Antonio Rigueiro, presidente de la Asociación Forestal de Galicia: «No podemos ser un eucaliptal»

FORESTAL

El catedrático dice que hay que tener cuidado con las especies en peligro de extinción, también la especie humana en el medio rural
16 oct 2023 . Actualizado a las 20:45 h.Recién elegido presidente de la Asociación Forestal de Galicia, el profesor Antonio Rigueiro (O Incio, 1951) afronta el cargo con ilusión, pese al desorden que rige en la mayor parte del monte gallego. Sabio, prudente y afable, Rigueiro reitera los consejos de siempre para revertir un problema (jabalíes, incendios, abandono...) en una riqueza para los pocos que resisten en el medio rural.
—Hay que darle la enhorabuena, ¿no?
—Sí, claro. Tenemos ganas de trabajar y de hacer cosas. A ver hasta donde nos dejan llegar.
—Tiene mucho trabajo por delante.
—Sí. Tenemos una gran superficie de monte en Galicia, dos terceras partes del territorio. Y más de un millón de hectáreas están en manos de particulares, muy repartido y es difícil introducir medidas de gestión eficaces con ese minifundio.
—Así que lo primero es agrupar.
—Sí, eso es esencial. Incluso desde el punto de vista de la prevención de incendios. Porque si un propietario tiene sus parcelas limpias y el vecino no, tenemos una bomba de relojería. El incendio, si llega, afectará a los dos. El otro problema es el abandono. En el campo quedan personas de edad avanzada que no quieren o no necesitan trabajar. Hay un problema grave de absentismo. Hay quien incluso no sabe lo que tiene.
—Eso sí que es difícil de solucionar.
—No se sabe con exactitud, pero se habla de que el 20 o 25 % desconoce donde están sus propiedades. Es una cifra muy importante. Muchos marcos desaparecieron y es difícil conocer los límites de cada parcela. A mí me sucedió. Heredé unas parcelas, sabia más o menos donde estaban, pero no con exactitud. Afortunadamente, un tío mío sí lo sabía. Esa es la ventaja que yo veo de tener las tierras plantadas: mis hijos sabrán dónde están. La nueva ley de estructura agraria prevé que esas propiedades que nadie reclama puedan aprovecharse por un banco de tierras.
—¿Le parece bien esa ley?
—Hay que hacer algo en relación con la propiedad agraria en general. Para conseguir explotaciones viables, deben tener dimensiones adecuadas, por lo que la agrupación es esencial. Y no podemos permitirnos tener una superficie tan grande sin aprovechar.

—Eucalipto ¿sí o no?
—Bueno, todo en su justa medida. El eucalipto en Galicia, nos guste o no, está ahí. Y si alguno cree que podríamos erradicarlo de la noche a la mañana, está muy equivocado. Es una especie de gran producción y tenemos industrias que se nutren de ellos. Pero creo que no podemos ser un eucaliptal. Antes estaba solo en zonas costeras, pero se ha extendido por gran parte de Galicia. Hay como una fiebre por plantarlo. Por eso se ha consensuado una moratoria hasta 2026. La expansión del eucalipto ha ido en detrimento del pino, que es una industria también muy importante. Se está haciendo un inventario forestal de Galicia que nos mostrará una radiografía del monte gallego. A partir de ahí habrá que tomar medidas para ordenar el medio rural y el monte. Yo creo que hay que atender más a las especies autóctonas.
—Pero el propietario no quiere esperar tanto para cortar y sacar beneficio.
—Pues habrá que intervenir incentivando esas plantaciones de especies de turno más largo.
—¿Hay que cobrar por las setas?
—Hay comarcas en las que las setas ya tienen una importancia económica considerable. Los propietarios pueden establecer cotos micológicos. Hay que pensar que la afición a la setas en Galicia es relativamente reciente, salvo algunos casos, aquí se les tenía respeto, se les llamaba pan de sapo, pan de cobra... Nosotros estamos haciendo unas mediciones en soutos de castañas de Os Ancares, de la cantarela, que es otra seta de interés comercial. Nos salen unos 150 kilos por hectárea lo que serían unos 900 euros por hectárea y año. Ese mismo souto, en castañas, produce unos dos mil kilos por hectárea y año. Así que la producción micológica incrementa en un 50 % la de las castañas.
—El jabalí y el lobo se han hecho los amos del monte. ¿Qué hay que hacer?
—Es necesario evitar la extinción de estas especies, como el lobo o el jabalí, pero también hay que evitar la desaparición de la especie humana en el medio rural. A veces nos olvidamos de lo amenazados que están. Y si desaparece la especie humana del medio rural, las consecuencias serán también muy negativas, incluso para el paisaje y la propia biodiversidad. El jabalí está totalmente desmadrado, pero en el caso del lobo habría que revisar la norma, porque la población, en el norte, está en expansión, no es como al sur del Duero. Creo que habría que hacer un estudio detallado y si no está en regresión, tendríamos que ser menos restrictivos.
—¿Cuál es su bosque favorito?
—¿Celta o Deportivo?
—De joven fui bastante futbolero. Me quedo con el Lugo.
—Es usted muy gallego ¿eh?
—Ja, ja. De la Galicia profunda.
—Pues acabe de definirse.
—Soy muy gallego. Llevo a Galicia en el corazón. Creo que soy una persona bastante trabajadora, afable y afectiva.
—¿Que hace con el tiempo libre?
—Me gusta pasear, sobre todo en contacto con la naturaleza. Paso tiempo en la aldea, en el Val do Mao. Y allí siempre hay algo que hacer, cortar unas zarzas, arrancar unas hierbas... Me gusta mucho viajar, el mar y estar con la familia.
—¿Ya tiene nietos?
—No. Ni trazas. Y eso que tengo dos hijos ya en la treintena. No sé por qué pero tengo el presentimiento de que llegaré a tener nietos.
—¿Qué tal cocina?
—Yo soy un buen papador. Disfruto de una buena mesa, pero la cocina no es mi fuerte. Algunos platos sí, como las setas silvestres. Y con una tortilla de patatas también me defiendo. Pero no soy de cocina complicada.
—Dígame algo en lo que le gustaría mejorar.
—Hay dos cosas en las que me esforcé a lo largo de mi vida y que, aunque lo intento, no lo hago bien. Una es nadar. El agua me asusta. No sé si es que de niño tragué algo de líquido amniótico, pero no meto la cabeza bajo el agua. La otra cosa es hablar inglés con fluidez.
—En ambas cosas precisa una inmersión.
—Sí, ja, ja.
—Dígame una canción.
—Los sonidos del silencio, de Simon & Garfunkel.
—¿Lo más importante en la vida?
—La salud y la familia.