¿Y ahora qué hacemos sin La Luna?

YES

Ramón Leiro

Cerrada por el covid. De esta mítica sala de fiestas de Pontevedra a la que acudía gente de toda Galicia entradita en años han salido miles de parejas. Hay quien se conforma con las sesiones del DJ en YouTube, otros no ven el día de volver

18 oct 2020 . Actualizado a las 15:57 h.

Lunáticos. Así es como tienen que estar todos los que no perdonaban un domingo por la tarde. La cita obligada era en la discoteca La Luna, en Pontevedra. Y desde que ponían un pie en la pista, despegaban y ya no podían dejar de mover las caderas. ¡Adelante, atrás, un, dos, tres...! Porque esta discoteca es mucho más que una sala de fiestas. Hace más de 30 años que se ha convertido en el templo de la salsa, de la verbena, del buen rollo y de los encuentros para la juventud que ha nacido antes de la década de los setenta y también, aunque no lo quieran reconocer, de muchos jóvenes que se dejan caer por allí una vez que la noche está en su punto de ebullición. Ahí, en este particular cosmos se crea una atmósfera especial, una comunidad de astronautas que se niega a pasarse los fines de semana tumbados en el sofá y que esperaban con ansiedad la llegada del domingo para iniciar este maravilloso viaje estelar en el que compartían risas, charlas, bailes, y, por qué no, algún achuchón robado. Y meneíto, mucho meneíto.

Pero desde que se declaró el estado de alarma el pasado marzo, la sala de fiestas permanece cerrada. Y así seguirá, al menos, hasta el próximo año: «No nos planteamos abrir hasta el verano del 2021. Nuestro gran público son, precisamente, personas de riesgo, y hasta que no tengamos todas las garantías no creemos que podamos abrir», explica Jorge Santos, uno de los socios de esta conocida discoteca que se ha convertido en un auténtico fenómeno de masas de los que peinan canas y de los que no.

ABRIÓ EN EL 89

Lo sabe bien Luis López Basalo, uno de los socios fundadores que decidió abrir sus puertas allá por diciembre del 89. Muchas parejas se han dado los primeros besos al ritmo de la cumbia en esta sala de fiestas. Muchas. Muchísimas: «Yo he ido a ciento y pico de bodas. Imagínate», dice este empresario pontevedrés. Porque el éxito ya surgió en los inicios cuando él todavía regentaba la también famosa discoteca Equus, otra leyenda de las noches de Pontevedra: «Empezamos a probar en el 91, en Equus, a hacer una sesión de tarde noche para la gente mayor, desde las cinco hasta las once de la noche. Y se nos ocurrió también hacerlo allí en la Luna, que antes se llamaba Brais, hasta que lo cogimos nosotros». Y el éxito fue rotundo. Tanto que si en un primer momento la discoteca cerraba a las once de la noche, tuvieron que ir ampliando el horario de manera paulatina: «Primero a las doce, a las doce y media, luego a la una, a las dos, a las tres, y así hasta cerrar a las cinco de la mañana», comenta Luis.

Porque llegó un momento en que no había nadie que no conociera La Luna: «Viene gente de toda Galicia, incluso de Portugal y de Asturias». Hasta el punto de que se organizó una línea regular de buses todos los domingos por la tarde: «Hay desde Santiago, Ribeira, O Grove, O Morrazo y en Vigo como ya se llenaba, tuvimos que meter otro desde Redondela».

Punto y aparte tenía la fase de acicalamiento previa de los asistentes antes de llegar a La Luna. Estos menesteres, que a priori pueden resultar muy terrenales, se transforman en luz celestial en la pista de baile. Las mejores galas se reservaban para ese día. Ellas, con el pelo bien rociado de laca y ellos, con medio bote de colonia encima. No falta detalle a los asiduos de este local antes de subirse al autobús de la alegría. Ese que les hacía olvidarse de las obligaciones y los problemas de la semana. Era la medicina natural de todas las enfermedades. Más de uno revivía en la pista y lograba cargar las pilas de toda la semana. Todo con tal de echar unas piezas.

SESIÓN POR YOUTUBE

Pero desde el pasado mes de marzo todo eso ha cambiado. Ahora ya ni hay buses lanzadera a La Luna, ni arrumacos ni taconeo. Menos mal que Álex Pita DJ se empeña en que no decaiga el espíritu lunero y emite a través de YouTube una sesión virtual de media hora, o incluso de 50 minutos, todos los domingos por la tarde para esa gran comunidad que necesita ir a La Luna tanto como respirar. Algunas de sus sesiones alcanzaron más de 11.000 visualizaciones. Así, si ellos no pueden ir a La Luna es La Luna la que va a ellos: «Date cuenta de que unos son de Vigo y a lo mejor otros de Ribeira. Solo se ven los domingos y cuando se juntan hacen unas fiestas que no veas. Y ahora toda esa gente se ha dejado de ver», comenta Luis López. «Non é o mesmo que estar alí, a verdade. Sei de xente que escoita as sesións, que están moi ben e teñen moitos comentarios. Pero non é igual», se lamenta José Iglesias, que conoció a la que es su mujer, Mercedes, en La Luna y que desde hace ocho años no faltaba ni un domingo, aunque ya le gustaba ir mucho antes. «Moitos din que se é o desguace. De desguace nada porque eu ben que vexo a xente nova tamén por alí. Se vas cedo si que hai un público máis maior, pero a medida que van pasando as horas a media de idade vai baixando», explica este vecino de A Estrada que es uno de los incondicionales de los domingos. Una versión que también suscribe uno de los socios del local, Jorge Santos: «Sí, en cuanto se van los autobuses a las once, empieza a venir gente joven. No adolescentes, pero de mediana edad, sí».

José y Mercedes reconocen que el cierre temporal de la discoteca por el covid está pasando factura a los más asiduos: «Levámolo bastante mal. Hai xente que está moi fastidiada porque claro, chegaba o domingo e era o día no que podías saír e botar uns bailes. Xa estabas contando os días para volver e agora notamos que nos falta. Hai algúns que falo con eles e que están amargados, porque, claro, a xente xa non se pode xuntar coma antes», explica José, que reconoce que había gente que hasta iba sola a pasar la tarde del domingo. «Si, hai de todo. Hai parellas que van xuntas, outros van dous ou tres, pero tamén hai algún e algunha que van sós e sen problema ningún», aclara mientras reivindica que los mayores «tamén teñen dereito a divertirse».

Si hay algo por lo que les gusta ir a La Luna a esta pareja es por el ambiente. Fue allí donde el destino quiso que se encontraran y «esperamos seguir xuntos toda a vida». «Gústame ir sobre todo pola xente, hai moi bo ambiente, tamén a música. Tes música de todo tipo, non só para bailar soltos», confiesa este apasionado de la bachata. «Si, é o que máis me move a bailar, pero non é a miña especialidade. En realidade o que me gusta é arrimarme», explica José, al que se le escapa una carcajada, y que no ve el momento de volver a pisar La Luna, mientras el resto nos quedamos en la Tierra. ¡Arriba!