Rock ardiente y monos gélidos

TELEVISIÓN

GUSTAVO RIVAS

Crítica

20 jul 2007 . Actualizado a las 07:00 h.

Los Arctic Monkeys son tan raros como los monos árticos. Su puesta en escena es efectivamente gélida y, sin embargo, funciona. La banda inglesa que empezó destacando por libre en Internet es ahora un producto manejado por expertos de la industria del espectáculo que han sabido no desvirtuar lo mejor que tiene este joven cuarteto. Son como son: sosos, pero con un sonido brutal que no necesita aditivos, ni luces de colores, ni rayos láser, ni proyecciones de fotos bonitas a su alrededor. Su rock es tajante, duro y, sólo a veces, rítmico y melódico. La voz del cantante, Alex Turner, es potente sin alardes. No necesita desgañitarse para llegar al público. La banda que más ha subido en los últimos dos años se hizo con el auditorio de Castrelos desde el primer momento. Contar con buenos medios también hace mucho, y el equipo que llevaban amplificaba su electrizante repertorio hasta el dolor de tímpanos. La diferencia entre lo que ocurre en el escenario y lo que pasa delante es abismal en el caso del fenómeno mediático del rock internacional. Miles de espectadores, entregados a la locura colectiva de un sonido tan vibrante como repetitivo, frente a un grupo de músicos autómatas. Un coro de monjas en la fiesta de la congregación le ponen más entusiasmo al asunto. Ellos no. No interactúan, pero lo bueno es que no les hace falta porque ya actúan solos sus seguidores. Y resulta que los fans de los Arctic Monkeys también son un poco raros. Son fans, pero no fanáticos. O les importa un bledo tener un autógrafo de un tipo que canta y toca la guitarra como si se le hubiera colado dentro la niña de El exorcista. Como la mayor parte de los que compraron entrada para verlos de cerca en la zona de pago llegaron de fuera de Vigo y tuvieron que recoger las entradas en la taquilla del auditorio, había cerca de dos mil personas esperando para tener su localidad en la mano. Los Arctic, que llevaban todo el día en el parque de Castrelos, se aburrían como micos y salieron a jugar al fútbol al lado de sus admiradores, pero nadie les reconoció, lo cual es una buena noticia. Bisbal no podría asomar un rizo a la ventana sin que se le echara encima una marabunta de fans. Ni Enrique Iglesias. Ni tantos otros y otras. Conclusión, de los Arctic Monkeys sólo interesa la música. Como tiene que ser. Of course . Arctic Monkeys: Auditorio del parque de Castrelos (Vigo). Jueves, 19 de julio. Aforo completo.