Los dos astilleros vigueses, hoy en día desaparecidos, alcanzaron la cumbre de la construcción de barcos en España en el año 2002
24 sep 2024 . Actualizado a las 15:21 h.Los astilleros vigueses Hijos de J. Barreras y Factorías Vulcano lideraron en septiembre del 2002 el mercado nacional de la construcción de barcos junto con el grupo público Izar. La Voz de Galicia, aludiendo al resumen de la Gerencia del Sector Naval correspondiente a la actividad del primer trimestre de ese año, daba cuenta de cómo ambas empresas alcanzaban la cima. La suya es la historia de dos reyes caídos en apenas un par de décadas. Ninguna de las dos marcas existe ya, tras haber quebrado y ser compradas por otros sus instalaciones.
Hace veintidós años, Barreras y Vulcano tenían en cartera los buques de mayores dimensiones y superaban con holgura, aunque no en unidades en construcción, al resto de los astilleros españoles respecto al tonelaje de barcos en fase de montaje. «Para ambas firmas, el año 2001 ha significado la recuperación de un puesto que no se lograba desde hacía varios años, fundamentalmente para Vulcano», publicaba La Voz el 6 de septiembre del 2002. En aquel momento, la cartera de pedidos del astillero de Teis se elevaba a más de 22.000 toneladas pertenecientes a los buques quimiqueros que construía para la armadora Marpetrol.
Por su parte, Hijos de J. Barreras, que en solo cuatro años se había convertido en el principal astillero privado gallego por su sostenido crecimiento en el mercado internacional y que alcanzaba, de forma coyuntural, el liderato nacional, tenía en cartera la entrega de 64.186 toneladas. Suardíaz, Alcudia y una armadora griega eran sus principales clientes en aquel momento.
Barreras y Vulcano eran la punta de lanza del sector privado, aunque por delante de ellos estaba Izar, el grupo de construcción naval más importante de España, pero en este caso perteneciente al Estado. Era el precedente de Navantia.
La situación preponderante de Barreras y Vulcano continuó hacia el año 2009. Ese año, el de Beiramar concluía un ferri de 193 metros de eslora, el mayor de todos los construidos nunca en la ría de Vigo. Se trataba de un barco para la firma Balearia, destinado al transporte de pasajeros y vehículos entre Barcelona y las islas Baleares. Sin embargo, Barreras tuvo que afrontar un concurso de acreedores y, poco después, la entrada en su accionariado del grupo Pemex (Petróleos Mexicanos), pasando a controlar la histórica empresa viguesa.
En el 2017, Barreras firmó un contrato con la cadena hotelera Ritz-Carlton para la construcción de un crucero de lujo. Sería el principio de su fin debido al sobrecoste de la construcción. Cinco años después, la factoría centenaria desaparecía tras ser comprada por Armón.
Por su parte, el camino de Vulcano tuvo el mismo fin, aunque la ruta presentó mayores complicaciones. En parte, la desaparición del astillero se fraguó en el 2006, cuando Vulcano adquiere el grupo Juliana de Gijón. La quiebra de este, junto con algunas cancelaciones de pedidos, llevaron a la factoría de Teis a un concurso de acreedores del que pudo salir un año después. No mejoraron lo suficiente las cosas y en el año 2019 se produce la liquidación voluntaria debido a los problemas económicos que arrastraba. Acabó haciéndose con las instalaciones la nueva empresa San Enrique, que tuvo que pleitear con la Autoridad Portuaria de Vigo por la concesión administrativa de los terrenos. Aunque el Puerto ganó en el juzgado, sí realizó una nueva concesión a la empresa, que todavía no ha construido un solo barco ahí.
Hijos de J. Barreras y Vulcano superaron los cien años de existencia. La primera siguió la evolución de la propia economía viguesa. Pasó de la pesca, y la salazón y conserva de pescado, sobre todo sardina, a la construcción de barcos. Empezó como carpintería de ribera en O Areal, aunque también tuvo un espacio de construcción entre Colón y Marqués de Valladares. A comienzos del siglo XX se instaló el astillero en la playa de Coia y comenzó a expandirse, especialmente con la gran salida que tuvo el conocido como «vapor tipo Vigo». Pero el primer gran hito de la empresa llegó a finales de los años veinte cuando comienza a construir buques con casco de acero. El famoso Bernardo Alfageme, que preside la rotonda de Coia, fue construido en los años 40. Tres décadas después, en el astillero de Coia se construyeron plataformas petrolíferas. Ocurrió cuando el Estado lo absorbió, situación que se mantuvo, tras pasar la reconversión naval, hasta que el Gobierno de José María Aznar lo privatizó.
Por su parte, el nacimiento de Vulcano fue más heroico. Enrique Lorenzo y un ingeniero abrieron un taller de calderería, que diez años después de su fundación irrumpe en la construcción naval. Es en ese momento cuando la empresa se instala en Espiñeiro. A partir de entonces, la empresa no cesa de crecer y tocar distintos sectores. Enrique Lorenzo falleció en 1981, justo antes de la reconversión naval. Hubo entones un cambio de propietarios, que relanzaron la histórica empresa hasta su entrada en declive y la desaparición en el año 2019.