Patrocinado porPatrocinado por

El pescadero cae en la Red

a. buíncas REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

PACO RODRÍGUEZ

Sin perder su esencia, que es la atención directa desde un mostrador físico, los detallistas saltan a Internet impelidos por los que se han acostumbrado a comprar a golpe de clic. Sí, también pescado

28 dic 2021 . Actualizado a las 04:53 h.

El panorama que ha quedado después de la pandemia para el gremio de detallistas de pescado es un paisaje que combina espejismos y brotes verdes. La realidad engañosa era que crecía el consumo de productos marinos en los hogares tras años de descensos continuados. Esa ilusión se esfumó en cuanto los ciudadanos pudieron poner un pie en la calle y se lanzaron en masa a bares y restaurantes. Y no es precisamente la hostelería uno de los sitios preferidos para comer pescado. De ese 34 % de consumo extradoméstico que había en el 2019, apenas un 15 % incluía productos marinos. «No solemos pedir pescado cuando salimos a comer o a cenar», se lamenta Luisa Álvarez, directora gerente de Fedepesca, la patronal de los comerciantes de productos marinos, en la Jornada de Innovación y Nuevas Tendencias en la Pescadería, celebrada en formado mixto hace unas semanas.

Pero además de espejismos también se aprecian brotes verdes. Como la confianza que ha depositado el cliente en la pescadería tradicional, que en lo más duro de la pandemia, sin disponer siquiera de elementos de protección y expuestos en primera línea al virus como servicio esencial que fueron sus negocios, los profesionales continuaron haciendo de pescaderos, pero también de recaderos —«porque algunos se encargaron de hacer toda la compra a personas de alto riesgo»—, de psicólogos —prestando oídos a los temores de los ciudadanos— y de animadores, «pues había quien introducía notas y mensajes de ánimo en la compra», dice Luisa Álvarez al rememorar una respuesta que todavía hace que se le erice el vello.

Ese fue el ensayo para entrar en el campo digital. Y aunque a marchas forzadas, pudieron continuar su negocio. Según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, el comercio tradicional de pescado fue el que más cuota de mercado ganó durante la pandemia. «Fue el canal favorito para abastecerse de pescado», explica la directora de Fedepesca.

Y aunque ahora todo ha vuelto a la normalidad y «había tantas ganas de salir que ahora se baja a la calle para comprar una simple barra de pan», como explica Silvia Gil, del departamento de Proyectos, Comunicación y Márketing de Fedepesca, hay también quien ha quedado subyugado por las ventajas de comprar pescado a golpe de clic. Y es un segmento de población a la que el pescadero, ahora que ha vuelto a su espectáculo de tijeras y cuchillos con público en directo, no debe descuidar. Es preciso dar el salto a lo digital. «Nos va la vida en ello», recalca María Luisa Álvarez.

 Fresco y elaborado

El «delivery» y el «take away», otra oportunidad de venta que se abre. El consumidor ya no tiene tiempo para cocinar. En ocasiones, ni siquiera para ir al mercado. En la subcontratación de ese tiempo del que no se dispone Luisa Álvarez ve todo un negocio para el comercio tradicional. Un campo en el que encuentran competencia con la hostelería y que es el delivery y el take away. «Cada vez que el cliente pide a un restaurante que le lleve un plato preparado a domicilio es una oportunidad de compra que pierde el pescadero», explica la directora de Fedepesca. Y como en la pandemia los detallistas firmaron alianzas con empresas de reparto, como Glovo, para distribuir pedidos cuando no se disponía de medios logísticos propios, ese canal se puede aprovechar no solo para entregar pescado fresco, sino también para elaboraciones. Entrar de lleno en el delivery y el take away es lo que propone la patronal del gremio. Esa vía, sin embargo, está cerrada para los negocios en Galicia, donde, a diferencia de carnicerías y otros establecimientos, las pescaderías no disponen de regulación específica y, por tanto, no están autorizadas a realizar preparaciones. En la patronal, esperan que esas diferencias entre comunidades autónomas desaparezcan en cuanto se apruebe la normativa ahora en preparación, que emana de la Aesan (Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición), y que, «pretende ser un paraguas para amparar esas preparaciones al sentar unas reglas de juego mínimas».

 Marketplace

Digitalización y falta de tiempo. Pero, sin duda, el canal online es la mejor oportunidad. Es cierto que atender una pescadería virtual es laborioso —fichas de producto, cambio diario de precios, preparación de pedidos...— y requiere tiempo. Un tiempo que el pescadero —entre ir a la lonja o al mercado, ocuparse de la logística, hacer pedidos ordenar el expositor, marcar precios, atender a la clientela...— no tiene. Por eso muchos intentos de digitalizar este comercio han acabado en saco roto. Pero ahora que el cliente ha vencido el temor y los reparos a abastecerse de frescos por Internet —en la pandemia las ventas online crecieron por encima del 100 %— hay que aprovechar y subirse al carro de la digitalización. Sobre todo ahora que llegan ingentes cantidades de dinero de los Next Generation —570 para comprometer en este 2021— no tanto para acondicionar negocios físicos, pero sí para que estos coloquen ladrillos en su e-commerce. Para ayudar a que los profesionales diesen su salto a la Red, Fedepesca ha colocado un trampolín: un marketplace, un mercado virtual. Es una plataforma común en la que el pescadero puede optar bien por tener simplemente su escaparate de productos o por atender ese mostrador, recibiendo y despachando pedidos a través de Internet. Ese espacio se llama lapescaderiartesanal.es y es una solución común, pionera en España y en Europa, para la digitalización del comercio de pescado tradicional. Por lo pronto, han decidido usar esa rampa hacia la Red 44 pescaderías, la mayor parte de la capital, y 14 de ellas ya han abierto su sucursal e-commerce, con posibilidad de entrega de productos. «Ha sido un gran esfuerzo», admite Silvia Gil, al volver la vista atrás sobre un proceso en el que ha habido que salvar múltiples escollos. Pero ahí está. Intentando ampliar ese mercado virtual a otras partes del territorio.

 Antecedentes

La experiencia del Mercado de la Paz con Amazon. Que es «dificilísimo» sacar adelante un marketplace como el de la federación de detallistas de pescado lo certificó en la citada jornada Guillermo del Campo. El director gerente del madrileño Mercado de la Paz narró la experiencia de esa plaza de abastos, que fue la primera del mundo en firmar un acuerdo con Amazon para vender sus frescos a través de Internet. Desde noviembre del 2016 hasta hoy, los comerciantes han facturado por ese canal del gigante de la distribución entre 6 y 7 millones de euros, se han hecho medio millón de pedidos online, de los cuales el 24 % han sido de marisco. Y aunque «lo que más se vende es fruta, en la cesta de la compra hecha en la red también ocupa un lugar destacado la carne y después el pescado». Pero como Del Campo no se acaba de fiar del todo de Amazon, pues el contrato deja bastante margen a que se vaya del mismo modo en el que ha venido, el gerente quiso cubrirse las espaldas e impulsó, con otras dos personas, el Mercado 47, una plaza de abastos virtual que reúne a diez mercados y que está en vías de incorporar a cuatro más. En total, 1.028 comercios, 210.000 kilos de alimentos vendidos desde el 2017 y 57.000 multipedidos —de varias tiendas distintas— con un tique medio de 74,78 euros, «una pasta», dice Del Campo.

Claro que Mercado 47 dispone de personal propio, pickers, que reciben los pedidos y los preparan para su distribución y en el caso de lapescaderiartesanal.es ese preparado corre a cargo del propio profesional, que tendrá que atender esa ala digital de su negocio en el que el cliente, además, podrá especificar cantidad y hasta forma de presentación: fileteado, en rodajas, en libro, sin espinas, en tacos, en lonchas...

 Coexistencia

Competencia. Sin poder escapar de la digitalización, los expertos están convencidos de que el comercio físico, la pescadería tradicional, salvará al online y el negocio presencial saldrá reforzado. Si de algo ha servido al Mercado de la Paz explorar este canal, por ejemplo, ha sido para poner sus productos mucho más allá de la esquina, en sitios como Berlín, Bruselas o Ámsterdam. Y no precisamente por los gustos de alemanes, belgas u holandeses, sino por la morriña de los desplazados fuera de España. «Compran online tres o cuatro veces al mes», explica Guillermo del Campo, que tiene muy claro que el problema de los comerciantes de alimentos frescos no es «Amazon, sino los supermercados». Grandes superficies que están potenciando sus secciones de frescos en una extensión de la que Luisa Álvarez denominó estrategia del zumo de naranja: «Hay quien va todos los días al supermercado solo por el zumo de naranja recién hecho, que, de paso, casi siempre sale con algo más» en el tique de compra. Con los frescos ocurre igual, de ahí el empeño de los grandes de la distribución en ello.

 Otros problemas

Relevo generacional. Y es cierto que en los últimos años el comercio tradicional pierde cuota que ganan las grandes superficies. Pero no todo el mérito es de ellas, que cada vez tienen más metros. También ayuda que los comercios especializados sean cada vez menos. Tres de cada diez se han quedado en el camino entre el 2007 y el 2014, último año del que hay registro del número de pescaderías, pasando de 14.833 a 11.458. Eso tiró del empleo hacia abajo: de 27.000 en el 2007 a 19.000 en el 2019. Menos tiendas, menos trabajadores, y menos ganas de continuar en el sector, que, como otros eslabones de la cadena mar-industria, también está asfixiado por la falta de relevo generacional. Un vacío que esperan llenar con ese curso para obtener el diploma de experto en comercio minorista que realizan con la UNED y que este año alcanza su cuarta edición.

 A eso, a quedarse sin mano de obra y a que desaparezca el comercio especializado es a lo que hay que temer y no a Amazon ni a la digitalización. Del Campo lo ilustró glosando a uno de los mayores expertos en nuevos formatos comerciales y retail como es Laureano Turianzo: «A día de hoy, el algoritmo más eficiente del mundo, el A10 de Amazon, está a años luz en eficiencia al de un buen pescadero que enseña su pescado en su tienda de barrio a sus clientes y los termina saludando por sus nombres».