El fuego no guarda las distancias

Pedro Rodríguez Villar
pedro rodríguez VIGO / LA VOZ

VIGO

XOAN CARLOS GIL

La poca limpieza de las fincas particulares dificulta un aspecto clave de la prevención de los incendios, que es evitar que si se producen, se extiendan

22 jul 2019 . Actualizado a las 13:02 h.

En octubre del 2017 el sur de la provincia estaba asediado por el fuego. Los incendios se sucedían a una velocidad inusitada. El miedo se extendió entre todos los vecinos a la vez que una serie de bulos culpaban a mafias o a motociclistas pirómanos. El fuego volaba de copa en copa, saltaba las carreteras, los cortafuegos y todo obstáculo que se encontrara en el camino. El alto combustible forestal y los vientos del huracán Ophelia crearon el incendio perfecto, impredecible y virulento. El fuego cercó carreteras, urbanizaciones e incluso se extendió a los jardines. Parecía que podía llegar a cualquier lugar.

Para evitar estás situaciones la ley de prevención y extinción de Galicia exige que se respeten ciertas distancias entre la vegetación y el entorno urbano. Debe existir una franja de 50 metros donde no puede haber especies pirófitas -árboles con afinidad al fuego- como el eucalipto, el pino o las acacias. Esta distancia también se aplica a depósitos de basura, gasolineras y parques o instalaciones industriales. La distancia se reduce en autovías, carreteras o autopistas. Aquí la franja debe ser de cuatro metros si son especies frondosas (carballo, castaño...) o de diez metros si se trata de especies pirófitas.

Las agentes forestales Javier Fernández y Manuel Currás avisan que las franjas de seguridad no se deben gestionar solamente como un desbroce cada pocos meses. Para ellos, lo mejor es darle un uso a esa superficie para evitar el gasto de un desbroce recurrente. «Unha boa opción pode ser a de plantar especies frondosas nesta franxa, aportan riqueza ao ecosistema e se articulan como barreras fronte ao lume», concluyen. Fernández y Currás son los encargados de investigar las causa de los incendios forestales en el sur de Pontevedra, zona de alto riesgo de incendio para la Xunta este verano.

Pero la planificación urbana y rural de Galicia es históricamente muy anárquica y un paseo por las zonas quemadas basta para constatar que no se cumple la distancia de seguridad. Esta es una de las razones por las que el fuego del 2017 atravesó carreteras o autopistas.

El problema está, según las comunidades de montes y agentes forestales consultados, en las parcelas de particulares. En gran parte de estas zonas sus dueños no actúan o incluso no saben cuál es su propiedad.

El miedo de los comuneros

También hay lugares donde el trabajo se está haciendo bien y se cumple la ley. Por ejemplo, la comunidad de montes de Vincios (Gondomar) está trabajando para que en las parcelas comunales se cumplan las distancias. Lo mismo hace la Dirección General de Carreteras desbrozando con maquinaria pesada las parcelas aledañas a la autopista.

El presidente de la comunidad de montes de Chandebrito, Víctor Manuel Vidal, denuncia que gran parte de su parroquia está invadida por la especie australiana. «El eucalipto crece sin control en muchas parcelas de particulares», avisa. Tiene miedo a que otro incendio vuelva a terminar con todo el trabajo que hacen año a año en la comunidad.

Además en la zona se están extendiendo plantaciones de especies frondosas alrededor de la carretera para actuar como una barrera contra los incendios. Estas especies generan menos biomasa y crean un entorno más húmedo por lo que es más difícil que el fuego arda con virulencia.

En la parroquia de Nigrán la carretera se encuentra prácticamente cubierta por la maleza. Los eucaliptos crecen de los esqueletos arbóreos que no se cortaron desde 2017 y ya alcanzan alturas considerables. Allí la carretera no cortaría el fuego.

Un informe de la Escuela de Ingeniería Forestal de Pontevedra avisa que los grandes incendios tienen ciertos patrones que se repiten y el mismo territorio arde más de una vez. En el 2017 muchas de las zonas que ardieron ya lo habían hecho en 2016.

Teniendo en cuenta este patrón, el director de la escuela, Juan Picos, avisa que es necesario aumentar «los esfuerzos para que esto no se vuelva a repetir». También pone el foco en las distancias de seguridad para evitar que el fuego amenace la vida de las personas. «En Galicia las casas han ido subiendo como las favelas en Río de Janeiro monte hacía arriba», lo que convierte en algo prioritario actuar en las distancias de seguridad.