«Castrelo é como estar nas Maldivas»

Bea Costa
bea costa CAMBADOS / LA VOZ

SOCIEDAD

MARTINA MISER

Irene Cacabelos volvió a casa después de tres meses de confinamiento en Madrid, y las emociones se desataron

25 jun 2020 . Actualizado a las 16:40 h.

Irene Cacabelos Vieites protagoniza una de tantas historias de reencuentros que se producen estos días. Cambadesa de Castrelo, el lunes por la tarde pudo, por fin, ver a sus padres, Laura y Santiago, después de tres meses separados como consecuencia del estado de alarma. Viviendo en Madrid solo podía mantener contacto con ellos a través de videollamada, pero nada sustituye el calor de un abrazo. La emoción se desató al ver al pequeño de la familia dando sus primeros pasos, y es que cuando Irene estuvo por última vez a casa, las pasadas Navidades, su hijo Iago solo tenía un año y aún no se ponía en pie. Hoy ya da trompicones por la huerta de A Balada descubriendo un nuevo mundo, entre gallinas y viñedos.

Estar en Castrelo después del confinamiento en un piso de setenta metros cuadrados en Madrid es el paraíso. «É outro mundo, é como estar nas Maldivas», explica Irene. Quién se lo iba a decir hace tres meses. Entonces, sus planes de sol y playa pasaban por la isla de Tenerife, adonde tenía previsto ir de vacaciones en agosto junto a su hijo y su pareja Iván. Pero el covid-19 ha cambiado nuestras agendas y la forma de ver la vida, así que el viaje se aplaza y este verano toca volver a O Salnés, eso sí, la próxima vez con más tiempo para pasear, disfrutar del mar y tomarse unas cañas con los amigos.

Esta ha sido una visita exprés -llegó el lunes y se va hoy-, sin margen para hacer vida social. Estos cuatro días escasos se los dedicó por entero a su familia y a oxigenarse dentro de los límites domésticos, porque tampoco quiere exponerse demasiado por una cuestión de responsabilidad social.

Con mascarilla

Irene Cacabelos es consciente de que los madrileños, de cuna o de adopción, están en el punto de mira por el temor a los contagios, de modo que han optado por no salir de su entorno, poner la mascarilla y guardar las distancias.

Trae la lección bien aprendida, aunque la vida en la parroquia cambadesa poco tiene que ver con la de la capital. «Aquí podes andar dous quilómetros sen cruzarte con ninguén. En Madrid saes de casa e atopas unha avalancha de xente na rúa», comenta. La crisis sanitaria está siendo especialmente dura en las grandes urbes, pero de todo se puede sacar una lectura positiva, e Irene lo hace. Ver a los niños jugando a la pelota en la explanada del Palacio Real es una estampa inédita y privilegiada que difícilmente se podrá repetir, como lo es pasearse por la plaza mayor sin turistas o salir y entrar de la ciudad sin atascos.

Ella comprobó en vivo y en directo como la autovía hacia Toledo se quedaba desierta en marzo y como, a medida que se iba avanzando en la desescalada, los coches volvían a adueñarse del asfalto. Por razones de trabajo, se traslada tres días a la semana a la ciudad de las tres culturas. «Nunca me fixeron tantos controis de tráfico», cuenta.

Hoy la situación es muy distinta y el viaje a Galicia transcurrió sin incidencias. Lo que sí le llamó la atención fue toparse en junio con coches cargados con niños y maletas, como si de la operación salida de agosto se tratara. Aprovechando el fin del curso escolar, son muchas las familias que se han ido al pueblo de sus padres o han alquilado una vivienda para pasar el verano lejos de las multitudes de la gran ciudad, aunque sea con el teletrabajo a cuestas. «Estou vivindo escenas de película que nunca pensei que tería que vivir e contar».

Periodista en Toledo

Irene Cacabelos es periodista, trabaja como editora de los informativos del fin de semana de la televisión autonómica de Castilla-La Mancha, un puesto que le permite ver lo que ocurre desde otra perspectiva y desde el que, por primera vez, se siente también protagonista de la noticia. Ella misma vivió en primera persona la incertidumbre y la angustia que marcaron los primeros días del estado de alarma, por que su madre se encontraba de visita en Madrid, y cuando tenía que regresar a Cambados el 18 de marzo, no había manera de salir de la ciudad.

La nueva normalidad ya está aquí, se acabaron las franjas horarias y las limitaciones de movilidad entre comunidades autónomas, pero, para bien y para mal, cuesta adaptarse a los cambios que nos impone el covid-19. «Mentalmente moitos seguimos aínda na fase 1, eu sigo sen facer cousas que facía antes», comenta Irene.

Seguro que su paso por Castrelo la ayudará a adaptarse a los nuevos tiempos, en los que no queda otra que convivir con la amenaza del coronavirus y sin certezas sobre el futuro.