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De las hormigas que salvaron las naranjas de la China a tomates que escoltan repollos

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SOMOS AGRO

MARTINA MISER

El Día Mundial del no Uso de Plaguicidas es una fecha perfecta para recordar algunos de los métodos alternativos a los pesticidas químicos

17 mar 2022 . Actualizado a las 20:52 h.

Cuando la dinastía Qin logró imponerse a los otros seis reinos con los que había estado enfrentado durante años, la agricultura del recién unificado territorio estaba inmersa en otra lucha: la de combatir la plaga que afectaba a los cítricos. Por eso, no era extraño ver en los mercados de la zona de Cantón puestos donde ofrecían nidos de hormiga Oecophylla smaragdina. Ese es solo un ejemplo de que la lucha biológica para mantener a raya las plagas es un método con miles de años de historia. Porque incluso antes de que la usaran los chinos, la habían explotado en Yemen en el 1.200 antes de Cristo para proteger sus palmeras. 

Ahora que la reducción del uso de plaguicidas químicos es uno de los grandes objetivos de la UE en su carrera para lograr una agricultura más respetuosa con el medio ambiente, tal y como pretende estimular la nueva política agraria común (PAC), esa lucha biológica que practicaban yemeníes o chinos hace tanto tiempo, está más vigente que nunca. Sobre todo hoy 3 de diciembre que se celebra el Día Mundial del no Uso de Plaguicidas.

Además, como ya advirtió en su momento la Comisión Europea toda práctica agrícola dirigida a reducir el uso de pesticidas cobrará mucha importancia dentro de la nueva PAC y de los planes estratégicos que ha de diseñar cada estado miembro para su posterior aplicación. De hecho, las normas de condicionalidad vinculan el apoyo económico que recibirán los agricultores a diversos asuntos entre los que, por supuesto, está también la fitosanidad. De hecho, la reducción del uso de compuestos químicos centra la cruzada para salvar las abejas.

La cuestión es que los agricultores o los particulares con pequeños huertos han de saber que alternativas a los productos fitosanitarios químicos hay muchas. Son variadas. Estas son algunas de ellas:

Lucha biológica: Es el uso de un depredador natural de una especie para mantenerla a raya. En Galicia se está haciendo usando un insecto, el torymus, para controlar la avispilla del castaño. Pero hay muchos más ejemplos: desde usar mariquitas para librarse del pulgón a utilizar un nematodo como el entomopatógeno steinernema carpocapsae para acabar con el picudo rojo.

Asociación de cultivos: Las plantas, aunque no lo parezca, se echan una mano unas a otras. Como los vecinos de un pequeño pueblo que viven en comunidad. En uno de los asuntos en los que colaboran es precisamente en librarse de insectos molestos. Los tomates, por ejemplo, hacen buenas migas con los repollos porque los protegen de su gran enemigo: las polillas. Ocurre algo parecido en la sociedad protagonizada entre las cebollas y las zanahorias porque las primeras repelen a las moscas que atacan a las zanahorias. No es mala idea tampoco colocar plantas aromáticas al lado de árboles frutales o en medio de los cultivos del huerto. La razón: atraen insectos que suelen realizar un control de las poblaciones de otros que pueden acabar comiéndose las lechugas o los repollos. Un ejemplo son la salvia o el romero que alejan a las hormigas o al pulgón.

Bioestimulantes:  Son microorganismos que tienen la capacidad de estimular el crecimiento de las plantas. También refuerzan su metabolismo, lo que las ayuda a ser más fuertes ante fenómenos como una plaga o el efecto de la sequía. En este sentido, un artículo publicado por el centro tecnológico Ainia ponía como ejemplo  de sus efectos un estudio de la Université Paul Sabatier Toulouse III, donde qeudaba claro que «el extracto enzimático de trichoderma sp tenía un impacto posivito en la protección de semillas contra patógenos de las raíces de planta utilizada como muestra la leguminosa Medicago truncatula».

Biopesticidas: De origen biológico, lo que hacen es provocar una enfermedad al insecto que está provocando una plaga en la agricultura. La ventaja es qeu no deja secuelas en otros organismos, además de ser respetuosos con el medio ambiente.

Biolicitores: Según el Ainia son también eficaces a la hora de sustituir a los fitosanitarios químicos. Lo que hacen son promover el metabolismo secundario de las plantas para que estas aumenten su autoprotección y productividad. 

Extractos vegetales: Son preparados obtenidos a partir de la retirada de algunos principios activos de los vegetales que afectan al metabolismo del insecto y, de ese modo, controlan el desarrollo de las plagas. 

Tras hacer un rápido repaso a todas estas alternativas queda claro que solo con plantar un poco de menta junto a los tomates como sustituto de un plaguicida químico estarán aportando su pequeño grano de arena para ayudar al planeta y, no se olviden, estarán comiendo un alimento que no lleva productos químicos.