El plástico que usamos uniría Vigo con Nueva York

Antón lois AMIGOS DA TERRA VIGO@TIERRA.ORG

VIGO

Cedida

A cada ciudadano le «corresponden» 11.824 microfibras diarias de residuos que se vierten a la ría

21 ene 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Se dice estos días que el desastre ambiental de los pélets podría al menos servirnos para tomar conciencia de la problemática ambiental derivada de los residuos plásticos. Es una buena oportunidad para aportar algunos datos para esa reflexión. El PET (tereftalato de polietileno) que, además de sus aditivos como retardadores de la fotooxidación para que no se rompan por efecto del sol, compone las bolitas de granza que van llegando a la ría de Vigo se utiliza principalmente para fabricar botellas de agua. Solamente con las botellas de plástico que consumiremos hoy en Vigo podríamos hacer una línea imaginaria que, a razón de una cada metro, trazaría una línea que uniría todo el Parque Nacional de las Illas Atlánticas saliendo de la ciudad a las Cíes y desde allí, hasta Ons, Sálvora y Cortegada. Si a esta línea imaginaria le añadimos las bolsas de plástico que se utilizan en Vigo en un año, puestas en fila, equivaldrían a la distancia de Vigo a Nueva York ida y vuelta.

Si les parece mucho, piensen que antes de la aplicación de la normativa europea que limita las bolsas de plástico de un solo uso la distancia de este puente imaginario a Nueva York era equivalente a dos veces ida y vuelta. Pero en este caso son plásticos visibles, los más sencillos de recuperar. El problema se complica cuando se fragmentan en trozos más pequeños o bien nacen ya como microplásticos. Si la mitad de las familias viguesas deciden poner hoy una lavadora, la cantidad de microplásticos que arrojaríamos a la ría, en forma de microfibras textiles, sería de 3.500 millones. A cada vigués y viguesa nos corresponden 11.824 microfibras diarias per cápita, pero si además de los microplásticos diarios añadimos el cálculo acumulado del total de plásticos, podríamos decir que desde mediados del siglo pasado hasta ahora cada vigués y viguesa hemos acumulado una herencia plástica de unas 290.000 toneladas.

La buena noticia es que algunos plásticos de usar y tirar los estamos evitando poco a poco gracias a las directivas europeas. Un buen ejemplo son los bastoncillos para limpiarnos los oídos, uno de los residuos más frecuentes en las playas. Actualmente ya son de cartón, por lo que hemos evitado seguir vertiendo esos pequeños palitos de plástico que, si pusiéramos en fila los que se utilizan en Vigo diariamente, cubrirían la distancia, ida y vuelta, entre la ciudad y Cangas.

Que no nos extrañen estas cifras si pensamos que, a nivel global, cada segundo más de 200 kilos de plástico son arrojados al mar. Aunque, como se imaginarán, en el mar apenas está el 25 % del total de los plásticos vertidos al medio ambiente ocupando todos los ecosistemas y buena parte de los seres vivos.

Se dice, con razón, que no hemos encontrado residuos plásticos únicamente en donde todavía no los hemos buscado, y eso incluye nuestro propio organismo. Cada uno, cada una de nosotras, nos comemos unas 50.000 partículas de plástico al año y en el mismo período respiramos unas 22.000 partículas de nanoplásticos, porque, no lo olvidemos, los microplásticos pueden fragmentarse en trozos todavía más pequeños. En realidad, el plástico es un material genial. Ligero, resistente, maleable, perdurable y, sobre todo, muy barato. La paradoja es que sus ventajas se convirtieron precisamente en sus principales inconvenientes. Apenas reciclamos (de verdad) entre el 25 % y el 37 % del plástico que utilizamos, pero ante todo debemos empezar por su reducción.