Los retos de la mesa de la ciencia pesquera nacida en Vigo

Antón lois AMIGOS DA TERRA VIGO@TIERRA.ORG

VIGO

M.Moralejo

La argumentación de los investigadores debería ser la referencia central en la toma de decisiones

04 dic 2022 . Actualizado a las 20:07 h.

Tras la decisión a principios del año pasado por parte del Ministerio de Ciencia e Innovación de integrar el Instituto Español de Oceanografía (IEO) en el CSIC, el entonces ministro Pedro Duque respondía a las críticas del sector pesquero y de buena parte de los equipos de investigación del propio IEO diciendo que la medida impulsaría «significativamente la capacidad de asesoramiento en materias clave, en especial en lo referido a política pesquera, agroalimentación o transición ecológica». Un año después, esta promesa se materializaba en la creación de la Mesa de la Ciencia Pesquera, que el pasado jueves tuvo en Vigo su primera sesión. 

Que el lugar elegido fuera Vigo tiene que ver, con toda probabilidad, con otra controvertida decisión por parte del Ministerio de Ciencia: descentralizar las sedes de investigación trasladando la de acuicultura a Murcia y la de pesquerías a Cantabria, provocando una tibia protesta por parte del alcalde de Vigo que, a su vez, culpó a la Xunta de tibieza en su reivindicación de que alguna de estas sedes se instalase en Vigo. Generalmente, estas reivindicaciones suelen ser simples ejercicios de localismo miope, pero en este caso resultaba defendible y sólidamente argumentable pedir que la ciudad que integra el mayor puerto pesquero de España y uno de los mayores de Europa contase con alguna de las sedes de investigación del IEO. No siendo así llegó el «premio de consolación», al decidir que Vigo sea la sede de esta mesa de la ciencia pesquera, pero consolación relativa. Aunque la ministra de Ciencia e Innovación aseguraba que la sede en Vigo sería permanente, en el BOE del 24 de noviembre, donde se publicaba su constitución, se especifica que en determinadas circunstancias podría reunirse en otros lugares. 

En cualquier caso, el objetivo será debatir y asesorar sobre políticas públicas relacionadas con la pesca y vehicular la participación de la sociedad civil. Para conseguir ese objetivo, la mesa de ciencia pesquera tiene varios retos en su funcionamiento (el jueves simplemente fue su constitución protocolaria, sin apenas trabajo operativo), como integrar al Ministerio de Transición Ecológica, inexplicablemente ausente cuando sus competencias inciden en gestión pesquera y biodiversidad marina (y ya hemos vivido conflictos por su descoordinación con el Ministerio de Agricultura y Pesca, como en el caso de la protección internacional del marrajo dientuso), la participación de la Xunta (más inexplicablemente ausente, quizás porque en lugar de hacer política estamos cayendo en el politiqueo entre administraciones), organizar operativamente la mesa de trabajo en grupos temáticos (resulta inmanejable trabajar en un grupo tan grande con tan poco tiempo) y una puesta en común en sesiones plenarias y sobre todo el grado de vinculantes para adoptar decisiones políticas que puedan ser los acuerdos que se adopten. 

Muchos retos pendientes, pero con un buen principio: bienvenidas sean las mesas de participación entre administraciones, el tan heterogéneo sector pesquero, la pesca recreativa y las ONG defendiendo la transversalidad de la ciencia como herramienta de gestión. En una sociedad lógica, la argumentación científica (contrastada y contrastable con los mejores datos disponibles) debería ser la referencia central en la toma de decisiones, pero lamentablemente las decisiones políticas no siempre coinciden con lo que la ciencia nos muestra. Tomen como referencia la emergencia climática y la ciencia frente a lo que deciden los gobernantes. Como aclaraba perfectamente Humpty Dumpty a Alicia, «la cuestión está en saber quién manda aquí. Eso es todo».