La nueva terapia celular que está desarrollando para los pacientes permitirá un tratamiento selectivo
10 abr 2019 . Actualizado a las 05:00 h.Pablo Villoslada (Ourense, 1966) vive a caballo entre California, donde trabaja en la Universidad de Stanford, y Barcelona, donde dirige el programa de Neuroinmunología del Hospital Clínic de Barcelona. En ambos casos su objetivo profesional es el mismo: encontrar una terapia que cure la esclerosis múltiple. Está convencido de que el reto se podrá conseguir, pero, mientras tanto, entiende la desesperación de los pacientes que se encuentran en una fase avanzada de la enfermedad neurodegenerativa. Incluso comprende que pidan la eutanasia.
-¿Hay esperanza para los enfermos con esclerosis múltiple?
-Sí, sí, el futuro es bueno. El problema está ahora en los pacientes que ahora mismo tienen la secuela avanzada. Pero para la gente joven que empieza ahora con la enfermedad los tratamientos actuales, aunque no la curan, si consiguen frenarla en parte y hacer que vaya más lenta. Aun así, sigue habiendo casos muy desafortunados, y con secuelas importantes. Pero hay mucho interés por esta investigación y muchos tratamientos en desarrollo.
-Hace unos meses se aprobó uno.
-Sí, hace nueve meses, un quimioterápico, y ahora está pendiente de aprobación otro que es una pastilla dirigida a las formas progresivas de la enfermedad.
-Pero, aún así, ¿una terapia curativa está lejos o no?
-A lo mejor, para los pacientes sí está un poco lejos, porque hablamos siempre de períodos de cinco o diez años, y probablemente estemos a esa distancia como mínimo. Para la medicina eso no es mucho tiempo, pero entiendo que para una persona que esté afectada sí puede serlo. Se está investigando en medicamentos para proteger el cerebro, y tenemos un proyecto en este sentido.
-¿Entiende que en fases avanzadas de la enfermedad los enfermos pidan la eutanasia o, como ocurrió en Madrid, que un hombre ayude a morir a su mujer?
-La eutanasia es un tema que hay que poner encima de la mesa. Lo que no se puede hacer es ignorarlo, dejar a la gente sola. Los pacientes están sufriendo, en unas condiciones muy límite, y necesitan una respuesta. Lo que no vale es cerrar los ojos y decir: «No, eso no es posible, no podemos plantearlo». El debate se tiene que poner encima de la mesa y regularlo con todas las garantías. Pero hay que dar una solución a las personas que en un momento dado, de una forma muy racional y muy meditada pues deciden tomar la decisión. No se puede abandonar a estas personas.
-Sí, pero ¿entiende que quieran morir?
-Sí, claro, claro que puedo llegar a entender que enfermos con esclerosis avanzada pidan la eutanasia. Vemos casos muy terribles en los que las personas no solo están paralizadas, sino que están sufriendo un dolor insoportable o están con problemas muy variados en los que su calidad de vida es mínima y el sufrimiento es enorme. Y nosotros no podemos ofrecerles una expectativa en un plazo razonable. En estos casos tienes que entender que la persona, de una forma racional, sin ser un arrebato del momento, tome la decisión de forma muy meditada y solicite la eutanasia.
-Acaban de presentar un prometedor ensayo clínico de una terapia celular. ¿Qué innovación aporta respecto a lo que hay?
-Realmente es un tratamiento muy diferente a lo que ya existe. Podría decirse que es un poco parecido a lo que se hace con la médula ósea: los hematólogos sacan la sangre a los pacientes, se selecciona el grupo de células que queremos, se cultivan y se preparan para que frenen la inflamación, pero de una forma muy específica.
-¿Y cómo funciona?
-Recuperamos un mecanismo que tiene nuestro sistema de forma natural, que son nuestras defensas, que por un lado pueden producir inflamación y, por otro, frenarla. Lo que hacemos es activar los mecanismos para que la inflamación acabe. Vamos a la raíz del problema, porque solo queremos frenar la inflamación que está directamente relacionada con la esclerosis, atacar exclusivamente la que va al cerebro. Sería un tratamiento muy selectivo y muy dirigido al problema con el objeto de frenar, si no curar, de forma definitiva esta enfermedad. El objetivo es restaurar el sistema inmune para que esté en equilibrio y que no cause daño.
-También tienen en marcha un fármaco para proteger al cerebro.
-Sí. Hace diez años conseguimos identificar un fármaco que sirve para proteger el cerebro frente a la inflamación provocada por la esclerosis. Lo desarrollamos primero en laboratorio, lo probamos y creamos una compañía para desarrollarlo, Bionure, que acaba de terminar de probarlo en personas sanas en un ensayo clínico en fase I y para el año que viene empezaremos con pacientes. Sería complementario a los tratamientos que hay ahora, que ralentizan la inflamación, y este es para proteger el cerebro y que disminuyan las secuelas.
Inteligencia artificial para poder elegir las terapias más eficaces
Pablo Villoslada y su equipo también han introducido importantes novedades en la búsqueda de nuevos métodos de diagnóstico.
-¿Por qué es importante desarrollar nuevos métodos diagnósticos?
-En el caso de la esclerosis múltiple el problema es saber en cada caso cómo va a ir, cómo va a progresar, porque si podemos precisarlo nos permite decirle a cada paciente qué fármaco le irá mejor o peor. Las pruebas de imagen o los análisis en laboratorio que desarrollamos nos informan sobre cómo de agresiva es la enfermedad y, en base a esta información, uno puede tomar mejores decisiones o asumir mayores riesgos.
-Trabajan en un proyecto de inteligencia artificial para elegir la mejor terapia. ¿Puede explicarlo?
-Es un proyecto europeo en el que utilizamos herramientas de inteligencia artificial para, a partir del análisis que hacemos del sistema inmune de los pacientes, ver cómo están funcionando los fármacos y proponer combinaciones nuevas y más eficaces para controlar la inflamación. Este método basado en la inteligencia artificial nos permite seleccionar los mejores tratamientos que existen en la actualidad, porque usas la potencia de los ordenadores para hacer muchos análisis que para un humano sería complicado.