«El jabalí me come mucho millo»

alejandro martínez VIGO / LA VOZ

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Alejandro Martínez

Un vecino de Beade almacena el maíz que cosecha como si fuera un tapiz

06 mar 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Antonio García tiene una peculiar forma de almacenar el maíz que cultiva en su casa de Beade. Lo va atando en tiras empleando cuerdas que cuelga desde el techo de la planta baja de su casa. Las va colocando de una en una hasta crear una pared de un intenso color amarillo en el que el fruto se va secando.

La labor no le da poco trabajo, pero el resultado merece la pena. De esta forma, siempre tiene a mano las mazorcas, que va cogiendo a medida que las va necesitando. Su familia no las consume. Son exclusivamente para dar de comer a sus animales.

Antonio cría terneros, ovejas y también tiene gallinas y pollos que se alimentan de las piezas que componen el curioso tapiz amarillo. Y también los intrusos se alimentan de su arsenal de mazorcas. Algunos se las roban del campo, en el mes de julio, cuando están más tiernas y tienen un sabor mucho más dulce.

«El jabalí me come mucho millo», afirma. Con mucha frecuencia estos animales silvestres bajan del monte e invaden fincas y propiedades privadas en busca de alimento. Los jabalíes son tan atrevidos que se introducen dentro de la finca de Antonio para asaltar su plantación. Estos mamíferos savajes se envalentonaron durante el confinamiento. La Policía Local se vio obligada en mayo del año pasado a abatir a uno de estos ejemplares que se había adentrado en el barrio de Coia.

Sin embargo, la cosecha suele ser abundante y siempre hay para todos. Contabiliza en más de un millar las mazorcas de maíz que recoge cada vez. Las que tiene ahora colgadas las recolectó el pasado mes de octubre y aún le llegarán para la próxima temporada. Tiene en la misma estancia una máquina donde muele toda la producción, con el carozo incluido. Tiembla el suelo cuando la pone a funcionar. Sale una harina no muy fina y que constituye una comida muy nutritiva para los animales. Además lo complementa con otro alimento específico que suele encontrarse a buen precio en Portugal.

«Siempre se gasta algo, porque les echo la mitad de lo mío y mitad de pienso comprado», asegura este vecino del barrio de Porto. Todas las plantas las cultiva en una finca de unos mil metros cuadrados de superficie junto a su vivienda. La última cosecha fue normal. Afirma que otras veces recoge unas mazorkas «grandísimas». Sus animales se encuentran así bien alimentados y todo el maíz que tiene colgado en su casa no deja de sorprender siempre a las personas que acuden a visitarle.