El día en que Barreras vendió su alma

Manoli Sío Dopeso
m. sío dopeso VIGO / LA VOZ

VIGO

Oscar Vazquez

El astillero rescatado por Pemex hace seis años nunca ha llegado a salir de los número rojos

29 sep 2019 . Actualizado a las 21:46 h.

Hace solo cuatro años, Hijos de J. Barreras salía del concurso de acreedores en el que cayó en el año 2011, arrastrado por 78 millones de euros de deudas que colapsaron el astillero después de dieciséis años de brillante actividad. La crisis del tax lease y los bancos cerraron todas las vías de contratación posible para poder tapar el gran boquete abierto en las cuentas, y la compañía no tuvo más remedio que acogerse de forma voluntaria a un proceso de saneamiento que dejó por el camino a numerosas auxiliares, víctimas de impagos y quitas.

Barreras necesitó ayuda y salió adelante vendiendo el 51 %, su alma. El 10 de octubre del 2014, el astillero fiaba su futuro a la corporación mexicana Pemex, que un año antes (en diciembre del 2013) había desembarcado en la empresa haciéndose con la mayoría de las acciones a través de su filial PMI Holdings, con sede en los Países Bajos.

Ese día, José García Costas, veterano empresario del naval, propietario de potentes grupos de auxiliares como Baliño o Emenasa, hizo valer sus acciones (el 24,3 %) y sus apoyos políticos (el empresario siempre ha estado vinculado al PP) para que Pemex lo convirtiera en presidente de Barreras durante un período de seis años.

El futuro pintaba brillante, porque la entrada de la petrolera garantizaba estabilidad económica y barcos, muchos barcos.

Así que Barreras, animado por la Xunta, se agarró con uñas y dientes al plan de renovación de la flota de la petrolera azteca. Hasta 24 barcos, seis de ellos floteles, llegó a anunciar la comitiva enviada por Pemex para incorporarse al consejo de administración del astillero. El viento soplaba a favor de Barreras. Nada podía salir mal. El naval de la ría de Vigo volvía a hacerse ilusiones. Venían buenos tiempos.

Pero el salvavidas pinchó. La caída del precio del petróleo y los escándalos por prácticas de corrupción sumieron a la petrolera en una crisis de la que ni el Estado Mexicano es capaz de sacar inyectando dinero público, una y otra vez.

El viento de proa viró y se puso en contra para Barreras; y el único buque encargado, el flotel Reforma Pemex, que se entregó en el año 2016, aún sigue dando pérdidas a la factoría, que cerró el ejercicio 2017 (últimas cuentas publicadas) con algo más de 3 millones de euros en rojo, tras los 5,5 millones de pérdidas registrados en el 2016.

Pemex ya no iba a traer más barcos. Había que salir a buscarlos, pero Barreras había olvidado cómo hacerlo. Su presidente, inexperto en construcción naval y en idiomas, se preocupó más por rodearse de hombres fieles y de confianza, que de profesionalizar la gestión del astillero. Con la cartera de pedidos vacía, el equipo de Costas comenzó a disparar a todo contrato que se movía, presentando ofertas competitivas, presupuestadas a la baja, e imposibles de cumplir. 

Morir de éxito

Fue así como el astillero ganó el primer crucero de The Ritz Carlton. La nueva e inexperta división creada por el gigante de los hoteles para hacer rutas marítimas en lujosos barcos pecó de ingenua o tal vez quiso pasarse de lista. Lo cierto es que vio el historial constructivo de Barreras, y un presupuesto de 240 millones (más de 100 millones más bajo que los competidores) y adjudicó 2 de los 3 barcos que necesita al astillero vigués.

Ahora las cuentas no salen. El primer barco costará al menos 100 millones más. Costas y su equipo están fuera del astillero y Barreras, que en estos seis años, y con las mismas prácticas, atesora una cartera de pedidos de 900 millones de euros, está en riesgo de morir de éxito.