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En el castro profanado de Mourelos

carlos rueda / francisco albo MONFORTE / LA VOZ

AGRICULTURA

CARLOS RUEDA

Una parroquia de O Saviñao conserva huellas de la busca de tesoros

17 mar 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Prácticamente todos los castros y túmulos megalíticos de Galicia han sufrido alguna vez las incursiones de los buscadores de los míticos tesoros -a veces verdaderos, en forma de torques de oro y otras piezas- que las leyendas sitúan en estos monumentos. Los arqueólogos encuentran constantemente huellas de estas violaciones, que a menudo datan de hace siglos. En el castro de San Xulián de Mourelos, en O Saviñao, son especialmente visibles. En la base de la croa destaca desde hace mucho tiempo un hueco que seguramente fue abierto con la idea de hallar riquezas ocultas.

La parroquia cuenta por otro lado con un notable conjunto patrimonial -no muy bien conservado- que puede observarse en un sencillo recorrido hacia el castro profanado. El punto inicio está en barrio de Eirexe, donde se halla la iglesia parroquial de San Xulián de Mourelos. El templo fue levantado en 1925 sobre una primitiva construcción de posible origen románico, de la que no se conservan restos. Al lado de la iglesia hay un cruceiro con las imágenes de Cristo y la Dolorosa.

A unos cien metros está la Casa de Mourelos, antigua vivienda hidalga que hoy se encuentra en un avanzado estado de deterioro. La próxima parada será en otra construcción de este tipo, la Casa de Torno. Para ello hay que tomar la carretera que lleva al lugar de O Castro. En el kilómetro 0,5 hay un desvío a la derecha señalizado hacoa esta casa noble, situada una treintena de metros. La aldea de O Castro se encuentra en el kilómetro uno del recorrido. El acceso a este lugar se hace por un vial que sale a la izquierda de la carretera y que también permite llegar al castro de Mourelos, situado junto a las últimas viviendas de la localidad.

Piedras reutilizadas

El castro presenta una forma semicircular y con un diámetro máximo de 63 metros en su parte más ancha. Conserva solo una parte de su recinto fortificado, ya que el resto de la piedra fue aprovechada hace mucho tiempo para la construcción de viviendas y muros de fincas. En la parte más vulnerable se distinguen con claridad los fosos defensivos, que no aprovechan hondonadas naturales.

Las labores agrícolas llevadas a cabo en su superficie hicieron salir a la luz restos de cerámica, tégulas o tejas romanas y varios molinos de mano. Algunos de estos molinos fueron reprovechados en nu momento intderminado para la construcción de un muro en una vivienda próxima, hoy en desuso. Dos de ellos todavía se pueden ver embutidos una de las paredes.