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Tesla, ¿la nueva Apple o una burbuja que arrastrará los mercados?

Victoria Toro CORRESPONSAL EN NUEVA YOK

OCIO@

DAVID MCNEW | afp

La firma es fabricante de coches eléctricos y acaba de presentar una batería doméstica, dentro de su filosofía de acabar con el petróleo y combustibles fósiles

11 may 2015 . Actualizado a las 07:14 h.

Es la niña bonita de Silicon Valley, como en otro tiempo lo fue Apple. Es la compañía a la que todos observan con lupa, de la que todo el mundo habla y la que quiere cambiar nuestro futuro, como ha hecho Apple casi desde que comenzó a existir. Es también la idea salida de la mente de un visionario, Elton Musk, como Apple fue la idea de otro visionario, Steve Jobs.

El interés mundial por Tesla Motors no es solo por su posible capacidad para crearnos nuevas necesidades que ella misma resolverá, el interés por Tesla se debe también a la posición que ocupa en el mercado y las posibilidades, reales, de que se convierta en el detonante que haga estallar una nueva burbuja en los mercados financieros.

Tesla es en teoría un fabricante de coches eléctricos, pero en realidad es mucho más que eso. La compañía fue fundada en el 2003 con una idea clarísima: cambiar el concepto de automoción de todo el mundo al popularizar los vehículos eléctricos. Para conseguirlo, los fundadores de la empresa idearon una estrategia copiada milimétricamente a la que utilizó Apple en sus comienzos: fabricarían un modelo de automóvil eléctrico que aunara el diseño más innovador con la tecnología más moderna. Ese modelo estaría destinado exclusivamente a clientes muy ricos. Pero la intención de Tesla, como la de Apple en sus inicios, carísimos y exclusivos ordenadores, no era la de quedarse en fabricante de productos de lujo. La idea era popularizar uno nuevo, el coche eléctrico, y empezar a fabricar, tras ese modelo de lujo, otros mucho más accesibles aunque no baratos, exactamente igual que ocurre con los productos de Apple, que estuvieran al alcance de muchos millones de personas. Y Tesla ha seguido ese programa al pie de la letra.

El súper coche eléctrico es el modelo Roadster que comenzó a fabricar en el 2009 y que se vendía entonces por 110.000 dólares (unos 97.000 euros). Tras ese modelo deportivo que se mejoró unos años después y que en su versión más exclusiva cuesta 205.000 dólares (182.000 euros) Tesla comenzó a producir otros modelos cada vez más asequibles hasta llegar al S III que comenzará a entregarse a principios del 2017 y cuyo precio será de unos 35.000 dólares (31.000 euros).

Para que la idea funcione, necesitan vender muchos coches como Apple ha necesitado vender, primero, muchos ordenadores, después, muchos teléfonos móviles, más tarde, muchas tabletas y en el futuro, muchos relojes. Y ahí es dónde está el problema. Nada indica que vaya a ser así. O al menos nada tangible. Porque es verdad que filosóficamente la idea de Tesla es genial: aporta una innovación que haría el mundo mejor porque reduciría considerablemente la contaminación. Pero Tesla está luchando contra fuerzas muy poderosas para imponer ese nuevo concepto: el sector energético tradicional. Y está luchando también contra algo mucho más etéreo: la costumbre de la mayoría de las personas.

Por el momento, los resultados de la compañía nos dicen que no lo ha conseguido. Pero a pesar de ello, en general, los inversores siguen confiando en que lo logrará. El miércoles pasado la empresa de Silicon Valley presentó sus resultados del primer trimestre de este año. No fueron buenos, pero se esperaban aún peores, así que Tesla sigue en la ola.

Lo que ha conseguido que esos resultados no fueran un desastre parece ser la nueva apuesta de la empresa: su batería para el hogar. Y es que si Tesla quiere cambiar un aspecto de nuestra civilización imponiendo los coches eléctricos quiere hacerlo aún más radicalmente con este nuevo producto que presentó hace menos de dos semanas. Se trata de un acumulador de energía. Una batería que el propio jefe y fundador de Tesla, Elon Musk, presentó como un negocio que podría ser aún mayor que el de los coches eléctricos.

La idea es que esas baterías se utilicen en los hogares en los que se emplea energía solar, que en Estados Unidos están creciendo de forma vertiginosa. El problema con los paneles solares es que sirven durante el día, cuando hay sol, pero cuando el astro se oculta el sistema necesita un acumulador que proporcione la energía en las horas nocturnas que, además, son las de mayor consumo. Tesla no es la única empresa que se dedica a este campo, pero su powerwall saldrá al mercado con un precio mucho menor que el de sus competidores, entre 3.000 y 3.500 dólares (entre 2.650 y 3.100 euros), cuando los modelos de las otras compañías que también están ya en una fase muy avanzada pueden llegar a costar hasta 20.000 dólares (17.700 euros).

Esos 3.000 dólares es el precio de la batería Tesla en la actualidad, pero la compañía tiene la intención de empezar a producirlas a gran escala en una mega fábrica que está construyendo en Nevada y cuando eso ocurra, hacia el 2017, el precio podrá rebajarse considerablemente.

La empresa ha lanzado su batería como la fórmula para que los consumidores puedan desconectarse definitivamente de la red eléctrica. Aunque los expertos opinan que esta idea es todavía un poco precipitada, pues las baterías no ofrecen la garantía absoluta de que no se produzca un apagón. Pero lo que es indudable es que se trata del mayor empujón a la nueva revolución energética que ha comenzado a producirse en Estados Unidos y que se extenderá, sin duda, por todo el mundo occidental.

Los expertos opinan también que la batería de Tesla tiene un gran futuro en otro uso. Las tarifas de las compañías eléctricas estadounidenses son mucho más altas en las horas pico que en las horas valle. Así que estas baterías son un recurso prefecto para las empresas, en ellas podrán acumular energía en esas horas valle, una energía que pagarán mucho más barata y que podrán usar en las horas en las que la energía les costaría mucho más cara.

En esencia, toda la filosofía de Tesla se basa en una idea: adiós al petróleo y los combustibles fósiles. Y esa es una concepción muy cercana a la mentalidad de las generaciones más jóvenes. El problema es que aunque la empresa es ya muy grande, en noviembre del 2014 contaba con 10.000 empleados, todavía está basada más en ideas que en realidades, y esa ha sido siempre la causa detonante de las burbujas. Por ello, los analistas financieros siguen todo lo que ocurre en Tesla con una atención inusitada. Algunos de ellos advierten de que el riesgo de hundimiento es real y que ese posible hundimiento pondría al Nasdaq, el mercado en el que cotiza, en problemas.

Pero esto, tal y como ocurre también con Tesla, es una solo una idea, al menos por el momento.

Musk, un hombre de ideas

Diseñar el primer coche eléctrico que puede producirse en cadena; crear PayPal, el sistema de pagos por Internet más productivo del mundo; o estar detrás del primer sustituto privado de los transbordadores espaciales son tres ideas sobresalientes que definirían a las personas que hubieran estado tras ellas como geniales. Pero si esas tres ideas son de una sola persona, entonces la palabra genio se queda pequeña. Y, en efecto, esas tres ideas han salido de la mente de Elon Musk, el director general de Tesla.

Musk nació en Sudáfrica hace 43 años. A los diez años se compró su primer ordenador y aprendió a programar él solo. Dos años después vendía su primer programa, un juego basado en el espacio. A los 17 años dejó su país porque no quería hacer el servicio militar: «No tengo nada en contra del Ejército en sí. Pero entrar en el sudafricano para reprimir a los negros no me pareció una buena forma de emplear mi tiempo», ha explicado Elon Musk sobre su decisión.

Estudió Física Aplicada y Administración de Empresa en la Universidad de Pensilvania, el centro educativo que le había concedido una beca cuando su padre se negó a pagarle los estudios si no los realizaba en Sudáfrica. Tras salir de la universidad su carrera fue imparable. Primero creó PayPal, después, en el 2002, fundó la compañía SpaceX y en el 2003, Tesla. En febrero del 2005, la revista Fortune le calculaba ya una fortuna cercana a los 400 millones de dólares. Todo el mundo le compara con Steve Jobs, pero como también ocurre con su Tesla, es posible que en el futuro Musk llegue mucho más lejos que Jobs. O no.

La firma presentó una batería para el hogar muy competitiva | REUTERS