Solo el 17,3 % se decantan por este método y, además, cada vez son menos. ¿A qué se debe este rechazo a la pastilla?

María Viñas
Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Máster de Edición Periodística en la Ecuela de Medios de La Voz de Galicia. maria.vinas@lavoz.es

Solo el 17,3 % de las españolas recurren a la píldora como método anticonceptivo, según la última Encuesta Nacional sobre Anticoncepción de la Sociedad Española de Contracepción (SEC). El porcentaje resulta sorprendentemente bajo, sobre todo si se compara con el de Francia o el del Reino Unido, donde la mitad de sus respectivas poblaciones femeninas elige la diminuta pastillita para prevenir embarazos no deseados. Otro dato de esta consulta que llama poderosamente la atención: no solo pocas mujeres toman la píldora en España, sino que cada vez son menos. Su uso ha disminuido un 4 % en los últimos dos años. ¿Qué está pasando?

El acceso a los métodos anticonceptivos femeninos a finales de la década de los 70 supuso para las mujeres una auténtica revolución. Desvincular la sexualidad de la maternidad no solo significó una mayor libertad sexual y un portazo a los valores nacionalcatólicos que contemplaban como un todo reproducción y sexualidad, también eliminó los hijos no deseados en las familias. Con todo lo crudo que suena, fue este, sin embargo, un paso enorme y veloz en la planificación familiar y en la modernización demográfica. «Los cambios en las dinámicas familiares fueron aquí mucho más rápidos que en otros países de nuestro entorno europeo -señala la decana de Sociología en la UDC Raquel Martínez -. En tan solo tres décadas, pasamos de ser un país basado en un hogar tradicional, en en el que era el hombre el que trabajaba, un modelo de varón sustentador y una mujer cuidadora, a un modelo doble sustentador». Poder controlar el número de hijos y el momento concreto de tenerlos también influyó en la trayectoria profesional de los españoles, especialmente en la de ellas. «La planificación familiar no es un privilegio, sino un derecho», sentenció Babatunde Osotimehin en el 2012 cuando era director ejecutivo del Fondo de Población de Naciones Unidas (FPNU). «Es uno de los medios más efectivos para empoderar a las mujeres».

Resulta complicado comprender, por tanto, los motivos del abandono de este método protector oral que tanto contribuyó a la igualdad entre el hombre y la mujer. Advierte la socióloga que hay que tener precaución con los datos: esta diferencia entre España y sus países vecinos podría deberse más al tipo de estructura social femenina de nuestro país que a un cambio total en el hábito. «Aquí hay una población bastante envejecida, creo que si se tomasen los datos de 15 a 25 años, las edades en las que todavía no se quieren tener hijos, el porcentaje sería más similar al de Francia y el Reino Unido», aventura. La proporción puede variar, pero de cualquier forma la caída en el hábito de uso ahí está, tendencia que la experta relaciona con el virus del papiloma humano: la píldora no protege ante enfermedades de transmisión sexual, solamente evita embarazos no deseados. «Creo que esto también influye en el descenso del consumo de anticonceptivos hormonales y en el uso de otros métodos que protejan más». 

¿Por qué las jóvenes están dejando de tomar la píldora?

Detrás del rechazo a la pastilla hay, sin embargo, varias razones. La primera y más alarmante es la desinformación traducida en preocupación, incluso en miedo. Existe una gran y creciente inquietud por los efectos derivados de la ingesta de estos comprimidos, hasta el punto de que en torno a la mitad de las mujeres en edad fértil no acaban de estar del todo seguras de su idoneidad. Atendiendo a los mismos datos de la SEC, la mayoría (más de un 58 %) tienen miedo a que les provoquen problemas circulatorios y otro tanto (más del 57 %) temen que les alteren el humor. Algo más del 55 % cree que influyen en el aumento de peso y luego están las que se niegan a «hormonarse», las que no están dispuestas a costearse la píldora -¿es demasiado cara?- y aquellas que la repudian por una cuestión de igualdad: una mujer ovula tres días al mes, un hombre es fértil todos los días. ¿Por qué no son ellos los que someten su cuerpo a un tratamiento químico diario para bloquear sus espermatozoides?

Principalmente porque, de momento, no existe. Los fememinos se dividen principalmente en tres tipos: la píldora oral, el parche y el anillo vaginal -hay también otra opción para prevenir embarazos a largo plazo, el DIU hormonal, un dispositivo intrauterino que se inserta en el útero y libera en él progestina-, todos ellos medicamentos que deben ser ser prescritos por un médico, especialmente por un ginecólogo. «Es el especialista el que tiene que indicarlos para valorar contraindicaciones; no tienen riesgo alguno, pero sí están contraindicados en determinados casos -explica el doctor Miguel Cosme, especialista en Ginecología y Obstetricia en la Maternidad HM Belén-. Por ejemplo en mujeres con obesidad, con un índice de masa corporal por encima de 30. En estos casos aumentan el riesgo de desarrollar trombosis».

Si fumas, mucho cuidado

Este método para controlar la natalidad también se desaconseja en mujeres fumadoras. «Hay muchas mujeres fumadoras que usan estos anticonceptivos y están absolutamente contraindicados por alto riesgo de embolias», apunta el médico. Está demostrado que las píldoras, los parches cutáneos y los anillos vaginales favorecen la formación de trombos por su efecto sobre la coagulación, y el tabaco aumenta todavía más este riesgo. Lo mismo sucede en pacientes que hayan tenido antecedentes de cáncer de mama, enfermedades relacionadas con la coagulación o dolencias hepáticas. ¿Qué mal pueden hacerles estas hormonas?

«No causa cáncer de mamá, pero si hay antecedentes es como echarle más leña al fuego»

Algunos tipos de cáncer de mama son dependientes de estrógenos o de progesterona, por lo que optar por esta fórmula puede aumentar la agresividad del cáncer. «No causa cáncer de mama», especifica el especialista. «La píldora no es responsable del cáncer, ni nada parecido, pero si una mujer tiene un problema de ese tipo es como echarle más leña al fuego -comenta coloquialmente-. Y lo mismo sucede con algunos problemas hepáticos agudos, porque el metabolismo de los anticonceptivos hormonales es por vía hepática».

Migrañas, cambios de humor y depresiones

Otra contraindicación frecuente -que no efecto secundario- de la píldora son las migrañas, especialmente las migrañas con aura (cefaleas que aparecen justo después de, o junto a, alteraciones sensoriales como destellos de luz, puntos ciegos u hormigueos en manos y cara), y las pacientes con diagnóstico con depresión. «Si una mujer tiene una depresión severa o padece migrañas, pueden incrementarse con este tratamiento hormonal. No las generan -insiste Cosme-, ni los dolores fuertes de cabeza ni las depresiones, pero sí pueden incrementarlas: si una mujer las tiene de base, pueden aumentar». ¿Y qué hay de los cambios de humor? «Probablemente, aquellas mujeres que los sufren sean pacientes que ya tenían una predisposición a tener problemas con trastornos depresivos, y la píldora funciona como desencadenante». 

«La píldora no engorda, es un mito»

¿Engorda la píldora? «Eso es un mito», responde, tajante, el doctor. Y cuenta que existe un anticonceptivo, un progestágeno que se utiliza mucho en los países latinoamericanos y que se pone vía intramuscular, con un efecto de hasta tres meses, que sí que provoca problemas de peso por retención de líquido. «Pero los que se usan aquí, en España, no. En algunas mujeres, muy contadas, pueden producir retención de líquido que suele ser transitorio, hinchazón en el abdomen... pero nada más».

También parece ser más leyenda que realidad la relación directa entre estas pastillas y el descenso de la libido. «Lo que comprobamos en la práctica es más bien el efecto contrario: al tener la comodidad de usar un aticonceptivo y estar protegidas ante un embarazo no deseado, no suele haber problemas con el deseo sexual». Concede, sin embargo, que alguna paciente puede notarlo «porque es cierto que algunos anticonceptivos disminuyen (muy poco) la cantidad de andrógenos, que son hormonas masculinas y que se relacionan con el deseo sexual. «Se puede llegar a advertir en sequedad vaginal o en la libido más baja... pero son casos muy puntuales». «¿Que llegue a afectar su calidad de vida? No, no lo creo», concluye.   

A 50 % de las mujeres en edad fértil les preocupa que su uso les provoque problemas de infertilidad Sobre la capacidad de concebir tras un período largo tomando la píldora sobrevuelan también muchas dudas. Al 50 % de las mujeres en edad fértil, según datos de la citada sociedad científica, les preocupa la posibilidad de que el uso de anticonceptivos pueda dar lugar a problemas de fertilidad que dificulten sus posibilidades de embarazo cuando así lo deseen. «Ningún anticonceptivo provoca infertilidad ni lo contrario, tampoco aumenta las probabilidades de embarazo. Lo que pasa es que hay mujeres que empiezan a los 20 años a tomar estas hormonas y dejan de hacerlo a los 38. Como es normal -señala Cosme-, la capacidad fértil de una mujer a los 38 años va a ser mucho menor que a los 20. En el caso de que a una mujer le cueste más quedarse embarazada seguramente sería por eso. Habitualmente, se deja de tomar el anticonceptivo y al mes siguiente la capacidad reproductiva vuelve a la normalidad».

¿Y lo de hacer periodos de descanso? Más de un 68 % de las españoles comparte la idea de que resultan necesarios, una opinión que supera el 71 % entre las mujeres de 20 a 24 y de 45 a 49 años, y entre las que cuentan con ingresos medio bajos (73,4 %). «Es una práctica basada en supuestos que durante mucho tiempo ha sido recomendada por ginecólogos, pero a ciencia cierta no es necesario hacer descansos. Si la mujer está bien con el anticonceptivo, si está a gusto, no hay necesidad de que deje de tomarlos». ¿Por qué desciende entonces su consumo? ¿Se trata solo de una cuestión de falta de información? 

«Durante mucho tiempo se recomendó hacer descansos, pero se ha demostrado que no son necesarios»

El obstetra considera que es sobre todo un tema de comodidad: «Lo que se comenta en los círculos médicos, en cursos y en congresos, es que más que un descenso como tal en el uso de anticonceptivos hay un cambio de tendencia, una preferencia por otros métodos más cómodos. Cae el uso de la píldora, pero el de anillo vaginal y el del DIU ha aumentado en los últimos años, incluso en mujeres que ya tienen hijos. Este último se coloca y se puede dejar ahí hasta cinco años (y quitar en cualquier momento); es muy cómodo y su tasa de adherencia, altísima, una vez puesto no hay problema de horarios, ni de ver cuándo se toma ni de cuándo hay que quitar y poner. El uso de la píldora ha caído a favor de otros tipos de métodos»

Cuando habla de adherencia, el doctor Cosme se refiere al cumplimiento del tratamiento, es decir, a tomar la medicación de manera correcta, en este caso, una pastilla al día durante los 28 del ciclo. La efectividad de la píldora depende únicamente de esto: de que la mujer no se olvide del comprimido. «La única diferencia entre la píldora oral, el parche cutáneo y el anillo vaginal es la forma en la que que el cuerpo metaboliza estos fármacos. Fundamentalmente, lo que notan y valoran las mujeres es la comodidad en la forma de administración: un parche lo pegan en la piel en una zona discreta y lo dejan ahí una semana, y el anillo vaginal lo colocan dentro de la vagina y lo mantienen ahí tres semanas, no tienen que estar preocupándose ni pendientes de tomar un medicamento todos los días a una hora concreta (suele ser recomendable hacerlo a la misma hora). La efectividad es, sin embargo, la misma. Únicamente varía, en caso de que así lo haga, si se olvida». 

Esto es lo que hacen los anticonceptivos en tu cuerpo

Son anovulatorios, inhiben la ovulación, y ese es el principal mecanismo de acción para que las mujeres no se queden embarazadas. Eso se consigue bloqueando una hormona que tenemos en una parte del cerebro: al impedir que llegue a los ovarios no se generan los folículos, encargados de producir una hormonas derivada de los andrógenos. Por esto mismo, la píldora se usa también para casos que nada tienen que ver con el deseo de tener o no tener descendencia.

«Si una mujer produce mucha cantidad de andrógenos es muy probable que aparezca acné (una afección cutánea que se caracteriza por la aparición de lesiones, como granos y espinillas) que la piel presente un aspecto graso o que aumente el vello corporal -precisa Cosme-. Y aquellas mujeres que padezcan síndrome del ovario poliquístico pueden llegar a tener reglas muy abundantes, dolorosas e irregulares. En todos estos casos, los anticonceptivos entran aquí como tratamiento, ya no como fármaco contraceptivo. Al bloquear el exceso químico del cuerpo humano hacen que se produzcan menos hormonas masculinas y, por lo tanto, que la piel recupere su estado normal. Hay por eso muchos tipos de píldora, según las dosis de los componentes que contienen, y por eso es muy importante que sea prescrita por un ginecólogo que perfile la medicación ideal para cada tipo de paciente».

Mujeres que eligen no tener la regla

De todos, el DIU hormonal es el método más recomendable por los especialistas, principalmente por su comodidad, pero también porque reduce mucho el sangrado. «No tiene nada de malo no tener la regla». ¿No es algo antinatural que una mujer no sangre cada 28 días? «Hay que partir del hecho de que, desde un punto de vista biológico, ya sería antinatural el uso de anticonceptivos. En este caso, lo que hace el mecanismo de acción de estos medicamentos es impedir que crezca el tejido que las mujeres eliminan en cada ciclo menstrual. El sangrado que se ve no deja de ser un tejido del útero que se llama endometrio, y ese tejido al usar determinados anticonceptivos no se produce. No es nada malo». ¿Prescindiremos de las reglas en el futuro? En realidad, a día de hoy ya se hace. En EE.UU. el uso de anticonceptivos de pautas largas, de tres o seis meses, es más frecuente. Durante medio año las mujeres no tienen la menstruación. «Es un tema cultural que irá cambiando».

«En EE.UU. ya hay muchas mujeres que no tienen la regla por voluntad propia»

En España, todavía parece algo lejano. El 73,8 % de las mujeres en edad fértil cree que la regla es un proceso de desintoxicación necesario. El 69,2 % no haría nada para dejar de tenerla a pesar de las molestias que le acarrea. Y el 62,1 % está de acuerdo con que es peligroso tomar algún medicamento o anticonceptivo para no tener la regla. ¿Peligroso para qué? Más de un tercio cree que puede adelantar los síntomas de la menopausia.

La otra cara de la moneda: tener menos hijos de los deseados 

«Ahora tenemos otro problema- alerta ahora la socióloga Raquel Martínez-. Hemos pasado de la posibilidad de controlar el número de hijos que se quieren tener a no poder tener los que se desean». Basando sus conclusiones en la última encuesta sobre fecundidad del INE, la decana observa que se trata de un problema de falta de instrumentos, de políticas de conciliación y de herramientas para la crianza y la cobertura de las necesidades de las familias. Los datos dicen que el 21,1 % de las mujeres tienen menos hijos de los deseados -«una de cada cinco no puede satisfacer su voluntad reproductiva, y eso provoca además que tengamos un nivel de envejecimiento demográfico más elevado»- y que son muchas las jóvenes que, directamente, ya no desean tenerlos: entre las menores de 25 años, el 27 % no quiere tener hijos. Nunca. «Es muy significativo». Y los métodos anticonceptivos vuelven a jugar aquí un papel muy importante.