La inteligencia artificial y el final de la educación en lenguas extranjeras

louise matsakis THE ATLANTIC

SOCIEDAD

María Pedreda

Con esta tecnología, la gente ya no tendrá la necesidad de aprender idiomas

16 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace unos días, vi un vídeo en el que aparecía yo hablando en un perfecto chino. Llevo estudiando esa lengua desde hace solo unos años, muy de vez en cuando, y estoy muy lejos de ser fluida. Pero ahí estaba, pronunciando cada carácter perfectamente en el tono correcto, tal y como lo haría un nativo. Atrás quedaban mis errores gramaticales y mis pausas torpes, reemplazadas por una voz suave y extraña. «Mi comida favorita es el sushi», dije —«wo zui xihuan de shiwu shi shousi»—, sin ningún indicio de alegría o emoción.

Creé el vídeo utilizando el software de HeyGen, una empresa emergente de inteligencia artificial con base en Los Ángeles. Permite a sus usuarios generar vídeos falsos de personas reales «diciendo» casi cualquier cosa basándose en una única imagen de su cara y un guion, que se combina con una voz sintética que se puede traducir a más de cuarenta idiomas. Solo con subir un selfi que había hecho con mi móvil, pude conseguir un nivel de fluidez en mandarín que puede que no llegue a alcanzar nunca.

Las imágenes de HeyGen tienen defectos, la forma en la que animan los selfis casi me recuerda a los animatrónicos de El mundo es pequeño de Disney. Pero la tecnología que utilizan en el lenguaje es lo suficientemente buena como para hacerme cuestionar si vale la pena aprender mandarín. Las redes neuronales, los sistemas de aprendizaje automático que impulsan los programas de inteligencia artificial generativa como ChatGPT, han mejorado rápidamente la calidad de la traducción automática en los últimos años, haciendo que herramientas más antiguas como Google Translation sean mucho más precisas.

Al mismo tiempo, el número de alumnos que están estudiando una lengua extranjera en Estados Unidos, y en otros países, está yendo a menos. Las matrículas en cursos de idiomas distintos del inglés en las universidades estadounidenses han descendido casi un 30 % entre el 2009 y el 2021, según los últimos datos de la Asociación de Lenguas Modernas. En Australia, solo el 8 % de los estudiantes del último curso aprendían una lengua extranjera en el 2021, un mínimo histórico. En Corea del Sur y en Nueva Zelanda, las universidades están suprimiendo sus departamentos de francés, alemán e italiano. Un estudio reciente de la empresa educativa EF Education First advertía de que el dominio del inglés entre los jóvenes está cayendo en algunos lugares.

Hay muchos factores que podrían ayudar a explicar esta tendencia a la baja, incluidas las interrupciones en los centros educativos por la pandemia, el creciente aislacionismo y los recortes de fondos a los programas de humanidades. Pero independientemente de que la causa de este cambio sea política, cultural o la combinación de diferentes factores, está claro que la gente está prescindiendo de aprender otras lenguas justo cuando la traducción automática está por todas partes en internet.

Dentro de unos años, la traducción con inteligencia artificial puede ser tan común y sencilla que miles de millones de personas den por sentado el hecho de que los correos que reciben, los vídeos que ven y los álbumes de música que escuchan hayan sido hechos originalmente en una lengua diferente a la suya materna. Se perderá algo demasiado importante a cambio de esta comodidad. Varios estudios han analizado cómo las lenguas dan forma a la manera en la que la gente interpreta la realidad. Aprender una forma diferente de hablar, leer y escribir ayuda a descubrir nuevas formas de ver el mundo. Los expertos con los que hablé lo compararon con una nueva forma de pensar. Ninguna máquina puede reemplazar una experiencia tan profundamente humana. Aun así, las empresas están incorporando la traducción automática cada vez a más productos. A medida que la tecnología se normaliza, es probable que descubramos que hemos permitido que las conexiones humanas sean reemplazadas por una comunicación técnicamente más capaz, pero vacía.

Las herramientas de lenguaje de inteligencia artificial ya están en las aplicaciones de las redes sociales, plataformas de mensajería y en páginas de retransmisión. Spotify está experimentando con el uso de una herramienta de generación de voz del fabricante de ChatGPT, OpenAI, para traducir pódcast con la propia voz del presentador, mientras Samsung está promocionando que su nuevo teléfono inteligente Galaxy S24 puede traducir llamadas telefónicas mientras ocurren. Roblox aseguró el mes pasado que su herramienta de traducción de inteligencia artificial es tan rápida y precisa que sus usuarios de habla inglesa podrían no darse cuenta de que con quienes hablan «están realmente en Core». La tecnología se está utilizando en situaciones mucho más importantes, como en la traducción de testimonios de solicitantes de asilo y relatos de zonas de conflicto. Los músicos ya las están empleando para traducir canciones, y al menos una pareja les atribuye haberle ayudado a enamorarse.

Un traductor automático no mantendrá la esencia del idioma

Probablemente, la mayoría de los estudiantes nunca conseguirán la suficiente fluidez en una lengua para saber si una traducción se parece a la original o no. En lugar de disminuir los cursos de idiomas como respuesta a la inteligencia artificial, las escuelas deberían «insistir más que nunca en los componentes interculturales del aprendizaje de idiomas que benefician a los estudiantes que van a estas clases», explica Jen William, director de la Escuela de Idiomas y Culturas de la Universidad Purdue y miembro del comité ejecutivo de la Asociación de Departamentos de Idiomas.

Paula Krebs, directora ejecutiva de la Asociación de Lenguas Modernas, hizo referencia a un episodio de Star Trek para plantear una cuestión. En Darmok, la tripulación a bordo de la nave espacial Enterprise se esfuerza para comunicarse con los extraterrestres que viven en un planeta llamado El-Adrel IV. Tienen acceso a un «traductor universal» que les permite entender la sintaxis y la semántica básica de lo que dicen, pero el significado más amplio de sus palabras sigue siendo un misterio.

Más tarde, queda claro que su lenguaje gira en torno a alegorías de su historia. Aunque el capitán Picard traducía todo lo que decían, «no podía entender las metáforas de su cultura». Más de 30 años después, en la Tierra se está desarrollando algo similar a un traductor universal. Pero tampoco tiene el poder de superar las divisiones culturales como lo hacen los humanos.

Louise Matsakis es periodista independiente especialista en tecnología y en China. © 2024 The Atlantic. Distribuido por Tribune Content Agency. Traducido por S. P.