Letra de médico

YES

15 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

«Quality Improvement is the best thing». Podía haber sido «La lluvia en Sevilla es una maravilla» pero exactamente esas fueron las palabras que la revista British Medical Journal eligió para descubrir si los médicos tienen una conexión cerebral específica que les impide escribir con una letra legible. En 1992 la prestigiosa publicación científica decidió zanjar una sospecha largamente acariciada: los médicos escriben mal de forma deliberada para que nadie los entienda. Hay un soporte histórico que alimenta semejante teoría: a principios del siglo XIX, los galenos fueron obligados a abandonar el latín como lenguaje profesional para que sus pacientes los entendieran mejor. Aceptaron a regañadientes la orden y se vengaron con una letra incomprensible e inextricable imposible de descifrar no solo por los pobres seres humanos que deben aplicarse el tratamiento, sino por muchos de los boticarios que deben dispensarlo. Menos mal que las nuevas tecnologías han venido a asistirlos: los atribulados farmacéuticos utilizan un grupo que han creado en Twitter para compartir jeroglíficos médicos y adivinar intenciones terapéuticas, una cosa muy divertida si no fuera porque se calcula que el 13 % de los errores en la medicación tienen que ver con la letra del médico. Hay hasta procesos judiciales e indemnizaciones por este asunto. Como los 225.000 dólares que un médico americano pagó a la familia de un paciente que se murió porque en una receta en la que había prescrito 20 miligramos de Isordil (dinitrato de isosorbide) el farmacéutico leyó Plendil (felodipino), utilizado para tratar la hipertensión arterial y cuya dosis máxima diaria es justo la mitad. A los seis días de ingerir el medicamento equivocado, un infarto de miocardio se llevó por delante al paciente.

Así que la investigación de British Medical Journal era importante. La revista eligió a 92 trabajadores de la salud del sur de Gales. Eran tanto médicos como enfermeros y personal administrativo. Cada uno debía completar un formulario con su nombre, 26 letras del alfabeto y los números del 0 al 9 de la forma más clara posible. Los resultados los cribó un programa informático llamado Teleform, que ofrece error cuando no reconoce un carácter. Aunque los resultados no fueron apabullantes, sí se detectó que la caligrafía de los médicos incluía más grafías irreconocibles.

Se han hecho también estudios en España. Uno de los más serios determinó que el 15 % de los historiales clínicos eran ilegibles y que el departamento más críptico era el de cirugía.

La solución definitiva puede llegar con la receta electrónica, que ha arrebatado el bolígrafo de las manos de los médicos. Para muchos, la tinta puede ser un arma letal. Como para dudar del poder brutal de la escritura.