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Un laboratorio de olores para frenar a la velutina

María Santalla REDACCIÓN / LA VOZ

SOSTENIBILIDAD

Los científicos capturan y marcan ejemplares de velutina para poder realizar sus experimentos
Los científicos capturan y marcan ejemplares de velutina para poder realizar sus experimentos Grupo de Bioloxía Ambiental UVigo

Un equipo de la Universidade de Vigo que investiga para frenar la expansión de esta avispa ensaya con compuestos volátiles para hallar un atrayente específico

27 mar 2023 . Actualizado a las 22:17 h.

Acaba de comenzar la primavera y con ella se abre un nuevo ciclo para la avispa velutina, una especie invasora que se ha adaptado a la perfección al clima gallego y que, con mayor o menor intensidad, está presente ya en toda Galicia. Su presencia causa un gran impacto ambiental, puesto que captura otros insectos para alimentar a sus crías; también económico, en especial para el sector apícola, ya que su presa preferida son las abejas de la miel; y social, debido a que su picadura puede causar incluso la muerte de personas alérgicas o que reciban múltiples aguijonazos.

Tratar de controlar su expansión es una tarea urgente a la que desde hace años dedican esfuerzos tanto científicos como Administraciones y sectores implicados. Uno de los métodos más empleados para ello es la colocación de trampas, una fórmula sobre la que los investigadores tienen muchas reticencias pero que en la práctica se ha vuelto casi tan inevitable como la propia velutina, hasta el punto de que en los últimos años hasta los concellos promueven y apoyan los trampeos contra la avispa asiática.

A intentar conseguir nuevos métodos de control de la velutina y a que las trampas que se utilicen sean más selectivas y menos nocivas para otros insectos dedica buena parte de sus líneas de investigación el Grupo de Bioloxía Ambiental de la Universidade de Vigo. Salustiano Mato, Josefina Garrido, Iria Villar, Aarón Lagoa y Sandra Rojas son algunos de los científicos que destinan horas de su tiempo a intentar saber más  sobre el avispón asiático y a tratar de hallar métodos eficaces de control.

impacto sobre las colmenas

Se debilitan ante los ataques continuos de velutina. Una de sus líneas de estudio estuvo destinada a averiguar el impacto de esta especie sobre las colmenas. Sus conclusiones las explica así Sandra Rojas: «El linaje de las abejas autóctonas es muy vulnerable», de manera que «con dos o tres velutinas al frente de la colmena permanentemente durante semanas, esta se paraliza». Ante un ataque de avispón asiático, las abejas se colocan en formación defensiva frente a la entrada de la colmena, pero «si el ataque es muy continuo se repliegan al interior y dejan de salir a pecorear». Poco a poco, dejan de realizar las funciones habituales, no solo la salida a buscar alimento, sino incluso la limpieza del interior de la colmena. La consecuencia es que esta se va debilitando y puede incluso llegar a morir. «El mayor número de muertes de colonias de abejas se produce en invierno o primavera», dice Rojas.

arpas eléctricas

Eficaces pero no infalibles. Uno de los métodos de control que aplicaron los apicultores y de cuyos resultados están bastante satisfechos son las arpas eléctricas, unos dispositivos que se colocan frente a las colmenas y que evitan el paso de las velutinas. También a estudiar su eficacia se ha dedicado el equipo científico de la Facultade de Bioloxía de la Universidade de Vigo, en colaboración con investigadores de la Universidade de Santiago, en el marco del proyecto Atlantic-Positive. «Las arpas eléctricas reducen la cantidad de avispones. Es, además, un método muy selectivo, porque más del 90 % de los insectos que capturan son velutina». Sin embargo, «no son infalibles», así que es necesario combinarlas con otros sistemas.

Una de las científicas del grupo vigués trata de capturar velutina frente a las colmenas.
Una de las científicas del grupo vigués trata de capturar velutina frente a las colmenas. Grupo de Bioloxía Ambiental UVigo

trampeos

Reticencias científicas. Por eso los apicultores, y con ellos muchos vecinos del ámbito rural, siguen apostando por los trampeos. Los investigadores de Vigo han analizado las trampas y los atrayentes que se utilizan, tanto los comerciales como los caseros. La conclusión es que «algunas trampas funcionan mejor y otras peor. Pero todas tienen el problema de que acaban con otros insectos». La idea es profundizar en esta línea de estudio hasta conseguir mejorar la eficacia y la selectividad de los trampeos.

El experimento

Un túnel para probar atrayentes. El equipo se planteó la pregunta de si «hay un atrayente realmente selectivo o no». Para averiguarlo, ha estudiado los volátiles presentes en los compuestos que se utilizan en las trampas y esta primavera ensayarán con los más frecuentes. Así que pondrán en marcha una nueva experiencia en el campus vigués que Iria Villar condensa así: «Con los insectos se utilizan normalmente olfatómetros, pero el problema es que los que existen en el mercado son muy pequeños para la velutina, así que diseñamos uno». Ese diseño consiste en un tubo de metacrilato de algo más de un metro que han instalado en una de las parcelas de experimentación exteriores ubicadas en el campus vigués. «En un extremo se colocan dos compuestos y por el otro se introduce una velutina» que ha sido previamente capturada. Los investigadores, y una cámara colocada en el exterior, observan el comportamiento de la velutina: si va directamente a uno de los compuestos, al otro o si se entretiene en el interior del cilindro.

El objetivo, con este experimento que realizarán esta primavera, es «tratar de averiguar si hay algún compuesto que atraiga más a la velutina que los demás». Lo ideal, dice Villar, sería encontrar un elemento que atraiga a la velutina y no a los otros insectos». Para llegar a esta conclusión, además de con la avispa asiática deberían hacer este experimento con otras especies. La finalidad de estos estudios es conseguir trampas cada vez más eficaces y menos nocivas para otros insectos.

Mientras, este grupo de expertos recomienda que si se realizan trampeos se hagan solo en primavera y con sistemas lo más selectivos posible. «Uno de los peores métodos que se pueden usar —insiste Sandra Rojas— es la trampa casera». La bióloga lanza una sugerencia: «En Cataluña funciona muy bien que se alerta a la ciudadanía para que reporte nidos primarios».

De los chips a las patas de pollo para averiguar dónde se encuentran los nidos

La eliminación de nidos para tratar de disminuir la población de velutina y sus posibilidades de reproducción es uno de los objetivos para controlar esta especie. Y un requisito imprescindible para poder eliminar esas colonias es localizarlas. El dispositivo puesto en marcha por la Xunta de Galicia y la Federación Galega de Municipios e Provincias para la retirada de nidos actúa a partir de los avisos de la población cuando esta los detecta. Pero los investigadores creen que la cantidad de nidos está subestimada y que en los bosques se forma un importante número de colonias que no son detectadas.

Para la localización de los nidos, los científicos ensayaron un sistema de seguimiento por radiofrecuencia. No es un método sencillo. El primer requisito es capturar los ejemplares, y a continuación hay que colocarles un chip. «Tienen que ser grandes para poder llevarlo», explica Rojas. Para poder instalarles el dispositivo anestesian a las avispas con hielo, y una vez colocado, las marcan con una pintura especial, o incluso con esmalte de uñas. Esta operación produce cambios en su sistema de los que tardan un poco en recuperarse.

La efectividad del radiotracking para encontrar nidos es buena, pero tiene limitaciones y su éxito depende de varios factores, entre ellos algunos que no dependen del técnico que realiza la operación, constatan los investigadores. Además, es muy costoso, porque cada uno de los emisores puede costar entre 175 y 300 euros. Para hacer frente a estos inconvenientes, el equipo vigués ha ideado otra manera de poder seguir a las avispas.

«Ahora combinamos el radioseguimiento con un método de detección de nidos que desarrollamos en el 2018 con ayuda de la Diputación de Pontevedra. Colocamos una pata de pollo crudo para atraer a la velutina, que va a coger proteína. Coge trocitos de pollo, los lleva directamente al nido y generalmente vuelve a por más». Así que los biólogos aprovechan este comportamiento para marcar al individuo y así poder medir el tiempo desde que sale del punto donde está el alimento hasta que vuelve. «Estudiamos también las velocidades de vuelo. Tomamos el tiempo, miramos la dirección y calculamos el área donde puede estar el nido». De esta manera pueden calcular el lugar donde se encuentra un nido aunque este sea poco o nada visible.