Las mujeres de la imagen tienen entre 33 y 40 años, que cumplirá dentro de poco la mayor del grupo. Si les quitan quince años a cada una les sale la edad con la que participaron en el concurso Miss España del año 2002. «Todas experimentamos cambios, pero a mejor. Nos vimos más maduras, pero más guapas. Ahora somos mujeres, no niñas», analiza la coruñesa Tania Ferreiro, la única gallega de la «quedada Miss» junto a la viguesa Vanessa Mariño, que no está en la foto porque no fue a la cena donde captamos esta imagen. «Ella vino el viernes al piso que alquilamos», matiza Tania. Son una generación para la historia, ya que en su grupo se infiltró una periodista que con los testimonios que obtuvo hizo saltar por los aires la poca credibilidad que le quedaba al certamen, que desde entonces nunca fue lo mismo y hoy en día ni siquiera se celebra con continuidad. «Estamos orgullosas de que nuestro Miss España haya sido el último con las normas de siempre, el desfile en traje de noche, regional y en bikini». El encuentro de este grupo de guapas del 2002 tuvo lugar en Madrid el pasado fin de semana. «Fue una experiencia fantástica, como para volver a repetir. Llevamos dos años hablándonos a diario a través de un grupo de WhatsApp por lo que, aunque muchas no nos habíamos vuelto a ver desde hace 15 años, todas conocíamos las circunstancias personales y profesionales de las otras», asegura. ¡Dos años de mensajes de WhatsApp para organizar una escapada de antiguas compañeras! Lo que tiene mérito es haber estado tanto tiempo sin silenciar ni abandonar el grupo. «Pues nos pasamos todo el fin de semana hablando, recordando viejos tiempos y, por supuesto, de aquella periodista infiltrada, de las sospechas de amaños, y de todo lo que sucedió en los meses siguientes. Son cosas que forman parte de la historia y nosotras las vivimos de primera mano», comenta Tania. Por cierto, Vania Millán, la que fue Miss España aquel año, no fue a esta reunión de guapas del 2002.
ENTRE PREMIOS
Pep Palau, organizador del Fórum Gastronómico que se celebra en Galicia del 12 al 14 de marzo, me cita en el restaurante de Pablo Gallego, a la espalda de la plaza de María Pita. En torno a la mesa nos sentamos seis personas para debatir sobre los candidatos al premio Cociñeiro do Ano y a los galardones que llevan el nombre de Picadillo, el apodo por el que se conocía a Manuel Puga y Parga, gastrónomo y alcalde de A Coruña hace más de un siglo. Qué difícil es decidir. Qué complicado resulta, por ejemplo, encontrar nombres de cocineras, de mujeres, que no hayan concurrido otros años y que puedan formar parte de la lista de cinco candidatos/as. De nuevo preponderancia masculina en los fogones. Al final la cosa quedó poco repartida en ese sentido. A todos, y en especial a la única mujer del jurado, nos hubiese gustado incluir alguna fémina pero... Por la AP-9 adelante se distribuyen los cinco jóvenes cocineros que serán votados por los lectores a través de La Voz y que en el Fórum tendrán un papel protagonista una de las jornadas. Mucho más debate, por la cantidad de elegibles, hubo para designar a los ganadores de las otras categorías, que sirven para reconocer la trayectoria de profesionales del mundo del vino, la cocina, o al mejor productor, entre otras categorías. Siempre sales de una reunión de este tipo con la sensación de que hay gente que también se lo merece y que no logró la distinción, aunque con la satisfacción de que los elegidos acreditan méritos de sobra. Si Tania, la que fue al concurso de Miss España, monta un restaurante de calidad, la propongo para el premio el año que viene.
L