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«Juego revuelto» en el reparto de xarda

e. abuín REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

M.MORALEJO

Después de que Noruega se asignase unilateralmente un cupo de caballa, Islandia, Feroe y Groenlandia pretenden hacer lo mismo al margen de la UE

13 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Y resultó que Noruega no iba de farol. Se ha tomado por su cuenta más de un tercio del total admisible de captura (TAC) de xarda (850.000 toneladas), en lugar del 22 % que tenía, y la ha repartido entre sus pescadores. Eso sí, dando cuenta a la organización regional de pesca correspondiente, la Comisión de Pesquerías del Atlántico Nororiental (NEAFC), de que se había reservado un 35 % de la caballa, para escándalo de la flota comunitaria. Eso no es todo. Aprovechando el río revuelto que ha dejado en aguas del Atlántico el brexit, el resto de Estados costeros han seguido la estela noruega y se han lanzado al pillaje de la xarda.

Islandia -que ya siempre ha ido por su cuenta, desmarcada del pacto a tres bandas entre la UE, Noruega y las islas Feroe- también ha anunciado que subirá su porcentaje para atender las necesidades de su flota. Y lo mismo han hecho las islas Feroe, a las que no parecen haber servido de escarmiento las medidas -tardías, eso sí- que Bruselas tomó contra sus productos en el 2014, cuando hizo lo que ahora pretende volver a hacer, y contra Groenlandia, territorio autónomo dependiente de Dinamarca, que también ha anunciado que se ha autoasignado una mayor tajada. Todo un juego revuelto que ha dejado descolocada a la UE.

En definitiva, que si se suman los porcentajes que cada parte ha anunciado, y se suma a los que corresponderían a a la UE y al Reino Unido, «se excedería en un 80 % la captura máxima recomendada por los científicos», apunta Daniel Voces, director gerente de Europêche, la patronal pesquera comunitaria. Y la pesquería puede aguantar la presión un año. Dos, quizás. Pero al «tercero colapsará», vaticina Voces, y se volverá a la situación deplorable de mediados de siglo pasado.

Reacción rápida y fuerte

En el caso de Noruega, llueve sobre mojado. Porque lo que ha hecho ahora con la xarda, lo hizo hace unos meses con el bacalao, solo que en vez de tomarse la cantidad que le vino en gana, repartió lo que quiso entre los demás, sisando 7.000 toneladas a la flota comunitaria.

«La UE tiene que reaccionar rápido y de forma contundente», señala el director de Europêche. Y en ese sentido se está moviendo la patronal europea: aguijoneando al Ejecutivo comunitario para que salte. Solicitando que se diga «basta» de una vez por todas porque se está poniendo en peligro la especie, además de los intereses económicos de su flota.

La pesca tiene claro dónde les duele a quienes pretenden hacer trampa: en el mercado. Por eso piden a la UE que tome medidas comerciales y mande así una señal fuerte de que si se autoasignan cuota y ponen en peligro la especie se le van a poner barreras a esos productos. Porque no es de recibo que incumplan los pactos y después puedan introducir impunemente esa materia prima en el mercado comunitario.

¿Qué medidas? Pues desde retirar los contingentes arancelarios, los derechos preferenciales o la prohibición de importar sus productos en Europa. Son acciones «muy razonables», dice Voces.

Daños colaterales

Que Noruega venga de cabecilla de ese pillaje de xarda, cuando siempre ha vendido su flota y su sector pesquero como ejemplos de sostenibilidad, buenas prácticas y respeto al medio ambiente, es algo que llama poderosamente la atención a Europêche. Daniel Voces explica que la actuación de Noruega es un daño colateral del brexit. Desde la desconexión, Noruega tiene que pagar por pescar en aguas británicas, como tercer país que es ahora. Un gesto que no ha gustado a los noruegos, que han reaccionado autoasignándose cuota. Pero la flota comunitaria no tiene por qué pagar los platos rotos. Y mucho menos ver en peligro una especie vital para muchas flotas comunitarias.

Cree además la patronal pesquera que es un momento decisivo en la NEAFC y la UE debe actuar con contundencia, porque si ahora cede derechos y deja hacer va a sentar bases para el futuro. «Debe enviar un mensaje contundente y decir que no está por la labor de que nos quiten nuestros derechos históricos», sentencia el director de Europêche.

La negociación de los contingentes, ocasión de oro 

El robo del bacalao por parte de Noruega a la flota comunitaria ha desatado una guerra diplomática entre Bruselas y Oslo todavía no resuelta. Iván López, presidente del Consejo Consultivo de la Flota de Larga Distancia y presidente de los bacaladeros de Agarba, señala que las notas verbales que ha mandado al país nórdico son «muy duras en cuanto a argumentación jurídica» y está dando señales contundentes de que no va a permitir que se le sustraigan derechos de pesca consolidados.

Pero toda esa dureza que despliega en los papeles, que es precisamente la que reclaman en la práctica desde Europêche, no se traduce en hechos. Sobre el terreno, la respuesta está siendo tibia y poco decidida. «Un tigre sin dientes», apunta Daniel Voces.

Bruselas tenía una ocasión de oro para disuadir a Noruega y, de paso a los restantes países, pero no se decide a aprovecharla. Se trata de la negociación, ahora en curso, de los contingentes arancelarios a los países del área económica europea (EEA), que afecta a Islandia y Noruega, además de a Liechtenstein, Suiza y otros. La flota comunitaria ha pedido que no se incremente la cantidad de productos que esos países puede enviar a Europa con arancel cero, pero Bruselas ha puesto pegas, dado que los contingentes se hacen al bloque, no al país. Entonces se solicitó que se retiraran los productos procesados o semiprocesados de caballa y bacalao -el entero ya tiene arancel cero- del listado de los que pueden beneficiarse de las reducciones de tasas y, en este caso, la respuesta es que la industria comunitaria reclama esas partidas porque las necesita como materia prima. Una industria en cuya patronal, curiosamente, está representados los procesadores británicos y los noruegos. Y estos, desde luego, nunca van a apoyar que se suban los aranceles a sus productos.

Por eso que la señal potente que esperaban todavía está pendiente. Y los rugidos que la UE se mandan por carta son ronroneos de gatito en las negociaciones de a pie.