El tiempo es cerebro

Elisa Álvarez González
Elisa Álvarez SANTIAGO / LA VOZ

SOCIEDAD

M.MORALEJO

Un 20 % de los supervivientes de un ictus no tienen secuelas, y cuando se acude rápidamente a recibir tratamiento fibrinolítico este porcentaje se acerca al 50 %

22 may 2017 . Actualizado a las 08:09 h.

Hace unos días María Teresa Campos acudía de urgencia a un hospital tras sufrir una isquemia cerebral. Un tipo de ictus, los hay isquémicos y hemorrágicos, que vuelve a poner de relieve esta enfermedad, muy relacionada con el envejecimiento de la población. Y la rapidez para acudir a los servicios de emergencias ante el primero de los síntomas de esta patología no solo influye en la mortalidad, sino en el tipo de secuelas que deja este accidente cerebrovascular en la persona.

Porque, como dice el catedrático y director científico del Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago (IDIS), José Castillo, «el tiempo es cerebro». Es un consejo que ha calado en la población con relación al corazón, respecto al que los ciudadanos han asumido la importancia de llamar rápidamente al 061 cuando notan los síntomas de un infarto de miocardio, pero no tanto cuando se trata de un ictus, que se manifiesta en dificultad para hablar o hacerse entender, adormecimiento de un brazo, una pierna o la cara, problemas para andar o mantener el equilibrio o bien para ver con uno o ambos ojos.

Aunque son datos estimados a partir de los registros hospitalarios, cada año en España aparecen entre 100 y 110.000 nuevos ictus, lo que en Galicia supone unos ocho mil anuales, con una incidencia en la población de 280 por cada 100.000 habitantes.

Hipertensión y edad

El ictus siempre se ha asociado comúnmente a las mujeres, pero lo cierto es que en general no les afecta más a ellas. Sí es cierto que, como se relaciona con la edad y las mujeres tienen una mayor esperanza de vida, en números absolutos hay más ictus en población femenina. Entre los adultos la prevalencia es similar, y está muy relacionado con la hipertensión o el tabaquismo, fundamentalmente con la primera de las causas. «La hipertensión arterial está muy por encima de todos los demás factores», afirma Castillo. ¿Y qué porcentaje de pacientes tendrán secuelas de por vida tras sufrir un ictus? En general, en torno al 15 % fallecen durante el período de hospitalización, aunque esta cifra es superior en el caso del ictus hemorrágico que en el del isquémico.

Y de los que sobreviven, el 20 % no tienen ninguna secuela o son mínimas, por lo que están capacitados para seguir llevando una vida totalmente normal. Otro 20 % sufren secuelas muy graves, hasta el punto de que precisan la asistencia de alguien para actividades de la vida diaria; mientras que el resto se quedan con secuelas más o menos importantes, y pueden llevar una vida independiente, aunque con problemas como pueden ser dificultad con el lenguaje o para caminar.

¿Por qué es tan importante llamar rápidamente a los servicios de urgencias? Porque este pequeño 20 % de pacientes sin secuelas se eleva al 45 o 46 % si se puede tratar al enfermo con tratamientos recanalizadores que liberen la arteria obstruida.

Las normas internacionales establecen que este tipo de tratamientos recanalizadores, los fibrinolíticos, solo pueden aplicarse al paciente en un período de cuatro horas y media desde que nota los primeros síntomas. No desde que llega al hospital o se determina que sufre un ictus, sino desde los primeros síntomas. Después, no puede utilizarse porque causaría muchos daños al paciente.

La clave, cuatro horas y media

Para agilizar esta atención el Sergas puso en marcha hace menos de un año el Código Ictus, con el fin de ampliar el porcentaje de víctimas de esta enfermedad que son tratados con fibrinolíticos. En estos momentos, por ejemplo, en el CHUS los recibe uno de cada cinco, porque el resto o bien no reúnen las condiciones necesarias o bien han llegado tarde. Con este Código Ictus, cuando el paciente sufre un accidente cerebrovascular se le traslada al hospital más cercano con TAC, aunque no tenga servicio de neurología las 24 horas. Este centro, a través de la telemedicina, se pone en contacto con uno de los tres complejos hospitalarios habilitados con unidad de ictus -CHUS, Chuac y Chuvi-, ya que siempre hay uno de guardia, y el neurólogo decide mediante el análisis del TAC y las pruebas visuales que realiza al paciente con una videocámara si se le pueden administrar estos fármacos.

A partir de ahí el enfermo puede quedarse en el centro si está estable y dispone de UCI y neurólogos, pero siempre tras recibir ya el tratamiento, y si no, hay que trasladarlo a un hospital con mayor dotación.

Hay otra opción cuando se superan estas cuatro horas y media, hasta las ocho horas desde el inicio de los síntomas, que es una intervención. En este caso, sin embargo, sí hay que trasladar al enfermo a uno de los tres complejos con unidades especializadas. Se trata de la trombectomía, un procedimiento mecánico que consiste en extirpar el trombo y que se aplica en menos del 3 % de los casos. Cuando se produce este trombo en el cerebro, una zona de este se necrosa y no es recuperable, pero puede haber otra, que queda en penumbra, que sí podría recuperarse.

Desde que se puso en marcha este Código Ictus, el sistema está funcionando razonablemente bien y poco a poco va agilizándose la respuesta, pero si el paciente se queda en casa mientras sufre los síntomas, de nada vale la rapidez con la que después actúen los servicios sanitarios si se superan las cuatro horas clave.

«Noté hormigueo en un brazo, la cara acartonada y que no me entendían»

Manuel tenía 62 años cuando sufrió un accidente isquémico transitorio. Estaba de viaje, llevaba horas conduciendo y, tras parar en una estación de servicio para repostar y volver al vehículo, notó «un hormigueo en un brazo». «Ya no fui capaz de levantarlo, al mismo tiempo noté acartonada la cara y que tenía dificultades para hablar, pensaba que pronunciaba bien pero los demás no me entendían», cuenta. Y aunque fue pasajero, volvieron a repetirse los síntomas, por lo que llamaron inmediatamente a urgencias. El accidente vascular lo pilló en Granada y lo llevaron directamente a un centro de referencia. Admite que en su caso fue muy leve, porque desde la ambulancia ya caminaba por su propio pie. Se quedó en el hospital en observación, pero recuperó la sensibilidad y el habla con bastante rapidez. Ingresó un viernes y el martes ya regresó a Galicia.

«En mi caso, según los neurólogos, fue un trombo en la pierna que fue subiendo hacia el cerebro, y fue cuando noté los síntomas», señala Manuel Vila. En Santiago le hicieron todo tipo de pruebas para averiguar la causa que lo había provocado, pero finalmente su única secuela es tomar diariamente ácido acetilsalicílico. «Un pequeño susto, pero desde entonces hago vida totalmente normal», dice.