Este verano los chiringuitos son lo más

YES

ANGEL MANSO

Al estar al aire libre, este año son lo más codiciado, por encima de los pubs y los bares. En YES hoy te descubrimos algunos de los mejores. Con la caña en la mano y pisando la arena, ¡el verano queda inaugurado!

10 jul 2020 . Actualizado a las 22:59 h.

No le hagan caso a Georgie Dann. Si se detienen un instante en la letra de su canción enseguida se darán cuenta de que su «chiringuito» va de otra cosa. De los que aquí hablamos es de esos que, llegados los primeros calores, afloran en prácticamente todos los rincones de nuestro vasto litoral. De esos que en un primer momento conocimos siendo apenas un quiosco de helados con algunas sillas y un par de mesas a su alrededor y que ahora se reinventan y renuevan sus propuestas para abarcar prácticamente cualquier necesidad que el playero precise.

¡Ay, los chiringuitos! Abiertos como están a los cuatro vientos siempre ha habido en ellos algo de escaparate, de privilegiado mirador. También de refugio ante el hastío del largo día de playa. Y, por supuesto, de disfrute de la naturaleza y de esa sensación de libertad que propician cuestiones livianas como comer mientras entierras en la arena los dedos de los pies.

El viento, la arena y el salitre les ponen el aroma. El mar, la playa y el bosque les sirven de decorado. El resto ya depende de cada cual. Hay quienes optan por la versión más tropical, por la más surfera, por la ibicenca, por la enxebre o, sencillamente, por mantener la esencia tradicional quiosquera.

Quizá sea aún exagerado hablar en Galicia de «cultura del chiringuito», pero lo que resulta incuestionables es que se han convertido en elemento vertebrador de nuestra oferta hostelera estival. Hasta el punto de que muchos de ellos, que comenzaron sencillamente como establecimientos de apoyo y sustento gastronómico para las playas, han pasado a convertirse en auténticos reclamos cuya capacidad de atracción y convocatoria llega a superar la del arenal que los acoge.

NORMAS ESTRICTAS

El del 2020 va a ser el verano de los chiringuitos. La situación de temor generada por la covid-19 y las estrictas normas sanitarias impuestas a la hostelería están provocando que buena parte de la clientela recele de los recintos cerrados y opte por espacios abiertos, amplios y más seguros, como pueden ser los chiringuitos.

Así lo confirman algunos de sus propietarios, quienes reconocen que «para la poca gente que se ve en otros sitios, en los chiringuitos no nos podemos quejar de cómo ha empezado el verano».

Cierto es que algunos de ellos se han visto obligados a reducir los aforos de sus terrazas. A cambio, la mayoría de los ayuntamientos están haciendo la vista gorda y permitiendo una mayor ocupación de la playa para que puedan acoger a la clientela que lo demanda.

NADA DE MÚSICA, TODO RELAX

A Moncho Fuentefría, propietario del chiringuito de la playa de Razo, en Carballo, lo de los quioscos le va en la sangre. «Mis padres fueron vendedores ambulantes y también tuvieron chiringuitos. Y es algo que te queda dentro. Yo llevo todo mi vida con ellos», comenta. De hecho, aunque en Razo lleva solo dos años, ha regentado otros en Malpica y Laxe. «Debo de ser la persona de Galicia que más tiempo pasa en la playa y menos toma el sol», bromea.

Y es que su chiringuito es un bullicio permanente desde que abre, a eso de la una del mediodía, hasta que baja los paneles de su quiosco, allá sobre las diez de la noche. Un bullicio de gente, claro. Porque en el chiringo de Razo no suena la música. «No, no queremos un tema tipo Ibiza», cuenta Moncho. «Me han ofrecido hacer mojitos, traer Dj’s y hasta poner cachimbas, pero no quiero nada de eso. Este es un chiringuito familiar en el que te puedes tomar una caña, un refresco o un helado, o comerte un bocadillo o una hamburguesa, pero siempre con tranquilidad». Y ni siquiera tienes que preocuparte de ponerte las chanclas, habría que añadir. Porque el quiosco está en plena playa y las mesas y las sillas sobre la arena.

El chiringuito de Razo cuenta además con la particularidad de tener justo al lado el Art Surf Camp, el primer campamento de surf que se creó en España.

Galifornia

EL MÁS VOTADO

Hace cinco años que Miriam y David se aventuraron a levantar un chiringuito en la magnífica playa de Tuia, en Bueu. Y lo levantaron con sus propias manos. «Madera a madera, tornillo a tornillo», relata Miriam. El resultado mereció la pena. En el 2019 fue el más votado en un ránking de chiringuitos elaborado por La Voz. «Creo que fue por el trato, por el equipo de profesionales que tenemos, porque la gente llega y se quita los zapatos porque estamos sobre la arena, porque la playa es superchula, por las puestas de sol, por los mojitos que hacemos y por la música», argumenta su propietaria. Y no va desencaminada. Son razones más que suficientes.

Los condicionantes sanitarios de este año les van a obligar a reformular una de sus grandes bazas, su programación musical. «Haremos solo algunos conciertos acústicos, más íntimos, y alguna sesión de Dj’s en las puestas de sol».

Lo que no van a variar son las recetas de sus sobresalientes mojitos. Espectaculares los de cereza y los de fresa. Singulares, cuando menos, los de albariño y los de licor café.

JOSE PARDO

AL RITMO DEL SOL

Un secadero de trajes y un colgadero de tablas en la parte de atrás del chiringuito advierte incluso al más profano que nos adentramos en un templo del surf. Antes de hacer la comunión, Pichu ya cogía olas. Hoy, dice, «la playa la veo ahí abajo pero no la piso». Y es que desde hace 18 años su vida discurre en torno al chiringuito. «En verano abro todos los días pero en invierno, si veo que hace un día bueno, también».

La terraza de O Alpendre es en realidad un espectacular mirador a la playa de Doniños y a un horizonte inabarcable. Las vistas, las posibilidades de paseo en el pinar cercano, la propia playa y la oferta gastronómica son las cuatro patas sobre las que Pichu articula la oferta de su chiringuito.

Un vistazo a su carta denota enseguida que la cocina no es un adorno ni un mero complemento. «Siempre me he preocupado por ofrecer producto de proximidad. Eso del kilómetro cero lo llevo haciendo aquí 18 años. Poquitas cosas pero buenas», explica Pichu. Así, de mediodía, oferta tortillas, ensaladas, ensaladilla, croquetas y, cada día, un plato. «Pueden ser unas albóndigas, un marraxo, unos espaguetis a la boloñesa..., lo que vea por el mercado».

Por la noche la cosa se simplifica. Bocatas o alguna ración. «Las tardes son más tranquilas porque nuestro horario va con el sol. Abrimos a las 9.30 y empezamos a recoger cuando anochece».

MONICA IRAGO

LA MILLA DE ORO

Que A Illa de Arousa es el destino de moda en las Rías Baixas a nadie se les escapa. Y en ello, no lo duden, bastante ha tenido que ver su oferta de chiringuitos. Solo entre O Bao y O Carreirón hay una decena. Entre los más concurridos está el Xa Cho Dixen, amparado en una típica caseta de madera que desaparece de la zona una vez entrado septiembre.

Cuando hace unas semanas Luis Zahera apareció en Land Rober con una camiseta en la que se leía «Xa Cho Dixen» muchos pensaron que era una de esas camisolas con frases típicas gallegas. Pero no, era una camiseta de este chiringo isleño. Sus propietarios, Ramón Barreiro y Javier Gómez, explican lo del nombre. «O chiringuito fixémolo enteiro nós nun garaxe. Pero non tiñamos sitio alí para montalo e probalo así que collemos todas as pezas e viñemos á praia a colocalo. Tiñamos un amigo, O Fane, que estaba a rompernos a cabeza dicíndonos que non iamos ser quen de montalo. E cando estabamos poñendo a última peza, non cadraba e, claro, soltounos un ‘xa cho dixen’. De seguido démoslle un golpe co cu á peza e encaixou. Así que quedamos co chiringo e co nome».

El verano pasado, el Xa Cho Dixen fue uno de los grandes animadores de las noches isleñas con una variada e interesante programación de conciertos. Este año, dadas las circunstancias, van a optar por las sesiones vermú. Que no deja de ser un lujo en una playa, como la de Camaxe, orientada al este.

Tiene este chiringuito en el mar que se abre frente a él su principal despensa. De allí provienen los mariscos y el pulpo, los dos platos más demandados de su oferta. Pero no conviene descuidar otras propuestas como la hamburguesa de buey o las deliciosas croquetas de Mari Carmen, de espinacas y pipas.

Como no podía ser menos, el Xa Cho Dixen mima también su oferta de coctelería. Además de los consabidos mojitos o caipirinhas, propone un cóctel cuya receta no desvela y que causa furor. Y sirve también medios gin-tonics, ideales por ejemplo para esas sesiones de mediodía.

ANGEL MANSO

Tres generaciones han pasado ya por el chiringuito de Los Pinares, en Cabanas (Pontedeume). Hoy está al frente del local José Manuel Saavedra, quien asegura que su esencia apenas ha variado. «En lo gastronómico primamos el producto local y los vinos gallegos». Buena prueba de su exquisito mimo en cocina es el premio al mejor restaurante para celíacos de España que le concedió la Federación de Asociaciones de Celiacos. Cuenta además con la denominación «Chiringuito Responsable» concedida por la Fundación Biodiversidad.

MÁS QUE UNA BUENA PAELLA

Pero si por un plato es conocido el local es por la paella cabanesa que, como puntualiza, José Manuel, «en realidad no es una paella sino un arroz caldoso con berberecho que Chus, la responsable de la cocina, rescató del recetario tradicional de Cabanas». No le desmerecen su afamada «tortilla de huevos de gallinas felices con patatas gallegas y cebolla» o la cazuela de almejas con pulpo. Otra de las señas de identidad del chiringuito es el Sex on the beach, un cóctel propio elaborado a base de zumo de melocotón y de piña, vodka y granadina.

La normativa de seguridad ha provocado que Los Pinares haya retirado este año sus hamacas colgantes y su servicio de tumbonas en la playa. «Perdemos parte de nuestra alma», confiesa José Manuel Saavedra, pero lo primero es la seguridad. «Este año lo que toca es meter la cabeza debajo del agua y más adelante, ya respiraremos».