Teresa Romero: «Lo que me sigue doliendo es la pérdida de Excálibur»

Dolores Cela Castro
dolores cela LUGO / LA VOZ

SOCIEDAD

Óscar Cela

La auxiliar de enfermería, que es hija adoptiva de Becerreá, no sabe cuándo se reincorporará al trabajo en el Carlos III

06 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Teresa Romero Ramos, la primera contagiada con el virus de ébola en España, después de atender a los dos misioneros en África repatriados, trata de olvidar lo ocurrido y ha perdonado los ataques que sufrió cuando se encontraba aislada en el hospital Carlos III. Lo reconoció ayer, después de recibir el título de hija adoptiva de Becerreá, una distinción que le entregó el alcalde, en la Casa de la Cultura, ante su familia y vecinos de la localidad.

La auxiliar de enfermería está todavía de baja médica y no sabe cuándo se incorporará a su trabajo. Reconoce que está colaborando en ensayos clínicos, que no le han quedado secuelas físicas importantes y que tiene ganas de volver al trabajo. No sabe qué puesto le asignarán. Confesó que no le importaría incorporarse a la unidad de alto aislamiento, que crearon a raíz de su contagio y para la que están preparando a sus compañeros, porque ahora es inmune al virus. Sin embargo cree que sería un disparate que lo hiciera sin recibir el mismo adiestramiento que ellos, que dijo consistía en ponerse el traje 200 veces.

«El perdón llegó hace tiempo»

«Voy a intentar llevarlo lo mejor posible y a tratar de olvidarlo todo», confesó ayer. «El perdón -añadió- ha llegado hace tiempo. Lo que me sigue doliendo es la pérdida de Excálibur, además de una manera en la que sigo sin entender muy bien por qué».

Teresa Romero recibió el título de hija adoptiva de Becerreá y un alfiler con el escudo de este municipio de manos de su alcalde, Manuel Martínez. Los regidores de Navia, José Fernández y de Cervantes, Benigno Gómez, también le entregaron sendos obsequios. La auxiliar tuvo palabras de agradecimiento para el alcalde y su equipo «por haber creído en mí, defenderme y apoyarme»; para sus compañeros del Carlos III porque «sin su trabajo yo no estaría aquí» y para su madre, Jesusa Ramos y su esposo, Javier Limón.

Romero confesó que cuando estaba aislada y no podía beber, soñaba con las fuentes y manantiales de Becerreá. Su alcalde llevó una jarra y brindó con la auxiliar y con los otros dos alcaldes.