema. Y de pronto quiero y encuentro que no sucede cuando yo quiero. Ahí empecé a decirme: «¿Qué está pasando?». Nunca he sido de querer vivirlo a escondidas, pero me sentía forzada a llevarlo así, porque cuando tocaba el tema notaba incomodidad.

-¿Tiene algo de tabú?

-Sí. Hay presión social, y hay muchas cosas que tomamos como algo normal y no lo son, como el «si te duele la regla, toma la píldora». Que tienes acné, te tomas la píldora... Y de repente te encuentras con que llevas tomándola diez años y cuando dejas de tomarla... ¡sorpresa! Estaba tapando un problema.

-¿Desrecomiendas la píldora?

-No. El problema no es la píldora, es que puede enmascarar problemas. Una vez, una ginecóloga me dijo una cosa interesante: que no veía el descansar de tomar la píldora como un descanso de la píldora, sino como dejar que tu cuerpo volviera a funcionar de manera normal para detectar si podía haber una endometriosis, por ejemplo.

-Otro viejo tópico: «El dolor de regla es normal». Y no lo es...

-Pero hay quienes siguen diciendo que aún el dolor de regla es normal. Me consultan mujeres que me cuentan que tienen un dolor de regla incapacitante. No es normal, hay que mirarse. El dolor está muy normalizado en la mujer. Con la maternidad pasa: no duermes, es normal, no pasa nada. O el posparto: «¿Lo pasas mal? ¡Pero si ya eres madres, era lo que querías!»

-¿Necesitamos profesionales específicos para tratar la infertilidad?

-Sí, no llega con el ginecólogo de familia, solo que la clínica de infertilidad suele dar reparo. Parece que, cuando vas, vas a hacerte un tratamiento y no tiene por qué ser así. Puedes ir a buscar un diagnóstico.

-Señalas que la Seguridad Social no lo cubre todo y tiene inconvenientes.

-Sí, por lo privado te puedes poner en los 7.000 euros, y en la pública es una criba muy estricta, porque los casos más habituales con problemas de infertilidad son mujeres mayores de 35 años y ocurre que un 50 % se debe a un factor masculino. Ellos también envejecen.

-Antes no se trataba ni siquiera de averiguar de quién venía el problema.

-Suele darse por hecho que somos nosotras. Empezamos las pruebas nosotras y, cuando está todo descartado, se hace pruebas él. En la fertilidad hay tres jugadores: ovarios, úteros y esperma. Un 50?% de las posibilidades de que algo vaya mal viene por parte del esperma. Lo que pasa es que ellos, por suerte, tienen también más posibilidades de mejorar.

-¿La alimentación y el estilo de vida son tan importantes como se dice?

-Son muy importantes. Cuando llevas un par de años, o incluso más, buscando un hijo, porque, claro... como todo el mundo te dice: «Cuando te relajes, te quedarás»...

-Basta oírlo para tensarse, ¿no?

-Sí, y no tiene sentido, porque la gente, generalmente, empieza a buscar el embarazo relajada, emocionada. Empiezas a estresarte con el tiempo si ves que no llega. No estar relajado no es motivo de infertilidad. La infertilidad es algo multifactorial. Un doctor me dijo: «Cuando te presentas a un examen, puedes sacar un 10, ¿verdad? Pero con un 5 también apruebas. Pues la fertilidad es esto... Partes del 10, pero tienes baja reserva ovárica; ahí pierdes un punto. Si tienes sobrepeso, pierdes otro. Y así, vas restando puntos. Si solo tienes un problema, tienes solución.

-Con varios problemas también hay solución, nos adviertes.

-Sí, y la ciencia avanza deprisa. En España puedes optar a la ovodonación hasta los 50 años.

-¿Qué hacer primero si quiero quedarme embarazada y no lo consigo?

-Lo primero, si pasan unos meses y no te quedas, y empieza a afectarte a ti a o la pareja a nivel psicológico, es ir a hacerse las pruebas, unas analísticas, para ver dónde estás. Si el punto de partida está bien, te da un margen. También depende de tu edad, la fertilidad cae en picado a partir de los 35. Si pasan los meses y no llega, mejor vamos a un especialista, no a un ginecólogo de familia. Es importante prepararse a nivel psicológico y físico para un tratamiento de reproducción asistida. Es importante llevar una alimentación fértil (dieta mediterránea, sin harinas blancas, reducir el consumo de proteína y comer más verdura, producto de proximidad para evitar los tóxicos...) y hacer ejercicio. A ellos les afecta, por ejemplo, el hecho de tener barriga. Un urólogo me dijo que la grasa abdominal produce una especie de perfume en los espermatozoides que los daña. Date un par de meses o más para prepararte. Mi primer hijo fue por fecundación in vitro y el segundo me quedé de manera espontánea. Y era más mayor, el problema de fertilidad de base estaba peor...

-Entonces, ¿influyó la tranquilidad de haber tenido ya un hijo?

-No lo sé... No creas. Cambié mi alimentación y empecé a hacer ejercicio para recuperarme del posparto. No creo que haya relación directa con el estrés, pero el estrés no es buen compañero.

-La infertilidad también une.

-Tengo una comunidad grande, con cientos de chicas, y nos sentimos igual. Es mágico, hay mujeres de Japón, Emiratos Árabes, Sudamérica... Da igual la cultura, la religión... La que quiere ser madre y no lo consigue pasa por las mismas etapas. Cuando no lograba quedarme embarazada, me levantaba pensando en eso y me acostaba pensando en eso, y tenía la sensación de haberme obsesionado. Cambié el prisma y empecé a pensar que no era obsesión, sino ilusión. Y solté lastre. En Creando una Vida, una comunidad para buscadoras de embarazo, hacemos quedadas. Son personas de distintos puntos del planeta con distintos perfiles. Como dice Mario Alonso Puig, la empatía y el amor curan. Mueven montañas.

-Infertilidad y virilidad no son lo mismo. Hay aún que subrayar esto.

-No, esa es una visión caduca de la virilidad, que tiene relación con la sociedad paternalista en la que aún vivimos. La infertilidad es una enfermedad, así está considerada por la OMS. Como tal, tenemos derecho a tratarnos. Como el que necesita un trasplante de órgano o ponerse una escayola.

-«En busca de la fertilidad» descubres varios casos que parecen milagros.

-Sí, conozco muchas mujeres que se han quedado embarazas cuando era impensable. Sueltan lastre, esa mochila de sentimientos negativos que a veces llevas encima. Con este libro también quiero llegar al personal médico, para que se pongan en la piel del paciente. Muchas parejas llegan al médico destrozadas y hay médicos que tienen falta de tacto. El que más aguante psicológico tiene gana la batalla de la infertilidad. Por eso, es importante que el médico te acompañe, sea un colchón. Lo que no puede ser es que el médico mire los análisis y te diga: «Lo siento, no tienes posibilidades». No puede ser y, en cambio, es lo que suele pasar.