En la escuela forman trabajadores, y no por el tópico del esfuerzo que exige picar carbón, sino porque colocan a todos sus titulados
08 feb 2007 . Actualizado a las 06:00 h.José María Lanaja (Zaragoza, 1944) recibe en un despacho amplio y elegante. Con mucho aire. Y con vistas. Nada que ver con una mina de aquellas que cantaba Manolo Escobar. Por el ventanal, al fondo, se ven los montes de Vigo. Y ante el paisaje, el ingeniero Lanaja, un profesor maño que lleva quince años luciendo sonrisa y afabilidad en Galicia. -En Minas tienen muy buenos paisajes, pero ni una sola mina... -[Risas] Bueno, actividad sí hay, lo que pasa es que no son minas minas. El problema que tenemos en nuestra titulación es el nombre, que se asocia siempre al carbón. Y la mina de carbón sale a los medios por accidentes, que sigue habiendo, o por conflictos laborales. Por eso el nombre de Minas nos ha perjudicado mucho. La gente piensa que la minería es algo que se termina en el carbón y no es cierto. Ni mucho menos. -¿Y dónde estamos picando ahora, si no es en carbón? -Ese es el tema y lo que tiene que saber la gente. Esto arrancó en 1991, llevamos 15 años, diez promociones, de las que han salido 150 alumnos. Las primeras eran de 10, 14, 15 titulados, ahora salen más, 30 o así, y la verdad es que la idea que tiene la gente sigue estando sólo ligada al carbón. Pero no. En Galicia, para empezar, tenemos dos áreas muy importantes: la pizarra y el granito. Galicia tuvo mucho mérito con estas áreas, fueron un poco autodidactas, pero sobre todo con el granito tendríamos que hacer un esfuerzo mayor para tecnificar. Y de eso sabemos mucho en Minas. -¿Entonces tienen mucha demanda de titulados para el sector granitero gallego? -Está saliendo gente, pero no es en lo que más se colocan. Aquí somos pocos, y como somos pocos, se colocan todos. En todo el país sólo hay cuatro escuelas oficiales de Ingeniería de Minas y una privada, así que tenemos mucha salida para la gente que formamos. Hemos puesto mucha gente en la administración, porque se necesitaban técnicos en Galicia para consellerías como la de Industria. Y luego sobre todo ha habido una situación singular en España que nos da mucho trabajo: los túneles. España es en los últimos años el país del mundo que más kilómetros de túnel hace. Tenemos más demanda de ingenieros que oferta. Es una situación coyuntural por el desarrollo de infraestructuras como AVE, autopistas y metros, pero trabajo tenemos. -Pues eso de que hay trabajo no es mal eslogan para vender una carrera, con los tiempos que corren. -Pues no. Trabajo tenemos y vamos a tener más. La versatilidad de la gente que formamos aquí es muy grande. Seguimos la formación de ingeniería clásica de las escuelas napoleónicas. Y nos estamos adaptando a Bolonia, apostando por la colaboración entre facultades. Aquí tenemos claro que hay que colaborar tanto dentro de la Universidad como con otras instituciones de fuera. Estamos formando alumnos con doble titulación con Polonia, por ejemplo, y tenemos algo parecido en Francia, Chequia, Noruega, Rumanía... Estamos muy contentos de eso. -Y aún así la batalla por los alumnos va a ser muy dura. -Sí, perdemos alumnos en todas las facultades y escuelas. Ahora hay aquí unos 500, cuando llegamos a tener 850. Entran unos 25 al año, que es un número pequeño, pero eso nos permite apostar por la calidad. El año pasado, de los 25 que entraron 21 pasaron en junio. Llega gente más vocacional, muchos atraídos por la actividad que hacemos en torno al medio ambiente.