Pepe Solla: «Solo mostré mi rechazo ideológico, pero no puedo prohibirle la entrada a nadie a mi restaurante»

SOCIEDAD

El cocinero, tras el polémico cartel en el que cargaba contra Vox, mantiene que siempre dejará entrar en Casa Solla a personas «que tengan un comportamiento normal y paguen». No es la primera controversia con respecto al derecho de admisión; sin salir de España, y en EE.UU., hay varios precedentes

10 ene 2019 . Actualizado a las 00:30 h.

La convulsa actividad política es lo que tiene. España pendiente de si llegará una fotografía a tres en Andalucía del Partido Popular, Ciudadanos y Vox, y buena parte de la sociedad temerosa de que este último partido pueda conseguir su objetivo de derogar la Ley de Violencia de Género en esta comunidad. Mientras la barra del bar se convierte en caladero oficial de repulsa, algunas caras públicas se han posicionado abiertamente contra los planes de la formación de Santiago Abascal.

Es el caso del cocinero Pepe Solla, que ha sufrido insultos en las redes sociales por parte de varios internautas tras compartir en su cuenta de Instagram un cartel que indicaba que su restaurante es un «espacio libre de violencia de género», al que añadió: «Y de Vox». Escaldado y triste por el escándalo generado, el chef del estrella Michelin  Casa Solla (Poio) ha querido declarar a La Voz que, en ningún caso, su intención es la de «impedir la entrada nadie» en su local. «Para empezar, el derecho de admisión no contempla razones de género, religión, sexo u opinión, eso ya no existe. Yo solo mostré mi rechazo ideológico y moral a un tipo de conducta, pero dejo entrar a mi restaurante, por supuesto, a toda la gente que tenga un comportamiento normal y pague».

Lejos de querer profundizar en esta cuestión, que, dice, prefiere olvidar porque «se ha desmadrado, y en ningún caso yo quería generar ninguna polémica», lo cierto es que con el aluvión de defensores y detractores que han aparecido en la publicación de la cuenta oficial de su establecimiento, surgen varias preguntas: ¿Puede (o debe) un restaurante manifestar abiertamente su aversión a grupos políticos, comportamientos o cuestiones que, en uno u otro momento, estén de candente actualidad?, ¿les perjudica o les beneficia? Sin salir de España hay precedentes que indican que quizás no les salga demasiado a cuenta. Lo demuestra la denuncia, el pasado mayo, de un edil de Sí se Puede en San Sebastián de los Reyes a un bar que se reservaba el derecho de admisión a los chavistas. No es el único.

Al otro lado del Atlántico saben bien del tema que aquí se trata. Sobre todo Donald Trump, que en uno de sus incendiarios tuits cargó contra un restaurante de Virginia que se negó a servir a su portavoz, Sarah  Huckabee Sanders, por trabajar para el presidente de Estados Unidos. «The Red Hen Restaurant debería centrarse más en limpiar sus sucios toldos, puertas y ventanas, más que en negarse a servir a una persona buena como Sarah Huckabee Sanders», escribió el magnate. «Siempre he tenido una regla, si un restaurante está sucio por fuera, está sucio por dentro», continuó Trump. 

Pese a que no tienen intención de seguir la estela de los restaurantes anteriormente mencionados, varios chefs gallegos no solo defienden que Pepe Solla muestre su indignación con la lacra que es la violencia machista, sino que apoyan la libertad de expresión en casa, y fuera de ella. La recientemente premiada con una estrella Michelin por su local A Tafona, en Santiago, Lucía Freitas, reconoce que «como ahora los cocineros somos caras públicas todo se mira con lupa, pero la libertad es lo primero y mostrar tu opinión no debería repercutir en el tipo de gente que acude a tu local, pero todos sabemos que no es así», para añadir que, no se le olvide a nadie, los cocineros, como cualquier trabajador, son «antes personas que chefs».

Gerson Iglesias, propietario del restaurante Adega das Caldas (Ourense), también piensa que los profesionales de la cocina tienen derecho a posicionarse, aunque asumiendo que llegarán consecuencias. «Existindo as redes sociais tes que contar con iso, pero a mensaxe que lanzou Pepe temos que compartila todos; outra cousa é a parte política, que pode gustar ou non, aínda que tamén pode haber xente que se anime a ir ao restaurante porque comparte ese sentir». De opinión similar a la de Iglesias son otros cocineros que, por respeto y amistad con Solla, han preferido que no salgan sus nombres en este reportaje. Otros, como Dani López (O Camiño do Inglés), sí manifiestan su cariño hacia el chef miembro del Grupo Nove y su opinión. Asegura que estará «al lado de Pepe en cada cosa que haga», aunque reconoce que su opinión personal difiere de la de su colega. «Yo creo que los restaurantes estamos para otra cosa: para servir y hacer agradable el rato de los comensales, no debemos posicionarnos en este tipo de cuestiones, sobre todo porque ahora, que hay tantos extremistas y hacen tanto ruido, no merece la pena», concluye el chef ferrolano.