La estrella de los botellones

Marina Chiavegatto

VIGO

Los jóvenes se reunieron en el entorno de la plaza da Estrela tras la prohibición de concentrarse en Loriga

21 jun 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Cuando se junta una noche de calor y el final de la selectividad, el botellón tiene su éxito garantizado. Y ya que el viernes por la noche estaba prohibido cualquier tipo de reunión en la zona de Loriga, los jóvenes trasladaron sus cervezas y botellas de calimocho improvisado a la zona de la plaza de la Estrella, más precisamente, al entorno del Club Náutico. «No suele haber tanta gente aquí. Pero yo ya lo esperaba. Es que se acabó al mismo tiempo la selectividad y los exámenes de la universidad. ¡Hoy es día de fiesta!», asegura la estudiante Monica Rodríguez.

«Aquí no hay vecinos, así que hoy podemos hacer el ruido que queremos y que a nadie se le ocurra quejarse», protesta Juan Iglesias, de 17 años. El estudiante cuenta que estuvo antes en Loriga pero, cuando vio la policía, decidió cambiar de local. «Son solo unos coches de policía que no nos van a asustar», explica este joven que se posiciona «totalmente» en contra de la prohibición del botellón. «Además, se acabó la selectividad, empiezan las vacaciones y hay que celebrar», añade. Pero no son solo los más jóvenes están «a favor del botellón». Hugo Pedrosa, de 31 años, sostiene que en esta historia existen dos problemas centrales. Por un lado, «la policía tiene que entender que no hay como controlar el botellón», y por otra parte, «la gente tiene que aprender a hacerlo, pero sin montarla». Este estudiante, que decidió salir por la noche para celebrar el final de sus exámenes, confiesa que no es un asiduo del botellón, pero que, «cuando no hay dinero, hay que buscar alternativas». Para Claudia Romero, de 17 años, la solución sería «habilitar una zona para que la gente pudiera estar, sin molestar a nadie. El problema es que no tenemos un sitio donde reunirnos», justifica la estudiante.

La joven se posiciona en contra del botellón siempre y cuando los vecinos salgan perjudicados: «Si fuera yo que viviera en el centro seguro que toda esta confusión también me molestaría mucho».

Aunque en la zona de la Estrella no hayan vecinos, el botellón no deja de molestar. «Yo me acuerdo de cuando un chico se cayó en el agua», cuenta Berta Porto, de 18 años. Uno de los empleados del Club Náutico comenta que, si hasta la gente se cae en el agua, ni es necesario mencionar la cantidad de botellas que tienen el mismo destino. El empleado explica que al final de la noche los jóvenes dejan todo sucio y hasta llegan a tirar recipientes a las embarcaciones, lo que resulta muy prejudicial para el club.