Ellos tienen siempre una sonrisa en la cara

YES

La revista YES pone cara a las personas que nos alegran el día. En Ourense está Federico Atrio, celador  del Complexo Hospitalario Universitario de Ourense

02 abr 2016 . Actualizado a las 19:03 h.

Arturo conduce el bus. Tras hacer el recorrido habitual llega a la base unos minutos más tarde de la hora fijada. Los horarios son sagrados en una empresa como en la que trabaja, la Compañía de Tranvías de A Coruña. Nadie le dice nada. Saben las razones del retraso del conductor más querido por los usuarios. «Yo transporto personas, no mercancía. Si hay que esperar por alguien, se espera», contestaría si alguien le reprochase por la tardanza. Arturo Pérez Gómez, de 39 años, es una de esas personas que te alegran la vida.

Premio a los valores humanos

Los usuarios de la línea 1 ya conocían las bondades de Arturo, pero fue a raíz del premio a la cooperación y valores humanos que le concedió la Asociación de Amas de Casa de A Coruña cuando trascendieron su humanidad y profesionalidad. «No hago nada fuera de lo normal, trato a la gente como me gustaría que me tratasen a mí o a mi familia», comenta Arturo. Y los usuarios lo agradecen. «Estas Navidades me llenaron de chocolate. Y hasta algún cliente me trajo un bocadillo. Hace poco una señora que fue a Jerusalén me trajo de regalo una cruz bendecida. Es increíble. Fue a Tierra Santa y se acordó del conductor del bus. Que piensen en ti es el mejor regalo», destaca, como siempre, sonriente. «No es que todo el rato estés de buen humor, pero no estarlo no ayuda nada, es más, te hace las cosas más difíciles, al margen de que la gente no tiene culpa de mis problemas», reflexiona. Dice que en casa intenta ser igual que en el bus. «A veces estás un poco más irascible y mi mujer me dice que en el autobús seguro que no me ponía así», señala Arturo, que añade: «El motivo real por el que soy como soy es por ella. Ella es mi motivación», asegura este busero que alegra el día a día de los demás. 

Sonrisas saludables

MIGUEL VILLAR

El cariño no es un placebo. Es la mejor medicina. Lo saben perfectamente Federico Atrio, Quico, celador del Materno Infantil del Complexo Hospitalario Universitario de Ourense, y Juan Manuel Trillo, técnico de Emergencias Sanitarias con base en Ponteceso. «Ves a una persona mal, pero la engañas con cariño. La animas. La sonrisa siempre transmite algo. Si estás alegre, ven que algo de felicidad existe en el hospital. Cuando andas contento parece que no te duele nada», comenta Quico, que lleva más de media vida como celador. Divierte a los niños, «me lo paso genial con ellos», entretiene a los mayores... «Les digo algunas paridas para que los minutos que estás con cada enfermo sean lo más llevaderos posible. Sí, se me ocurren muchas paridas», destaca este hombre que no duda en vestirse de Papá Noel en Navidad u organizar un equipo de fútbol sala de veteranos.  Siempre dispuesto a ayudar. Eso sí, luce brazalete negro «en referencia a que a la sanidad la están matando. Soy muy guerrillero porque como trabajador y asegurado quieres que funcione lo mejor posible y que hablen bien de nuestro servicio sanitario. La mala leche se me pasa en cuanto estoy con el paciente. No puedes transmitir el dolor de cabeza aunque lo tengas. Sufro por los enfermos», asegura este celador vocacional.

Viajes de esperanza

ANA GARCÍA

Juan Manuel sabe que cuando suena el teléfono en la base del 061 en Ponteceso hay una emergencia. Se monta en la ambulancia dispuesto a hacer su trabajo y, siempre, de buen humor. «Se che gusta o teu traballo é coma unha liberación. Daste de conta de que moitas veces nos queixamos de problemas pequenos que temos e neste traballo ves xente con problemas moito maiores que os teus. Dámoslle unha dimensión enorme a cousas que non teñen importancia e ves que outros, cunha situación gravísima, non perden o humor», reflexiona este vecino de la Costa da Morte de 36 años. «De mal humor a traballar nunca fun. Os pacientes non teñen a culpa dos teus problemas», asegura José Manuel, en la línea de los demás gallegos que protagonizan este reportaje y que nos alegran la vida. Cuenta que siempre intenta que el viaje del domicilio o del lugar del accidente al hospital sea lo más llevadero posible para el enfermo y sus familiares. «Se trata de distraer, non de enganar, iso nunca. Moitas veces valen cousas tan simples coma a raza dun can, unha foto que viches na súa casa para sacar un tema de conversación. Que che digan ?que curta se me fixo a viaxe? é un motivo de satisfacción», asegura.

Frutas divertidas

M.MORALEJO

Cuántas veces vas a una tienda y te recibe una mala cara del otro lado del mostrador. Da la impresión de que molesta tu presencia. Te sientes un intruso. Por desgracia, es demasiado frecuente. En el establecimiento Frutas Nieves, de la viguesa calle Marqués de Valladares, lo normal es encontrarte a las empleadas cantando. «En Carnaval me hice un disfraz con un saco de patatas», comenta María José Castro, de 42 años, que desde hace más de ocho comparte vida laboral con Silvia Cordovés, de 36. Parece como si hubieran tomado todas las vitaminas de la fruta que despachan. «Llevamos mucho tiempo juntas. Somos distintas, pero nos adaptamos la una a la otra porque pasamos más horas aquí que en casa. Siempre se nos da por reír, y cuanta más presión nos meten, más nos reímos. La mayoría de las veces de nosotras mismas. Cuando, por ejemplo, veo a una clienta de mal humor, le canto. Con enfadarnos no arreglamos nada»,  destaca María José. Me cuenta que fue buena estudiante, que cursó Relaciones Laborales y que su sueño era ser periodista e incluso empezó a escribir un libro. «Una vez un profesor me dijo eso de ?qué hace una chica como tú en un trabajo como este?. Me llegó a sentar mal y ahora pienso: qué suerte estar trabajando», asegura esta vendedora de frutas y verduras. Cuenta con una clientela fija del barrio y de otros lugares lejanos. «Hay gente que viene solo por nosotras y hasta llaman a la empresa para hablarles bien de nuestro trabajo. No se trata del sueldo que ganes. El cliente no tiene la culpa de tus problemas, de que ganes poco dinero o de que tengas un mal día», explica. Como si fuese un chiste de esos que cuentan en sus trabajos en cuanto tienen oportunidad. ¿Saben en qué se parece un conductor de bus coruñés, un celador ourensano, un técnico sanitario de la Costa da Morte y dos fruteras de Vigo? Pues sí, se parecen en que son personas alegres, que te regalan su mejor sonrisa sin pedir nada a cambio, que te tratan como si fueses su amigo de toda la vida, que les gusta su oficio, que no saben poner mala cara, que tienen problemas pero no te los cuentan... ¿Son mayoría en Galicia o abundan los que actúan de la manera contraria? Sirva este texto como homenaje a esas personas como Arturo, Quico, Juan, María José, Silvia y otros muchos que seguro que tú conoces, que te alegran el día.