Marisa, 55 años veraneando en Sargadelos: «Vengo aquí por la gente y la naturaleza»

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XAIME F. RAMALLAL

Desde el caótico 2020 ostenta el orgulloso y felicísimo título de abuela. Eva, su primera nieta, ya ha sentido Sargadelos a flor de piel y comienza a llevarlo en el corazón como ella, desde que tenía 7 años

08 ago 2021 . Actualizado a las 18:56 h.

Marisa Velasco Gómara, madrileña de nacimiento, llegó a este rincón de gran pasado y presente industrial y parajes de cuento por la tía Marina, oriunda de esta parroquia del Concello de Cervo, con la que descubría el lugar. Para siempre. Regresaría con sus padres Joaquín y Eufemia, volvería con Juanma (primero en calidad de novio y después de marido) y repetiría con sus hijos Laura y Jaime, el padre de Eva. En sus 55 años veraneando aquí, ha habido pocos que no hayan abierto la puerta de su «otra» casa, la gallega. Comprada en los 80 para descansar, recibir a los amigos de verdad que hizo, observar la huella del tiempo en la floración o costumbres labriegas y, con la vehemencia que caracteriza a Marisa, poner en valor el tesoro de una tierra que a veces a los lugareños nos cuesta apreciar, según ella ha podido percibir.

Sus primeros recuerdos de niña en Sargadelos son «jugar en el patio del pazo», el de Ibáñez, «las fiestas con las sardiñadas y los bailes en Cervo», las excursiones a bañarse en Furada Vella «cargados para pasar el día», el nacimiento de la célebre fábrica de cerámica que empleó a sus amigas de la zona «con 14 años», los viajes infinitos de Madrid a Sargadelos «por el puerto de Piedrafita haciendo noche en Astorga, por carreteras que eran una auténtica odisea», o los veranos ayudando a recoger las patatas de los vecinos, recuerda con morriña. Con la lengua gallega ha vivido otro idilio: «Nunca tuve la sensación de que fuera algo diferente a lo que yo hablaba». «¡Me encanta! Hay dos libros, A que sabe a lúa y Sopa de rato, que todos los años se los leo a mis niños», dice con profundo amor literario esta profesora en el colegio madrileño de San Gabriel. «Si tuviera que destacar algo de aquí sería la gente, el recibirte y siempre estar presente para hacerte las cosas fáciles», destaca, enfatizando a la vez que «el entorno es maravilloso» y que debería mimarse más, defiende. A su marido, que incluso ha sido pregonero de las fiestas de San Roque en Cervo, lo que le pierde también es la gastronomía gallega, sin duda. ‘¿Cuándo comemos?' Es un clásico de Juanma en las sobremesas. Finalmente, ella resume: «Aquí he encontrado personas y naturaleza. Con esas dos he encontrado la tranquilidad. Yo aquí vengo a mi casa, no a mi segunda casa. Y vengo por la gente».