Sinda Davila: «Para diseñar un jardín, pido sentarme en el sofá de la casa e ir a la cocina»

Bibiana Villaverde
bibiana villaverde VIGO / LA VOZ

VIGO

XOAN CARLOS GIL

Pionera del paisajismo, lleva 40 años en una profesión que «en Galicia no acaba de despegar». Pronostica un problema en la Gran Vía de Vigo «cuando crezcan los árboles»

07 may 2023 . Actualizado a las 02:12 h.

«Tengo un cliente que se acaba de comprar una finca edificable en Los Abetos solo para ampliar su jardín». Esto es para Sinda Davila (Vigo, 1965) el verdadero lujo. Atesora cuarenta años de profesión en los que ha llegado crear un bosque efímero en un salón del hotel Los Escudos, colocando árboles de gran porte dentro del comedor para una boda. «Las plantas tienen el don de atraparte. Parece que no están, pero de repente coges una manguera para regar, otro día mueves una maceta... Y así terminé en Madrid estudiando paisajismo». En su caso, no fue un amor fortuito, ayudaba a su padre en la empresa familiar, una de las primeras firmas de plantas de Vigo, Jardinería do Alba. El roce hizo el cariño y hoy ya no sabe pasear sin analizar cada árbol y cada planta que se cruza.

Una caminata por el monte puede ser la mejor inspiración para sus obras. Davila pinta sus bocetos, aunque no de la forma que algunos se imaginan. «Cuando digo que soy paisajista me han preguntado muchas veces si pinto paisajes. Yo no, esos son los del siglo XIX», dice entre risas. «Cuando terminé de estudiar me vine a Galicia pensando que esto del paisajismo explotaría en cinco años y no acaba de despegar aún ahora». Una anécdota que ejemplifica el poco conocimiento de un oficio que nació en la cultura egipcia, pero que en España no se ha reconocido como grado hasta hace dos años.

«Cuando diseño espacios exteriores, pido que me dejen entrar en su casa. Me siento en el sofá para saber qué se ve desde allí, y voy a la cocina para saber cuál es la vista mientras cocinan. Quiero que disfruten del jardín desde dentro». Fuera, se trata de crear un universo que se ajuste a la naturaleza gallega. «El jardín gallego es el mejor», aclara, diferenciándolo de los estándares de los geométricos jardines franceses o la naturaleza más salvaje de los espacios exteriores en el norte de Europa. «El del Pazo de Oca es el mejor jardín barroco de España». Davila gestiona además una empresa de jardinería, Verdeón, y una floristería online, Ó son das flores.

Paisajismo en sequía

La jardinería se enfrenta a un importante reto. El pasado verano, en buena parte de la provincia de Pontevedra se prohibió el riego durante semanas. Una situación insólita que puso a prueba a estos profesionales, cuya razón de ser radica en mantener vivas las especies. En Galicia el problema empieza a llamar a la puerta, pero el sector lleva años preparándose. «Antes con un césped no se permitía una mala hierba, pero esto no es Inglaterra. Ahora se hace pradera gallega, que conlleva menos riego. Y se plantan gramíneas; en verano están verdes, en otoño rojizas y luego se ponen secas. Esa gramínea al viento es un espectáculo. Hay que acostumbrar el ojo a las hierbas secas, son bonitas también». La otra receta es plantar más árboles. «Ojalá todo el mundo plantara tantos árboles como yo», asegura quien atesora 120 palmeras en una finca familiar en Valadares.

Capaz de hacer una radiografía de la ciudad de Vigo por sus especies arbóreas, no reprime sus opiniones sobre la gestión de la naturaleza urbana, sobre todo cuando la motosierra se acciona en los despachos. «Los árboles de la Gran Vía había que cortarlos, eran especies mal elegidas. Sin embargo no había por qué talar los cedros de 70 años en la Ronda de Don Bosco. Un árbol que lleva ahí toda la vida es como un abuelo, hay que saber diseñar integrándolo» siempre que esté sano, aclara. Davila valora el actual diseño de Gran Vía y la nueva vegetación: «Me parece bonito, pero en dos años habrá un problema cuando crezcan los árboles, porque no se les ha dejado espacio. No puedes dejar un hueco en el suelo de 50 por 50 si el tronco del árbol va a tener un diámetro de 40 centímetros».

Capítulo aparte merece el ya icónico Dinoseto, o el reciente Pezseto. «A mí el Dinoseto me parece cursi, está un poco anticuado, lo mío son los bosques. Pero si eso se convierte en un hito, donde la gente se hace un selfies, nada que cuestionar». Davila acaba de diseñar seis rotondas en Tomiño que han ganado el premio Vilas en Flor. «La rotonda es un sitio perfecto para lucir planta, aunque a mí me encanta ver también las que están abandonadas y tienen los pampillos en flor».

Ella, que reconoce cientos de especies distintas de plantas, pide a los ayuntamientos que señalicen los jardines públicos con carteles que expliquen qué especies lucen en las calles, sean árboles o plantas. «En la calle Rosalía de Castro se ha plantado el árbol del amor. Es curioso porque tiene una doble floración. Primero le sale la flor rosada, luego sale una hoja verde y después otra segunda floración. Es interesante que la gente pueda saberlo». Enseñar a mirar es también una forma de pintar paisajes.

Su canción favorita

«La Primavera», de Vivaldi. «Soy de Valadares y allí la banda es un referente. Mi abuelo era saxofonista, mi padre tocaba el contrabajo y mi tío la batería. Mi padre tenía colecciones de jazz y blues, escuchaba mucha música y cuando contrataba cuñas publicitarias de la empresa siempre pedía este concierto de Vivaldi.