Arqueología de la prostitución en Galicia: esto es lo que cuentan las excavaciones en los prostíbulos

Tamara Montero
Tamara Montero SANTIAGO / LA VOZ

SOCIEDAD

Restos del puticlub de Anllares, con la barra americana aún en pie rodeada de paja y pienso
Restos del puticlub de Anllares, con la barra americana aún en pie rodeada de paja y pienso .

La investigación de Xurxo Ayán y Carlos Otero Vilariño permite recomponer hasta el punto de saber qué se bebía y cuál era la banda sonora o el ambiente de locales como el Eros, epicentro de la operación Carioca; o el Blanco y Negro, una cárcel  con ventanas de 30x30 para esclavas sexuales

17 may 2023 . Actualizado a las 15:25 h.

En uno de esos programas de cocina tan de moda durante años a la hora de la comida, un hombre presenta una receta: muslamen de pollo putero. Y mientras echa agua sobre el estofado, cuenta con soltura y jocosidad como de pequeño, cuando su padre lo llevaba a Bidasoa, veía las luces rojas de los prostíbulos y se ilusionaba. El vídeo, que circula por las redes sociales, es un perfecto ejemplo de que «como homes, temos naturalizadas estas paisaxes dende pequenos»

Así, revisando su propio imaginario de masculinidad, Xurxo Ayán (Universidade Nova de Lisboa) y Carlos Otero Vilariño (Incipit-CSIC) convirtieron  en un proyecto de investigación lo que al principio plantearon medio en broma: hacer arqueología de la prostitución en Galicia y el Bierzo. Tal que así. Excavar prostíbulos abandonados. 

«O interesante deste proxecto é que a prostitución se basea na discreción e en certa invisibilización. A arqueoloxía fai público aquelo que non se quixo facer público e fai visible o que non se queria facer visible. Ese é o poder da arqueoloxía cando entra nestas ruínas», explica Xurxo Ayán. La materialidad de los prostíbulos habla, principalmente, de los hombres y de su propio imaginario patriarcal. A través de la investigación de los restos de estos puticlubs se sabe qué bebían, qué fumaban, qué publicidad veían. Incluso qué escuchaban. Han sido capaces de crear un modelo predictivo de localización de prostíbulos y han puesto en el mapa los nodos puteros. Pero las que permanecen invisibilizadas son las esclavas sexuales.

El Blanco y Negro era un prostíbulo que se instaló a mediados de los 80 a los pies de la carretera N-120 a su paso por Bembibre, en El Bierzo. Un camionero lo construyó con materiales baratos y estaba enganchado de manera ilegal a la red eléctrica. Siguiendo la filosofía de mínima inversión y máximo beneficio, erigió una cárcel de mujeres que quedó fosilizada tras la inauguración de la A6, que dejó el prostíbulo en tierra de nadie. La que han excavado Ayán y Otero Vilariño.

 La planimetría y los hallazgos materiales cuentan una historia desoladora. Entre 1985 y 1997, la única inversión que se hizo fue en un equipo de música y un microondas, utilizado para alimentar a las mujeres a base de bocadillos, según demuestran las facturas encontradas. Habían construido seis celdas, habitáculos con ventanas de 30x30 centímetros en las que ni siquiera se instalaron camas. Sobre seis bloques de hormigón se echaba una tabla, y sobre ella, el colchón. 

Es en ese espacio donde quedan los pocos restos que hablan de las mujeres, cosificadas, tratadas como «gando, carne fresca, mercancía que había que mover rápido cando se queimaba». Debajo de los tablones han aparecido, por ejemplo, medicamentos para el ácido úrico, porque «estas mulleres estaban drogadas e alcoholizadas constantemente» y también algunas revistas del corazón, una Lecturas o un Hola con la boda de Eugenia Martínez de Irujo. «É moi interesante como intentaban vivir outras vidas dende esta cadea», explica Ayán. 

Los pocos objetos que certifican la presencia de las mujeres hablan también de la deshumanización a la que están sometidas. «Tampouco hai grafitis ou esa vontade de permanencia que ten calquera ser humano incluso en condicións de campos de concentración, cárceres... Isto é peor que iso. Está condenado calquera tipo de expresión, é unha deshumanización total destas mulleres, que son conceptualizadas como gando». Es lo que Gabriel Gatti llama la desaparición social. «Probablemente de moitas mulleres non fique ningún rastro material do seu paso por aquí, sobre todo tendo en conta que o 85 % das mulleres explotadas sexualmente en España son de orixe estranxeira».

De lo que sí habla el yacimiento del Bembibre es del imaginario putero. España es el tercer país a nivel mundial en el ránking de consumo de prostitución, tras Tailandia y Puerto Rico. Uno de cada cuatro españoles ha acudido alguna vez a la prostitución. El primer contacto se sitúa entre los 14 y los 16 años. La prostitución mueve cinco millones de euros diarios y representa alrededor del 0,35 % del PIB de España.  «O rexistro arqueolóxico que fica é ese kit de construción da identidade masculina e o Blanco y Negro é como unha Pompeia dos puticlubs», explica Ayán, capaz de sintetizar el ambiente en un título: Airbag.

La materialidad permite incluso reconstruir la atmósfera: el humo de determinadas marcas de tabaco, bebidas alcohólicas de importación todavía dentro de sus botellas, una barra americana sinuosa, los espejos, los anuncios de refrescos de los 80...  Y las cintas apiladas de La Lambada, La carretera de Julio Iglesias, y Perfume de mujer.

El Blanco y Negro es un ejemplo también de un cambio en el modelo de prostíbulo en Galicia. Si en los años 60, en un país tradicional, las casas de prostitución estaban en los pueblos (está el ejemplo del Pombal, en Santiago) a partir de los 70 el modelo cambia. «Era a época de cando entraron as motoserras, as Husqvarna». Esa innovación tecnológica marca un tiempo concreto, explica Xurxo Ayán: «o das tragaperras, de cando se abandona o viño, a cervexa, o coñac e o anís e chegan as novas bebidas masculinas, que son os gin tonic, o ron, o whiski, e tamén o tabaco rubio. Todo isto ten que ver con esas modernidade das estradas nacionais, da mobilidade».

Ahí surgen en Galicia los primeros protoputiclubs. «Estamos nunha sociedade en transición á modernidade pero minifundista, cun hábitat disperso. Nesa paisaxe das estradas nacionais estaba salpicado de pequenos establecementos», como el Blanco y Negro, que junto al Anllares habla de una sociedad rururbana. El de Páramo de Sil (León) es un puticlub construido para dar servicio a la central térmica que se derribó con el fin del ciclo del carbón. La única construcción que permanece en pie en aquel páramo es el antiguo prostíbulo, con las dos fases. 

Imagen de una cama en el club Eros, de Lugo, el epicentro de la Operacion Carioca. Ardió después de ser precintado por la policía
Imagen de una cama en el club Eros, de Lugo, el epicentro de la Operacion Carioca. Ardió después de ser precintado por la policía

La de los 60-70 responde más al modelo de cantina o de taberna, con su barra rectilínea. En 1982, cuando se inaugura la central, se amplía con una nueva estancia, en la que se instala una barra curvilínea al estilo de las barras americanas canónicas. Esa barra sigue hoy en pie, en el mismo sitio, pero rodeada de paja y de sacos de pienso. «Paréceme un final simbólico dende o punto de vista material dese modelo de depredación. Iso estaba destinado a gando humano. Igual que quedan as escombreiras nas autovías, as fochancas nas canteiras, e as carboneiras das minas, fican tamén os corpos destas mulleres depredadas». 

En los 80 y 90, con la irrupción de las autovías, los prostíbulos vuelven a mutar. «Ata entón a clave é o territorio, o espazo, pero a partir dese momento o home novo o que procura é o tempo. A mobilidade rápida de mercadorías, gando, usuarios, consumidores» y también esclavas sexuales. Se da un proceso de concentración en grandes prostíbulos. Los clubes en las carreteras nacionales son abandonados y nacen lo que se conocen como nodos puteros, enlaces a autovías e autopistas poblados por grandes puticlubs. Ayán nombra el de Vilaboa, en Pontevedra, y el de O Corgo, en Lugo, pero también la recta de Verín, O Barco de Valdeorras y El Bierzo.

Quizá el ejemplo de ese nuevo modelo de explotación sexual de las mujeres sea el pub Eros, en Lugo, que fue el centro de la operación Carioca y que tras ser precintado por la policía, ardió. De nuevo, una Pompeya para la arqueología de la prostitución. El Eros «define a estes grandes puticlubs xa co seu yacusi, as tarxetas de crédito, ese gran centro comercial do sexo pero ligado á elite económica do país».

De nuevo, el registro arqueológico habla mucho de ellos, los puteros, y poco de ellas, las mujeres en situación de prostitución. Han aparecido algunas prendas de ropa femenina, pero poco más. Las celdas están pensadas para los hombres. Se conservan las mesas y el reloj de media hora, y también el lavabo, el taburete y el lugar para colocar el papel higiénico, las barras... «A materialidade amosa a sordidez dun cuarto escuro, cun yacusi que parece unha piscina para os nenos pequenos na segunda residencia, están os servilleteiros cos panos vermellos co símbolo de Cupido disparando un arco».

Pero de lo que habla la arqueología de la prostitución es, sobre todo, de impunidad. El Blanco y Negro, que era una auténtica cárcel en la que permanecen todavía las estacas para el alambre de espino, fue también una máquina de generar beneficios tal que el dueño amplió a 12 celdas, hechas con materiales baratos como porexpán y uralita, e incluso han aparecido durante la investigación proyectos visados por arquitectos municipales para acoplarle un mesón (otra tipología muy típica de los prostíbulos y que se puede resumir con otro título soez: Torrente). Aparecen los planos y todo de  «un negocio ilegal pero amparado pola burocracia e a administración».

El proyecto, pionero en España y que ya ha despertado el interés de otros profesionales, «é un recurso didáctico de primeira orde. Amosar aos pequenos o que os seus avós, pais, tíos, primos e mesmo eles nun futuro cercano poden chegar a facer. O que pasa é que é tal a impunidade do negocio en España e segue a ser unha sorte de tabú que resulta unha butade intentar denunciar esta realidade», lamenta Xurxo Ayán. Hay iniciativas, como el pódcast La historia es ayer, que dedicó dos capítulos a este proyecto.

Los arqueólogos han desarrollado un modelo predictivo de localización de prostíbulos. Si los nodos puteros son una evolución cronotipológica y espacial de la prostitución, basada en el modelo de movilidad de personas y mercancías y por lo tanto situados en grandes nudos de comunicación, existe también una isocrona: a 15 minutos en coche de cualquier capital provincial o comarcal habrá instalado un nodo putero

El modelo predictivo de localización de puticlubs bebe de la experiencia previa de la arqueología. Ya existían un modelo de predicción de la ubicación de monolitos megalíticos, que siempre están vinculados a a vías de tránsito naturales, y los  yacimientos de la de Edad de Bronce «están en penichairas, en pequenas dorsais». Todo este tipo de experiencias previas se aplican ahora a la arqueología de la historia contemporánea.  

Hoy, los nodos puteros que proliferaron con la llegada de las autovías tienden también a desaparecer en pos de una prostitución que retrocede, con la crisis económica,  a los pisos. Se evitan gastos de electricidad, personal, y además sigue la lógica impuesta por la pandemia de replegar los cuerpos hacia las casas. Se ha invertido la tendencia: si antes era la visibilidad en un nudo de comunicación, ahora prima la invisibilidad, la posibilidad de acceder a mujeres en situación de prostitución  «en plan glovo», dice Ayán.