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El Parque Nacional de las Illas Atlánticas pide a los barcos que no se aproximen a las ballenas

Alejandra Pascual Santiago
alejandra pascual VIGO / LA VOZ

SOMOS MAR

CEMMA

Las sanciones leves por poner en peligro a los cetáceos pueden alcanzar los 200.000 euros

14 sep 2024 . Actualizado a las 03:35 h.

El Parque Nacional de las Illas Atlánticas ha lanzado un mensaje de advertencia a las embarcaciones para que no se acerquen a las ballenas que estos días se han abonado al entorno de las islas Cíes, donde buscan comida. La organización del espacio natural más protegido de Galicia pide a los patrones que eviten forzar su avistamiento y, en caso de que sea fortuito, realicen «unha observación moi cautelosa e sempre mantendo unha distancia prudente e silenciosa» para no someter a los rorcuales (Balaenoptera physalus) a situaciones de estrés y molestias. En las últimas jornadas, decenas de ejemplares rondan la boca de la ría de Vigo, a varias millas al oeste del archipiélago.

La observación de ballenas se ampara en un real decreto del 2007 que busca asegurar la protección de los cetáceos y «garantizar la supervivencia y su estado de conservación favorable». La coordinadora gallega especializada en estos animales, el Cemma, recuerda que se trata de especies protegidas. Incumplir las normas y cometer infracciones consideradas «menos graves» está penalizado con sanciones de entre 3.001 y 200.000 euros, según la Ley de Patrimonio Natural y de la Biodiversidad, mientras que las faltas más peligrosas acarrean multas de entre 200.000 y 2 millones de euros.

Entre tales acciones sancionables se encuentran el contacto físico de embarcaciones y personas con familias de cetáceos, alimentar a los animales o arrojar objetos al agua, producir ruidos fuertes para atraerlos o alejarlos o impedir su libre movimiento, interrumpiendo su trayectoria.

La presencia de decenas de rorcuales al oeste de las islas Cíes ha despertado el interés de muchos por ver de cerca a estos animales asombrosos. Su presencia en la costa gallega no es algo nuevo, pero sí que cada vez es más evidente. En este litoral encuentran krill, su dieta; pequeños crustáceos que a su vez se alimentan de fitoplancton, «un elemento fundamental da cadea trófica dos ecosistemas oceánicos», explica el Parque Nacional.

CEMMA

Pero la sensación extendida entre científicos, instituciones y entidades con experiencia en el tratamiento de cetáceos es que muchos propietarios de embarcaciones desconocen la normativa proteccionista para observar a estos animales, que lo que persigue es evitar ponerlos en peligro. La orden ministerial establece una distancia mínima de 60 metros con ballenas o delfines, la prohibición del uso del sistema de sonar, navegar a una velocidad constante y no superior a cuatro nudos y no dar nunca marcha atrás. 

Actividad económica

El actual Ministerio para la Transición Ecológica es consciente de que la observación de cetáceos «constituye una actividad turística, económica, científica y recreativa de excepcional importancia» que, además, «puede desempeñar una importante labor de investigación y educación ambiental». La actividad comercial de avistamientos de cetáceos es un hecho en la costa andaluza y el Mediterráneo y, a raíz de incrementar sus apariciones, parece que toma forma en Galicia. Sin embargo, casar este interés con las medidas proteccionistas no siempre es fácil.

Algunas empresas ofrecen tours de avistamientos, lo que requiere un permiso especial

El creciente turismo náutico que explotó en las Rías Baixas de forma notable hace menos de una década ha provocado que proliferen las empresas de alquiler de embarcaciones para realizar viajes en torno a las islas. En sus webs, al ofrecer el servicio de charter, microsociedades o navieras especializadas mencionan, como gancho para visitantes, los avistamientos de cetáceos —hay quien confiesa que las de los arroaces son las apariciones más frecuentes— durante su travesía. La presencia de las ballenas comunes en el entorno de las Cíes durante los últimos días ha despertado el interés de algunas de estas empresas por ofrecer un servicio específico, explica el Cemma. Pero todas se han topado con «la obligatoriedad de disponer de autorización administrativa para realizar la actividad recreativa de observación» de estos animales con el fin de proteger el medio marino.