«Soy como el junco que se dobla, pero siempre sigue en pie»

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cedida

Tiene la fuerza de una leona y la valentía de «ir pa?lante siempre». Solo una vez hubo que sacarla de la cama: «Bibi me levantó y me dijo: ?Arregláte ya?». Y todo se arregló. Es la chica Almodóvar, la lista, la que soluciona, la que vive y sufre, la amiga de verdad. Ahora es también la Menchu en «La que se avecina». No pasen página. Loles es genial.

21 oct 2017 . Actualizado a las 05:10 h.

Hablar con Loles León (Barcelona, 1 de agosto de 1950) es hablar con cada uno de sus personajes, porque en cada frase no sabes quién es quién. Si la Menchu que ahora triunfa en La que se avecina, si la hermana de Victoria Abril en Átame, si la secretaria de Mujeres al borde de un ataque de nervios.... Todas las mujeres caben en esta Loles cada vez más leona, que se come el mundo en cada frase y a la que no le queda un segundo que perder para vivirlo todo. «Yo voy pa’lante siempre». Allá vamos.

-La promo de la serie pone «Loles se queda»... Es toda una declaración.

-Sí, lo he vivido como una alegría, pero claro, yo ya lo sabía [se ríe], y estoy muy contenta porque nos hemos reencontrado y ha sido un broche final de disfrutar, que es lo que estoy haciendo ahora, además están escribiendo muy bien para mí. Y yo los entiendo muy bien a ellos, estamos en una melodía, no tengo queja de nada.

-Diez años de «La que se avecina» da mucho subidón. ¿Es necesario ese reconocimiento?

-Sí. Siempre que haces un trabajo tienes miedo, porque el público es el que tiene la palabra, pero claro no con esa audiencia tan importante. Ha sido un gran triunfo.

-Tú siempre has salido adelante, con o sin trabajo...

-Sí, porque soy muy optimista y tengo mucha energía, pero este trabajo es tan inseguro que no sabes cuánto tiempo vas a estar.

-¿Y qué te dice la gente cuando te ve por la calle, porque con este papel de Menchu, esa suegra...?

-La gente me dice: «Ay, Loles, que sepas que yo he hecho lo mismo que tú». «Yo ya estaba harta de mi marido y he dicho: ‘Voy a vivir, me quedan muchos años para vivir y lo que quiero es vivir a tope’». Y yo les digo: «Me alegro mucho por vosotras, que hagáis lo mismo que Menchu».

-Estás creando una escuela.

-No lo sabes bien, algunas me dicen: «He cogido a mi amiga Mari Tere y le he dicho: ‘Vámonos a Cancún como la Menchu’». Me meo con ellas, la gente es total. Están muy contentas y me preguntan: ¿Qué haces para adelgazar?

-¿Y qué haces?

-Yo he cambiado el rollo, he dejado el gluten... Ya no son edades para comer lácteos, eso que lo coman los niños. Me sentaba muy mal y estaba siempre gorda.

-No sería porque pasaste por «Masterchef»...

-No, no. Yo cuando fui a Masterchef ya estaba así. Esto lo hice cuando rodé El mundo entero, el mediometraje que me va a llevar a Hollywood otra vez. Vuelvo porque ha sido preseleccionado para los Oscar, tiene 25 premios... Es una maravilla. Y cuando acabó todo ese rodaje decidí cambiar, me fui a un médico que me aconsejó dejar todo esto: gluten, lácteos, el azúcar... Ha sido un cambio de alimentación y de vida, porque a estas edades no se pueden tener estas barrigas.

-Pero Hollywood no es nuevo para ti...

-Yo he ido tres veces: por Mujeres al borde de un ataque de nervios, por Todo sobre mi madre y por el programa Sorpresa, sorpresa, para ayudar a un chico que quería conocer a Clint Eastwood y allá me fui yo de corresponsal.

-¿Y qué tal Clint?

-Bueno, muy serio. Yo tampoco hablo inglés ni ná, entonces yo le decía: «Clint! Clint!» Y él se sorprendió como de ‘Yo a esta no sé dónde la he visto’ [risas]. La primera vez que fui a Hollywood fue con Almodóvar: nosotras estábamos allí como catetillas, pero éramos muy modernas, ¿eh? Porque allí estaban un poco pasados de moda, nosotras impactamos mucho y todos querían estar con nosotras, nos veían personajes tan desinhibidos.

-De ti tenemos una imagen de tía fuerte, de ser la primera en llegar, de «Nena, déjame a mí». ¿Es así?

-Sí, soy la primera que llega y la última que se va. La primera que se levanta para solucionar. «Dame esto, que lo hago yo». La primera que ayuda, siempre he sido así desde pequeña. Mi recuerdo de niña ya era levantarme y salir al escenario en el colegio y solo con salir me aplaudían. Es una cuestión de actitud.

-Tú sepas coser, bordar... o no, tiras para adelante.

-Sí, si tú tienes algo yo voy pa’lante contigo y lo solucionamos. Yo creo que en la vida hay que tener una actitud optimista y de que se resuelve todo, porque solo hay una cosa que no se puede resolver, bueno, y las enfermedades.

-Y siempre das lo mejor de ti.

-Sí, sí. En todo, ¿eh? No solo en el escenario, en la vida también. Y no te creas, que a veces me encuentro de todo: que das y luego recibes patadas en la boca. Pero eso también pasa porque hay que aprender, hay que aprender a saber darlo.

-¿Y eres vengativa?

-No, no. Me pongo muy triste, pero lo veo por el lado de ‘tienes que aprender’. Pero no porque sea Santa Teresa de Jesús, que no lo soy, pero la energía que gastas, prefiero que sea positiva. Porque, mira, yo soy mucho de ‘Ay, el universo que me está viendo’... Y creo que hay que lanzar buenas energías...

-La gente seguro que se te pega por eso.

-Ay, pues sí. Puede ser. Pero yo tengo para todos. Yo no tengo fin, siempre me estoy regenerando. Por eso prefiero estar bien con el universo que mal.

-Eres muy del cosmos.

-Sí, sí. Yo el cosmos, los astros, ay, el día que la naturaleza se rebele...

-¿Y el karma?

-Bueno, no sé. Yo no he hecho cosas malas, soy solo perfecta a veces [risa], pero no creo en el karma. Yo lo que creo es que tienes que pasar cosas jodidas porque si no no te enteras de qué va la vida. Yo siempre a las más jóvenes les digo: ‘Nena, ¡que tienes el libro en blanco, a ver si escribes algo! ¿Qué le vas a contar a tus hijos y a tus nietos? ¡Venga, escribe algo!’.

-Pero tú has sufrido mucho.

-Sí, pero lo bueno es que yo con este trabajo no necesito ir al psicólogo, porque ya nos traspasamos bastante. Yo me pongo en el escenario y ya soy otra, ya no necesito ir a terapia. Por eso no estoy enganchada al ‘ay, qué mal me ha ido’. Me ha ido como me ha ido. Yo soy muy resuelta, ¿estamos en este momento? Sí. ¿Cómo estamos? Bien. Pues pa’lante.

-¿Quién es Almodóvar para ti?

-Hombre, Almodóvar me abrió la puerta grande del cine. Es el genio de la lámpara.

-Hay gente que dice que no se entiende con él a la hora de trabajar. Tú a la primera, ¿no?

-Yo enseguida, porque tampoco trataba de imitarlo. Yo lo hacía como yo sabía, porque él te lo dice. ‘Esto, así y así, pero ahora hazlo como tú sabes’. ¡Claro, cómo lo voy a hacer! Pero la gente se impresiona. Yo lo que pasa es que lo conocía y encajábamos muy bien, y hemos tenido una amistad de 25 años, yo cuando pude trabajar con él estaba como unas castañuelas. Así que cuando surgió lo aproveché. Aprendí mucho, me lo pasé muy bien y luego ya repetimos.

-¡Y qué bien haces pis tú en el cine! [risas].

-Sí, sí. Eso me trajo muy buenas críticas. Uno me dijo: «No hay nadie que mee como tú» [risas]. Pedro me dijo: «Ahora vas a mear». Y yo le respondí: «Pero meo como yo meo, ¿no?». Y él me dijo: «Sí, sí, mea como tú meas». Y me limpié y todo.

-Entre mis amigas ya ha quedado la frase «Marina, llámame, que quiero saber de ti» de «Átame» [risas].

-Es buenísimo, cariño. Pertenecemos a ese mundo, esas cosas que nos unen, la vida misma. Pues nosotras, Bibi, Rossy y yo utilizamos mucho las frases de las películas, somos como familia...

-«Anda, dame un beso, que yo no soy tan seca» [risas].

-Ja, ja. Yo le digo a Rossy por mensaje: «Ay, hija mía, por qué no me llamas, que yo te idolatro» [risas]. Es muy gracioso.

-¿Y tú eres de resistir, ahora que me estoy acordando de la canción del final de «Átame»?

-Sí, yo soy como el junco que se dobla, pero siempre sigue en pie. Sí, todavía lo digo. Y ahora soy un ‘junquillo,’ que estoy más delgada.

-Alguna vez alguien ha tenido que tirar de ti y decirte: «Venga, levántate de la cama que así no puede ser»? 

-Sí, sí. Esa fue Bibi. Y me largó para el ginecólogo porque yo estaba con la menopausia. Y yo no quería ni salir ni nada, estaba hundida en la miseria. Y ella me dijo: «Te voy a arrancar los pelos, pasa pa’quí y arréglate, tómate algo (porque ella es muy pastillera)», las pastillas son muy buenas. Yo no quería medicarme, pero ya sí, y ahora soy muy pastillera también. Fui al médico y ya me trajo a este mundo otra vez. A mí la menopausia me dio muy fuerte, pero hay que medicarse. Cuando te falta algo hay que ir a reponerlo. Hija mía, cuando te falta una hormona... Es muy jorobado.

-Cuando estáis juntas ¿quién cocina?

-Yo, yo. Bueno, Rossy también. Bibi menos, ya la veis en Masterchef, que nada más come. A ella le gusta mangonear y comer.

-O sea que de las tres ¡no eres tú la que más manda!

-Ehhh. Sí, sí. Entre las tres siempre se hace lo que yo digo [risas]. A veces es Rossy también, y cuando Bibi dice ‘estoy engorilá’ nos metemos debajo de la cama.

-¿En el amor como estás?

-De puertas abiertas, pero no entra nadie. Bueno, sí. Me entran de 30 y 35, pero yo no quiero de esos. No, no. Querría algo más.

-Pero quieres compañero.

-Sí, sí. Yo tengo ganas de meneo. Bueno, compañero de vivir en mi casa, no. Cada uno en la suya, pero meneo de salir, ir de tu casa para la mía, cenar, un cine, bailar, que a mí me encanta... sí, sí. Pero convivir no. Y los de más de 30 no vienen porque se van con las más jóvenes, cariño. Los hombres a partir de los 50 ya tienen miedo de que no se les levante y se van con las jóvenes, pero yo estoy muy potente. A mí la menopausia me dio muy sexual, porque no me faltó, me mediqué y estuve a tope. Después estuve en otro momento de fuera líbido, pero ahora estoy muy activa. Mira, y me estoy haciendo un tratamiento láser vaginal que lo pone todo muy jugoso, es muy recomendable para revivir los momentos juveniles.

-Hay gente que cumple años y se agobia. Tú ya veo que no.

-Yo no. Tengo años y tengo vida, yo quiero lo que tengo ahora, quiero experiencia, yo estoy muy en el presente y estoy para empezar de todo. ¿Empezar la bobería? Uy, no.

-¿Y tus vecinos qué tal contigo, te toman el pelo con «La que se avecina»?

-No, no. Yo vivo de alquiler, no convivo mucho, no hay derrama ni juntas... No tengo relación de ir a cuidar las plantas, todo es muy individual. Estamos muy de paso.

-De todos los compañeros con los que has trabajado. ¿Quién te marcó?

-Paco Rabal, me quería mucho, me regaló su libro de poesía. Yo con él me quedaba con la boca abierta, era único.

 -Y de niña soñabas ya con verte en la pantalla...

-Sí, sí. Yo voy al cine desde los tres años, que me llevaba mi abuela, que le decía a mi madre: «Que no vaya al colegio, me la llevo al cine que va a aprender más». Sí, veíamos las películas de entonces, a Rock Hudson... Ella me metió el gusanillo, íbamos todo el tiempo, pero fíjate que yo al ver esas pelis viajaba y pensaba que me iba a Hollywood.

-Pues ahora vas a volver. ¿Imaginaste este éxito?

-[Risas] Bueno, yo lo deseaba, viajaba con mi imaginación, ¡le montaba cada show a mi abuela! A la primera de cambio me metí en un grupo de teatro independiente y hasta hoy. Yo me empeñé, no daba sentido a otra cosa, y cuando llegó entonces fui feliz. Yo he cumplido mi sueño. Estoy satisfecha.