Las islas, abandonadas a su suerte

Diego Pérez Fernández
Diego Pérez VIGO / LA VOZ

VIGO

CAPOTILLO

El estado de la mar impide salir a los pesqueros y a los voluntarios de Vigo, los militares no se mueven del puerto, Aznar no viene y Parques Nacionales evacua del archipiélago a 150 bomberos de Cataluña

14 dic 2002 . Actualizado a las 06:00 h.

«¡Orden de no salir! ¡Orden de no salir!». Nueve y media de la mañana. Un día de perros. En las emisoras del barco atracado en Rodas se escucha a las cofradías apercibiendo a los aventureros que desean venir a Cíes.

Los vientos superan los 70 kilómetros por hora y las olas, los tres metros. «Sopla de carallo», dice Javier. Ha llegado en el catamarán Arroios desde Cangas, con medio centenar de miembros de Parques Nacionales, con decenas de voluntarios y, oh sopresa, con 150 bomberos de la Generalitat. ¡Visca Catalunya! Pero es en vano. «Aquí hay miles de héroes, aunque no se trata de hacer heroicidades inútilmente», advierte Jesús Casas, técnico del Ministerio de Medio Ambiente. ¿Quién se expone a limpiar? ¿Cómo garantizar el regreso si empeora el estado de la mar a lo largo del día?

Llueve a cántaros y no se puede ni comprobar cómo están las manchas. Así que, cadena humana en el muelle para cargar la mercancía. De retirada. En sólo una hora, el barco está de regreso en O Morrazo. A muchos, que están arrimando el hombro desde el día 5, el descanso les viene de perlas. Los de Vigo ya ni vienen. La naviera no se quiere arriesgar y los concejales Uxío González y Henrique Viéitez tampoco quieren poner en riesgo a los voluntarios.

Visita frustrada La unidad móvil improvisada del 061 en Rodas está a punto de levantarse por los aires. El doctor Castro y su enfermera también se han quedado en tierra. Y los militares. El buque Galicia se fue la noche anterior para Guixar y allí debe seguir. Tampoco es un buen día para los helicópteros.

Otro que parece que se raja es José María Aznar. Se rumorea que se proponía aterrizar por la zona tras un vuelo de reconocimiento. Lástima. Algunos esperaban al presidente. Les hubiese gustado verlo. Constatamos que tenían ganas de encontrárselo.

Alguien arriesga su vida por Cabo Home en un arrastrero. Lleva una bandera negra que se ha puesto de moda entre los pesqueros. No es un pirata, es una víctima del Prestige y de quienes lo pasearon hasta 135 millas al oeste de este archipiélago.

Desiertas Si no fuese por los guardas fortestales, las Cíes serían unas islas desiertas. Los del cámping tenían que haber venido en el barco del Concello. Las olas rompen en Carabalos e invaden poderosas el paseo que une Faro y Monte Agudo. Los sacos de fuel están esparcidos por toda la playa. Las manchas continúan por aquí y por allí, en cualquier parte. Las rocas entre Los Alemanes y Cantareira siguen negras como el carbón que Galicia tendrá que comer estas Navidades.

Y así quedan las islas: abandonadas a su suerte. A su mala suerte. Con una enorme masa de fuel a 25 millas de Cabo Silleiro y soplando de suroeste. Asusta, acongoja. La noche será larga.

(Para mañana sólo cabe esperar dos cosas: que no llegue más chapapote y que se pueda limpiar el que hay. O mejor: despertar y descubrir que no era más que una pesadilla, que es verano y que otra nueva generación de vigueses y turistas se bañan en las cristalinas y frías aguas de Rodas y Figueiras).