«Si convertimos esto en una fiesta, va a haber un rebrote»

SOCIEDAD

MARTINA MISER

Tato Vázquez Lima, presidente de los médicos de urgencias, cree que esta experiencia debe servir para mejorar servicios

27 may 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El presidente de la Sociedad de Urgencias y Emergencias (Semes) en Galicia y jefe de la unidad del Hospital do Salnés, José Manuel Vázquez Lima, coincide en que lo más duro ha quedado atrás, pero recomienda el «sentidiño» como única vacuna disponible para evitar nuevos rebrotes peligrosos.

-¿Considera que lo peor de la epidemia ha pasado ya?

-Lo peor de esta oleada epidémica ha pasado. Los datos están ahí para contrastarlo: la reducción de transmisibilidad ha sido muy marcada, el número de casos que estamos recibiendo en los servicios de urgencias y emergencias ha disminuido muchísimo. Pero es verdad que también tenemos una baza que juega en nuestra contra, y que es el porcentaje de población que tenemos susceptible de contagiarse porque no se ha infectado, que ronda el 98 %. Así, es posible que tengamos otra segunda oleada epidémica en el momento en el que no se respeten escrupulosamente las medidas que hemos anunciado. Yo creo en la campaña del sentidiño, lo de guardar las distancias de seguridad, la higiene de manos y el uso de mascarillas deberíamos respetarlo a rajatabla.

-¿Qué animo percibe entre sus compañeros?

-En urgencias y emergencias estamos empezando a recuperar la situación previa a la pandemia. Nuestra misión es estar siempre ahí, 24 horas al día, siete días a las semana, 365 días al año. Para eso estamos, para atender a la población, por eso hemos elegido lo que hacemos. Evidentemente se nota cierto cansancio. Quizás en Galicia no sea tan exagerado, pero en otras comunidades sí se nota que las plantillas -por ejemplo, en Madrid, en Valencia o en Castilla y León- no están perfectamente estructuradas o organizadas, que es lo que deberían estar. Es además una demanda con la que llevamos insistiendo veinte años, deberíamos tener una formación estructurada y homogénea a través de una especialidad de medicina de urgencias. Hay numerosos informes que lo avalan. En Europa, exceptuando Chipre y Portugal, existe una formación reglada en medicina de urgencias y emergencias.

-¿Estaban preparados para responder a la epidemia?

-Si tú trabajas con profesionales en tránsito, que están ahí un mes y luego se van a otro sitio, nunca tienes profesionales con un nivel de competencia máximo. Si las plantillas no están correctamente dimensionadas, pasa lo que pasa y que vemos todos los años en verano y en las epidemias de gripe. Es cierto, y he de decirlo, que en Galicia las circunstancias, por una serie de acuerdos que se llevan haciendo aquí desde hace unos años, estas fallas no son tan exageradas como en otras comunidades.

-¿Temieron que se les pudiese ir de las manos?

-Más que irse de las manos... Lo que se hizo aquí es lo que se llama un plan de catástrofe, le llamamos plan de emergencias sanitarias, que es algo que está dentro de nuestro currículo, y se hizo a nivel de toda Galicia. Tenía cuatro fases y en la fase 3 lo que se preveía es que, si no llegaban las zonas de hospitalización, se habilitasen hospitales de campaña. Dos de ellos estaban ya en trámite de empezar a ejecutarse, uno en A Coruña y otro en Santiago. Esto es correcto cuando tú tienes una emergencia sanitaria, tienes que anticiparte y que no te encuentres con los hospitales llenos a rebosar. Antes de que se llenen por completo, lo voy a tener montado. Esto es previsión y es lo que aquí se hizo correctamente. Que al final no es necesario utilizarlos, magnífico, maravilloso. Lo bueno es que tengas la previsión de que si los vas a necesitar los tengas ya preparados. Lo de Madrid fue al revés. Tenían los hospitales absolutamente a rebosar. Todos recordamos aquellas imágenes. Montaron los hospitales para intentar descongestionar los servicios cuando habían alcanzando ya su tope.

-¿De pocas enfermedades habrán aprendido tanto en tan poco tiempo?

-Sí, claro. Esto cambia día a día. Cada día sale no un protocolo sino publicaciones científicas nuevas y demás. La verdad es que va todo a una velocidad de vértigo. Y al nivel de los servicios aprendimos muchas cosas. Lo primero, la importancia de los circuitos diferenciados para que no se juntasen los pacientes con clínica compatible con los que no venían con esa clínica y, por supuesto, tener unas plantillas bien estructuras y homogéneas que trabajasen sin ningún problema de cobertura. También el drenaje, que los servicios de urgencias no pueden acumular pacientes pendientes de ingreso. Estos pacientes tienen que ingresar lo antes posible para que el servicio de urgencias pueda seguir funcionando y atendiendo la demanda. Esto durante la pandemia en Galicia, en la práctica totalidad de los hospitales, funcionó de manera magnífica. Pero es un aprendizaje para cualquier época del año. Debería ser exactamente igual cuando nos llegue la gripe el año que viene o dentro de tres. Estas imágenes de tener 30, 40, 50, 60 pacientes pendientes de ingresar entre 24 y 48 horas en un servicio de urgencias debería pasar a la historia por muchas razones. Primero porque favorece la transmisión de enfermedades dentro de espacios tan reducidos y, segundo, porque condiciona mucho la intimidad y la dignidad de los pacientes.

-¿Hasta qué punto la detección temprana puede evitar un paciente crítico?

-Ahora estamos en una fase en la que lo que es importantísimo es detectar precozmente los casos que haya, donde los haya, para que en el momento en que lo detectes hacer un aislamiento lo más precoz posible de manera que no se convierta en un individuo contagioso. Y hacer un seguimiento de los contactos que tuvo para que, en caso de que alguno desarrolle la enfermedad, también aislarlo, para evitar que se establezca una tasa de contagios elevada como ocurrió en los primeros días de la pandemia.

-¿A quién le corresponde actuar ahora?

-Aquí actúa todo el sistema sanitario. La atención primaria tiene un papel, evidentemente, pero también actúan los servicios de urgencias y emergencias. Nosotros cada vez que nos llega un caso con clínica compatible le hacemos la prueba para descartar que tengan covid-19.

-¿Casos como el de Alemania nos ponen sobre aviso de que en cualquier momento podemos tener un rebrote?

-Tenemos un porcentaje de población muy alto susceptible de infectarse. Aquí la única manera que tenemos ahora de combatir un repunte —porque no hay ninguna vacuna ni ningún tratamiento efectivo al 100 %— es extremando al máximo las medidas de seguridad. Si convertimos esto en una fiesta, tarde o temprano nos vamos a encontrar con un rebrote.

-¿Cómo de explosivo puede ser ese rebrote?

-Mire lo que pasó entre finales de febrero e inicios de marzo en Madrid, el brutal estallido en 15 días. Nosotros, en Galicia, a pesar de que llegó con un decalaje, pasamos en muy poquito tiempo de tener 100 ingresados a tener más de 900 ingresados en hospitales y casi 8.000 contagiados. Como la transmisión sea libre, crece exponencialmente y eso es lo que tenemos que intentar evitar. Hay una frase que han acuñado diversas especialidades y que nosotros en urgencias y emergencias también utilizamos: «La mejor vacuna en estos momentos es la responsabilidad de uno mismo». No hay más, no hay ninguna otra vacuna. Ojalá en febrero del año que viene la tengamos y podamos volver a esa vida más normal que conocíamos antes. Creo que a veces tenemos un poco de memoria frágil y es bueno, es un mecanismo de defensa porque nos ayuda a superar las cosas malas, pero no deberíamos olvidar que en Galicia tenemos a más de 600 personas que no puede hablar ni contigo ni conmigo y en España rondamos los 30.000. Como para que en quince días nos olvidemos... Si no quieres hacerlo por ti, hazlo por los demás.

-¿Servirá la epidemia para poner en valor el trabajo clínico y de los investigadores?

-Sin ninguna duda. Para empezar, yo creo que el trabajo que está en primera línea del frente tiene que ser considerado. Evidentemente defiendo a mis servicios. En segundo lugar, la investigación tiene un papel preponderante en la prevención de nuevos brotes epidémicos. Y tercero, los sistemas sanitarios de carácter público, consolidados y no trabajando al límite de su capacidad, son una garantía de resultado en caso de posibles pandemias futuras. También creo que todo esto ha servido un poco de lección. Creo que el mundo desarrollado ha pecado, a lo mejor, de excesiva soberbia, en el sentido de creer que como estamos tan avanzados nada de esto nos iba a tocar nunca. Cuando estábamos viendo las imágenes de China en enero parecía como que eso pasa en China pero aquí no pasa. Y cuando empezamos a verlo en Italia, algunos nos empezamos a escandalizar. A lo mejor hemos vivido pensando que estábamos en una burbuja.